La Asociación de Diplomáticos: Albares decide sobre la mayoría de los puestos; no hay claridad en la selección de personal

La Asociación de Diplomáticos: "Albares decide sobre la mayoría de los puestos; no hay claridad en la selección de personal"

Política

La Asociación de Diplomáticos: "Albares decide sobre la mayoría de los puestos; no hay claridad en la selección de personal"

Alberto Virella, presidente de la entidad: "Se censura el resumen diario de prensa interno, omitiéndose cualquier crítica al Gobierno o al ministro".

"La carrera diplomática sigue regulada por una normativa que data de los años 50, del franquismo, y no se ha actualizado a pesar de los intentos desde 2014".

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Alberto Virella nació en Nazaré (Portugal) de madre portuguesa, pero a los 18 años, cuando tuvo que renunciar a una de las dos nacionalidades, se quedó con la española.

Gracias a una beca del Instituto Español de Migración, estudió Derecho e ingresó en la carrera diplomática en 1990. Ha estado destinado en las Embajadas de España en Guinea Ecuatorial, Marruecos, Paraguay, Cuba, Representación permanente de España ante las Naciones Unidas en Nueva York y Vietnam.

Además, fue embajador en Senegal entre 2015 y 2020, y el Gobierno lo nombró en misión especial para el Plan África, instrumento para coordinar la política exterior española en el área subsahariana.

Se ha dedicado sobre todo a la cooperación con los países en desarrollo, tanto en sus destinos en el exterior como en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid.

Fue director de Cooperación con África y Asia en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), donde impulsó y orientó la creación del Programa Masar de acompañamiento de los procesos de gobernabilidad democrática en el Norte de África y Oriente Próximo, así como del Programa APIA, de apoyo a las políticas públicas inclusivas en África Subsahariana.

Desde 2024 es presidente del sindicato ADE (Asociación de Diplomáticos Españoles), que agrupa al 60% de los 930 diplomáticos en activo, además también integra a personal jubilado de la carrera diplomática.

Virella aclara que puede hablar de manera crítica porque está amparado como sindicalista.

¿Cuáles son las principales reivindicaciones de la Asociación de Diplomáticos Españoles ante el Ministerio de Asuntos Exteriores?

Nos preocupa muchísimo la situación del funcionario, mal retribuido y con muchas vacantes. También la situación del personal laboral en los consulados, igualmente infrarretribuido.

Las indemnizaciones para la escolarización de los hijos de funcionarios en el exterior no se han modificado en más de 20 años y están muy por debajo de las ayudas de otros países.

Ya no tenemos ningún billete anual financiado por el Estado para que las familias de los funcionarios destinados en el exterior puedan mantener contacto con España, ya que muchos no pueden regresar durante años.

Y sería necesario facilitar el empleo remunerado de los cónyuges en el extranjero...

Son reivindicaciones que buscan adecuar la Administración exterior a los estándares internacionales y garantizar un servicio público de calidad.

Otra de las reclamaciones es la práctica de gestión de personal y asignación de puestos, ¿quién y cómo toma las decisiones en el Ministerio?

Existen prácticas de gestión de personal preocupantes, como el edadismo, pues a partir de los 55 años el conocimiento y la experiencia se convierten en una desventaja.

Además, no hay claridad ni explicación en la selección de personal para determinados cargos. La decisión final sobre la mayoría de los puestos, desde jefaturas de misión hasta subdirecciones generales, recae únicamente en el ministro, que realiza una gestión muy personal de los recursos humanos.

Observamos actitudes sorprendentes, como nombrar a un candidato para un puesto que explícitamente no desea, o ignorar los argumentos de otro sobre el puesto donde mejor podría rendir. Estas decisiones sin justificación ni respeto por los procedimientos crean un clima de desmotivación, temor y silencio entre los funcionarios.

¿Qué acciones ha emprendido ADE junto a otras fuerzas sindicales para visibilizar la situación?

