Esteban González Pons, eurodiputado del PP.

Esteban González Pons, eurodiputado del PP. LINA SMITH

Política CUANDO SE LE CAE LA TOALLA

González Pons: "Lo peor del verano es que te digan cómo arreglar España al ir a orinar en la gasolinera"

"Hice un crucero y me sentí como una salchicha en su barbacoa" / "Pasé una noche en una masía abandonada grabando psicofonías" / "Hasta septiembre no quiero saber nada del procés".

10 agosto, 2021 02:48

Esteban González Pons comenzó a escribir su última novela tras ver cómo varios diputados del Congreso buscaban en el móvil a sus primeras novias. Se tituló Ellas.

La vida del eurodiputado puede parecer aburrida, entre grises como el cielo de Bruselas. Pero Pons está enamorado casi como la primera vez. Va en bicicleta y envía cartas de su puño y letra.

Antes de enrolarse en el ejército de los conservadores europeos lo fue todo en el PP valenciano y en el nacional. Le encargaban pensar. La reflexión. Una vez estuvo de moda.

Se le cayó la toalla en Alicante, cuando el servicio de habitaciones le subió el desayuno. A un primo suyo casi lo matan metiéndole un cacahuete por la oreja. Grabó psicofonías en una masía abandonada. A los diecisiete, una borrachera de mistela lo dejó seco.

¿Cuáles han sido sus chanclas más horteras?

No utilizo chanclas. Abarcas menorquinas o descalzo. El hortera lo hago en la arena ardiente de la playa cuando paso descalzo y me quemo; entonces salgo dando saltos hacia la orilla para refrescarme los pies.

¿Y el bañador que más le costó tirar?

Aún lo conservo, pese a que la goma hace ya tiempo que cedió. No sé por qué no lo tiro, supongo que me da pena. Es un bañador bermuda con palmeras y piñas que me recuerda a cuando mis hijos eran pequeños y yo era un papá payaso en la piscina. 

Un lugar en el que no volvería a veranear jamás.

Hice un crucero y no volveré más. Me sentí una salchicha en su barbacoa. La filosofía "pizza gratis 24 horas al día" no tiene nada que ver con mi idea de cruzar el Mediterráneo. Ahora que se debate cómo transportar el ganado con humanidad creo que sería tiempo de analizar en el mismo acto con qué falta de delicadeza se apilan en los barcos los cuerpos enrojecidos de los cruceristas.

El destino de veraneo que más feliz le ha hecho.

Los de mi infancia. Los pueblos de mi infancia, porque entonces se veraneaba en el pueblo. El único momento de mi vida en que he sido libre como un Tarzán de los monos. Tenía una pandilla de primos, una cabaña bajo un algarrobo, un tirachinas, una balsa de renacuajos, un perro callejero, una tapia de cementerio que saltar, una bici BH, un paquete de Piper mentolado escondido y una madre que no preguntaba por mí hasta la hora de la cena, ¿qué más se le puede pedir a la vida?

¿Qué le diría hoy a su primer ligue de verano?

Nada. Dejaría que todo volviera a no suceder como no sucedió. Prefiero la inocencia de entonces al descreimiento de ahora. Me gustó descubrir la vida por mí mismo, que no me la destriparan en un tutorial de YouTube. Y si la viera ahora, de mayor, no creo que le dijese tampoco nada, me daría vergüenza, igual que entonces. 

Su mayor locura en una playa.

Una vez me olvidé los zapatos y volví conduciendo a casa descalzo. Y no me di cuenta de que no llevaba zapatos hasta que pisé la calle en Valencia.

¿Y en la montaña?

Siendo joven pasé una noche en una masía abandonada grabando psicofonías. Y yo creo que, en lo que grabamos, no se oía más que el castañeo de nuestros propios dientes. Queríamos ser de Expediente X y quedamos para Scooby-Doo.

¿Se pondría mascarilla en una playa nudista?

Si es el plan, por supuesto, y si las normas imponen que me la ponga en boca y nariz, pues ahí también.

Lo mejor y lo peor que le ha pasado yendo de campamento.

Lo peor, que a mi primo le metieron un cacahuete en el oído mientras dormía en la tienda de campaña para hacerle una broma, y acabaron teniendo que operarlo para sacárselo del oído interno.

Lo mejor, ver estrellas fugaces en agosto y pedir deseos cuando aún se veían estrellas fugaces en agosto y se pedían deseos. Los cielos nocturnos de mi juventud también se los ha llevado el cambio climático.

El sitio más incómodo en el que se le ha caído la toalla.

En un hotel de Alicante, cuando entraba el servicio de habitaciones con el desayuno, se me soltó la toalla al salir corriendo de la ducha para abrir la puerta. Debo decir que cogí la bandeja con la misma naturalidad que si fuera vestido de etiqueta. "Que tenga usted un buen día", me dijo la camarera.

¿Es más fácil veranear siendo de derechas?

Al contrario, nos hacemos de derechas los aficionados a trabajar. Así es la vida.

Una canción del verano que todavía escuche.

Un rayo de sol [Los Diablos]. Desde que vivo en Bruselas, esa canción es todo el sol con el que puedo contar.

En el verano se compran cosas absurdas. ¿Qué compra usted?

De todo con la excusa de que se trata de recuerdos: una figura de gallo en Portugal, un palo para caminar en Asturias, una calabaza cantimplora en Santiago, un sombrero vaquero en Andalucía, una minipuerta de Alcalá en Madrid, una camisa de novio en Ibiza… En fin, podría organizar una exposición de objetos horteras e inútiles con mis recuerdos de verano.

¿Alguna vez ha comprado en el top manta?

No, jamás. Si no respetamos los derechos de autor, no habrá forma de que exista nuestra cultura. Como autor, defiendo la propiedad intelectual como el principio que sostiene la creatividad.

¿Le gusta la sangría?

Me gustan más los mojitos. Una borrachera terrible de mistela a los 17 me alejó para toda la vida de las bebidas demasiado dulces.

Lo peor del verano del político es…

Que te quieran saludar y explicarte lo que hay que hacer para que España funcione mientras orinas en el área de servicio de la autopista.

Lo mejor del verano del político es…

Pasar desapercibido en el extranjero. 

¿Alguna vez ha llegado a las manos con alguien?

No, nunca.

Qué libros va a aprovechar para terminar.

Tengo varios pendientes. El hijo del chófer, de Jordi Amat, es el primero de esa lista.

¿Va a pasar algún día con un adversario?

El mayor adversario de un político es siempre él mismo, sus pecados, sus vanidades y sus arbitrariedades. Yo vivo con mi peor adversario, que soy yo mismo.

¿De quién no quiere saber nada hasta septiembre?

Del procés.