Recreación artística de un grupo de homínidos compitiendo con una hiena por la carroña.

Recreación artística de un grupo de homínidos compitiendo con una hiena por la carroña. Crédito ilustración: Jesus Rodríguez /@trophic

Historia

Así sobrevivieron los primeros humanos de la Península: su lucha con las hienas por la carroña

Un estudio científico desvela la estrategia que debieron desarrollar los primitivos grupos de homínidos para obtener carne de las presas abandonadas por los grandes depredadores.

28 septiembre, 2023 17:02

Los primeros humanos que habitaron Europa hace al menos 1,4 millones de años eran probablemente omnívoros. Se alimentaban de plantas, pero también de animales. Más difícil resulta responder al interrogante de si realmente cazaban sus presas en un momento tan antiguo, o si la carne que consumía procedía de la carroña de grandes mamíferos. Varios estudios han sugerido que los tigres de dientes de sable dejaron suficientes desperdicios de sus capturas que, aprovechados por estos primitivos Homo, habrían facilitado su expansión por Eurasia.

Pero los pequeños grupos humanos se tuvieron que enfrentar por esos recursos a otros competidores que deambulaban por el ecosistema, como la hiena gigante (Pachycrocuta brevirostris). Y parece que en la Península Ibérica tuvieron éxito entre hace 1,2 y 0,8 millones de años: una nueva investigación publicada este jueves en la revista Scientific Reports y liderada por expertos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) desvela que este pulso pudo haber empujado a los homínidos a coordinar sus movimientos, a la cohesión grupal, la defensa, la cooperación y la comunicación. Incluso formando partidas reducidas y empuñando palos, lanzando piedras y gritando, pudieron haber evitado que otros depredadores más grandes se acercasen a sus presas.

El estudio utiliza modelos basados en agentes para analizar la competencia entre los humanos y las hienas gigantes, la viabilidad del carroñeo por parte de los homínidos —que habrían buscado restos de carne en las carcasas abandonadas por felinos como los de los géneros Megantereon u Homotherium, una especie de jaguar con colmillos curvos y muy afilados, con forma de cimitarra, o por el jaguar europeo Panthera gombaszoegensis— y el impacto del tamaño del grupo y la capacidad de carga del ecosistema en estas estrategias.

"El uso de simulaciones por computadora en arqueología no es enteramente novedoso, pero sí muy poco frecuente en el estudio del Paleolítico", explica a este periódico Ana Mateos Cachorro, experta del CENIEH en paleo-ecofisiología y una de las autoras principales del artículo. "Los hallazgos sugieren que los primeros homínidos podrían competir con éxito por la carroña con las hienas gigantes, especialmente cuando operaban en un tamaño de grupo óptimo. Las principales contribuciones del trabajo son la estimación de la cantidad de alimento que quedaría en las carcasas abandonadas por los tigres de dientes de sable y la existencia de un tamaño de grupo óptimo para los individuos que desempeñaran esta estrategia".

El experimento científico muestra que cuando el tamaño del grupo de individuos no era suficiente para dispersar a sus competidores, solo lograban sobrevivir hasta el final de la Simulación si un ecosistema con gran densidad de depredadores les brindaba abundantes cadáveres. Estos resultados sugieren que una estrategia de carroñeo pasivo total, sin entrar en disputa con otros animales, sería ineficiente en términos energéticos si se mantuviese en el tiempo. Los homínidos que integrasen grupos muy pequeños no podrían basar su supervivencia en la carroña como principal fuente de alimento y dependerían de la fortuna de encontrar los restos todavía aprovechables de algún mamífero.

[Un evento glacial extremo acabó con los primeros humanos de la Península Ibérica hace 1,1M de años]

En este sentido, los investigadores han identificado un tamaño óptimo del grupo humano: 13 individuos. "El factor fundamental es que los homínidos fueran capaces de ahuyentar a las hienas (y a otros posibles competidores) de las carcasas. Y ello dependía del tamaño del grupo. Este debe ser suficientemente numeroso como para que la hiena perciba un riesgo elevado en la confrontación y la rehúya. Pero no debe ser demasiado grande, pues entonces no habría comida para todos y tendrían que seguir buscando otras carroñas", valora Ana Mateos Cachorro.

En la Península Ibérica hay varios yacimientos que incluyen niveles datados en este periodo (aproximadamente, entre hace 1,2 y 0,8 millones de años), como la Sima del Elefante (Atapuerca, Burgos), Vallparadís (Terrassa, Cataluña) o Barrando de León y Fuente Nueva 3 (cuenca de Orce, Granada). Precisamente en este último sitio se han encontrado evidencias de esta lucha directa entre ambas especies por restos de elefantes. No obstante, los investigadores creen que los homínidos, las hienas y los depredadores estaban distribuidos por toda Iberia.

El carroñeo era una estrategia que no requería una tecnología avanzada, sino tan solo cohesión y cooperación grupal. Fue probablemente una fuente importante de carne y grasa para los primeros humanos que poblaron Europa, especialmente en invierno, cuando los recursos que ofrecían las plantas escaseaban. "Como en todos los mamíferos sociales, la acción conjunta de los miembros del grupo en favor de una estrategia trófica (alimenticia) puede ser una gran ventaja evolutiva", subraya la investigador. "A nivel energético, el balance puede ser más positivo, aunque también puede tener la desventaja de que a mayor número de individuos, mayor gasto y mayor reparto de alimentos por individuo".

El principal problema que ofrece esta época de finales del Pleistoceno inferior son la escasez de fósiles en el registro arqueológico. "Por eso las interpretaciones de distintos especialistas son a veces contradictorias", cierra Mateos Cachorro. "Las simulaciones no van a resolver el problema de forma definitiva, pero aportan nuevos elementos al debate del comportamiento de (los primeros humanos de Europa".