Hemos optado junto a CSIF, CCOO y Fedeca por hacer públicos los problemas ante la sociedad española y agradecemos a los medios de comunicación que están sirviendo de canal para esa transmisión. Consideramos que, dado que no hay diálogo con el ministro, la visibilidad pública es la única solución.

Los cuatro sindicatos comparecimos conjuntamente en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso. La unidad en el diagnóstico y las reivindicaciones resultó abrumadora para los grupos parlamentarios.

Se aprobaron dos proposiciones impulsadas por el Partido Popular, una de ellas con el apoyo de Sumar, instando al Gobierno a tomar medidas urgentes. Destaca la exigencia de cumplir con la Ley de Acción Exterior de 2014 para elaborar el informe sobre el estado de medios y recursos del servicio exterior.

Tendremos más reuniones con grupos parlamentarios individualmente a partir de este mes para profundizar en los temas.

Siguen sin respuesta después de seis meses. ¿Cómo se percibe la comunicación interna y el trato del Ministerio hacia los sindicatos?

Desde la asunción de la nueva junta directiva en diciembre, la ADE ha solicitado reuniones con el ministro sin éxito; hemos sido recibidos por el subsecretario.

Una de las preocupaciones más graves es la censura en el resumen diario de prensa nacional e internacional que se distribuye internamente.

Bajo la actual dirección, se ha venido omitiendo cualquier información, ya sea de prensa nacional o internacional, que sea mínimamente crítica con el Gobierno o el ministro de Asuntos Exteriores, e incluso se omiten las referencias a la Asociación de Diplomáticos Españoles.

Esta censura afecta a la capacidad de los funcionarios para desempeñar sus funciones, al privarnos de una diversidad de puntos de vista y análisis relevantes.

¿Cómo influye la anticuada regulación de la carrera diplomática en el funcionamiento del Ministerio?

La carrera diplomática sigue regulada por una normativa que data de los años 50, de la época del franquismo, y que no se ha actualizado, a pesar de los intentos en 2014.

Es una normativa desfasada y no contempla una organización moderna con mecanismos de planificación, rendición de cuentas o evaluación del desempeño. Esto se traduce en una gestión de personal deficiente, donde no se aprovechan adecuadamente los recursos humanos.

A menudo, la selección y asignación de puestos de responsabilidad no se relaciona con la trayectoria o especialización de los funcionarios, e incluso se nombran diplomáticos altamente capacitados para funciones en las que no tienen experiencia.

No es una buena selección de candidatos, sino de candidatos afines a quien los selecciona. Es preocupante porque eso no tiene nada que ver con un buen servicio a la ciudadanía.

Existe la percepción de endogamia o politización en la selección de los cuerpos superiores del Estado, incluida la carrera diplomática. ¿Cree que deberían emprenderse cambios?

Una alternativa que nos preocupa es que se rebaje la exigencia de conocimientos porque eso va en detrimento de todos. La endogamia, las tradiciones familiares que se perpetúan en los cuerpos superiores, no es la realidad desde hace décadas. Eso de las castas familiares es un prejuicio y se vería si se hiciera un análisis riguroso, técnico y objetivo.

¿Qué repercusiones tiene este panorama en las nuevas generaciones de diplomáticos y en la capacidad de España para competir internacionalmente?

Las nuevas generaciones de diplomáticos, aunque ilusionadas y capacitadas, afrontan una gran preocupación: la falta de plazas suficientes en el exterior. La normativa establece que deben ser destinados fuera en un máximo de cuatro años, pero no hay puestos para todos.

Esto genera desmotivación y la rápida adaptación a una cultura de desánimo, de temor, de callarse y de extrema insatisfacción. Sus expectativas de trabajar en consulados, embajadas o representaciones exteriores, que es la razón de ser de la carrera diplomática, no se están cumpliendo.

Si la administración exterior no funciona eficazmente, con recursos y procedimientos adecuados, el conjunto de la sociedad española va a padecerlo, tanto en asuntos cotidianos -como la atención consular en el extranjero-, como en la capacidad del país para defender en el ámbito internacional sus intereses y bienestar.