Compradores de rebajas a mediados de la década de 1980 en la desaparecida Galerías Preciados.

Compradores de rebajas a mediados de la década de 1980 en la desaparecida Galerías Preciados.

Economía

Leche a 65 pesetas y aceite a 299: así infló el IVA los precios hace casi 40 años y disparó la inflación subyacente

La llegada del IVA supuso un esfuerzo adicional para unas familias que veían cómo las cifras del paro engordaban.

5 febrero, 2023 03:16

“El paquete de galletas costaba 0,99 euros y ahora está en 1,30 euros”. Por tanto, un 31% más caro. La frase es de uno de esos protagonistas anónimos que aparecen en los telediarios quejándose de cómo la cesta de la compra se encarece cada día que pasa. Razón no le falta. Hasta el Instituto Nacional de Estadística (INE) se la da: en enero, la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados como la fruta o el pescado ni productos energéticos) se ha situado en el 7,5%.

Por tanto, la inflación subyacente está por encima de la inflación general (5,8%). Además, se trata de la cifra más elevada desde diciembre de 1986. Por tanto, hay que remontarse 37 años atrás para encontrar un momento parecido al actual en el que, como decían los abuelos, “el dinero no cunde”. Sobre todo, a la hora de hacer la compra.

Pero, ¿cuánto costaban los productos en aquella época? ¿Era más complicado llegar a fin de mes? ¿Por qué se dispararon los precios? Ahora que ha vuelto a subir el salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 1.080 euros mensuales, a mediados de la década de 1980 se situó en 37.170 pesetas mensuales. Si un euro eran 166,386 pesetas, estaríamos hablando de 223,4 euros.

Más allá del SMI, el salario medio estaba sobre 1,4 millones de pesetas anuales, aunque predominaban los de 800.000 pesetas, según datos del Ministerio de Hacienda. Y otro dato a tener en cuenta es que la tasa de paro afectaba al 21% de la población activa: 3 millones de personas. Por tanto, España vivía una crisis de órdago y a la grande.

Para colmo, el 1 de enero de 1986 llegó un invitado que, no por inesperado, vino a poner las cosas todavía más difíciles. Ese convidado no fue otro que el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), por cierto, hoy también de moda tras diferentes rebajas para contener el IPC y ayudar a las familias. El súper reducido fue del 0%; el reducido, del 6%; el general, del 12%; y el tipo incrementado, del 33%. Un impuesto que vino para quedarse y que, en aquel entonces, disparó los precios.

Del Cola-Cao a las galletas María Fontaneda

Con las pesetas que entraban en los hogares de aquella época puestas sobre la mesa, es el turno de saber cuánto costaban aquellos productos o servicios que formaban parte de la inflación subyacente. En el capítulo de alimentos (recordemos que no se incluyen las frutas o las verduras), conviene empezar por dos de los que más alzas sufren en la actualidad: la leche y el aceite de oliva.

Por aquel entonces, el brik de leche de un litro estaba sobre las 65 pesetas mientras que el litro de aceite de oliva Carbonell, de 0,4º, costaba 239 pesetas. El de la marca Koipe, de 1º, a 299 pesetas. Precios extraídos de un catálogo de un supermercado de la época.

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Otros ejemplos: el litro de vinagre, 59 pesetas; el pan de sándwich Bimbo, a 154 pesetas; el kilo de galletas María Fontaneda (del que tanto se quejaba el protagonista del telediario) a 169 pesetas; y la miel de La Granja San Francisco, el kilo, a 399 pesetas. Como se puede apreciar, les encantaba que los precios acabaran en nueve.

Siguiendo con productos que llevarse al estómago, el pack de seis salchichas con queso de Campofrío valía 95 pesetas; un kilo de croquetas La Cocinera, de diferentes sabores, 229 pesetas; el Cola-Cao de 900 gramos, 379 pesetas; y un kilo de garbanzos El Hostal, 189 pesetas.

Autobuses de Barcelona en los años 80.

Autobuses de Barcelona en los años 80.

Para aquellos no solo amantes del buen yantar, sino también del buen beber, la botella de Martini tenía un precio de 279 pesetas; un tercio de cerveza Mahou, 22 pesetas; el brandy Soberano, 379 pesetas; y el whisky JB, 1.255 pesetas. Para desengrasar, una botella de agua Font Vella, de litro y medio, 29 pesetas.

De tanto comer y tanto beber, llegaba el momento de limpiar aquello ensuciado. Así, el lavavajillas Mistol, de 4 kilos, valía 239 pesetas. ¿Había que asearse? Pues el gel de baño Fa, a 339 pesetas; tres unidades de jabón Palmolive, a 179 pesetas; el dentífrico Colgate, a 169 pesetas; y el papel higiénico (ese que en los comienzos de la pandemia volaba de las estanterías), las seis unidades de la marca CEL, de doble capa, costaban 159 pesetas.

Ocio desde 250 pesetas

Otro apartado que compone la inflación subyacente tiene que ver con la vestimenta. Un pantalón de niño costaba 999 pesetas y una falda 695 pesetas (si era de señora, 1.495 pesetas). Los leotardos de punto, 325 pesetas; un abrigo de niño, 2.995 pesetas; un suéter de caballero, 1.395 pesetas; y una cazadora, 2.595. Los zapatos, tanto para él como para ella, 999 pesetas.

Limpios y aseados, y bien vestidos, llegaba el momento del ocio. Si había que coger el transporte público, el billete de Metro tenía un precio de 50 pesetas en 1985. Un año después, sufrió el incremento del 6% del IVA. Para entrar al cine había que pagar 179 pesetas.

La Gran Vía de Madrid en los años 80 donde se concentraba la oferta de cines.

La Gran Vía de Madrid en los años 80 donde se concentraba la oferta de cines.

Si se era más de estar en casa, un libro de bolsillo costaba 400 pesetas, y si era de tapa dura (una novedad editorial), llegaba hasta 1.000. ¿Ver una peli en casa? Comprarla en VHS, 2.500 pesetas; si se alquilaba en el videoclub, 250 pesetas. Los discos (qué rabia daba cuando se rallaban), 1.000 pesetas; eso sí, eran mucho más baratos que los cd (que por aquel entonces ya existían): 2.500 pesetas (pero decían que duraban para siempre). Para grabar, estaban las cintas de casete (250 pesetas las de 60 minutos).

Una tele de 14 pulgadas costaba 41.990 pesetas, y la de 20 pulgadas, 69.900 pesetas. Un equipo de alta fidelidad Phillips, de 20 W de potencia, 49.900 pesetas. Y un vídeo, de la marca Panasonic o Toshiba, 99.900 pesetas. Un lujo si tenemos en cuenta que el salario medio era de 800.000 pesetas.

Hipotecas al 11%

Junto con el transporte, el ocio y la cultura, y los alimentos elaborados, otro componente de la inflación subyacente es la vivienda. A mediados de la década de los 80, adquirir un piso de unos 80 metros cuadrados venía a costar unos 3,5 millones de pesetas.

Eso sí, si se hacía en el centro de Madrid, el precio se inflaba hasta los 5,25 millones de pesetas. Pagar la entrada suponía entre un 10% y un 15% del precio total. Y los intereses, ahora que tanto se habla de lo que están subiendo las hipotecas tras el incremento del Euríbor, rondaban por aquel entonces el 11%. Por eso, uno de cada tres españoles prefería ahorrar, esperar unos años, y pagarla a tocateja.

Ese año de 1986, España ingresó en el Mercado Común Europeo (CEE). Gobernaba Felipe González que, entre otras medidas, elaboró una nueva norma para calcular las pensiones: se tendrían en cuenta los últimos ocho años cotizados, y no dos, como sucedía hasta entonces. Algo que no gustó a los sindicatos. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?