edro Sánchez y Pablo Iglesias se abrazan tras firmar el preacuerdo para el Gobierno de coalición.

edro Sánchez y Pablo Iglesias se abrazan tras firmar el preacuerdo para el Gobierno de coalición. EFE

Política CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

La Constitución cumple 42 años asediada por primera vez desde el Gobierno

Varios expertos en Derecho Constitucional analizan el impacto de la entrada de Podemos en el Ejecutivo en vísperas del aniversario de la Carta Magna.

5 diciembre, 2020 02:34

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Este domingo se celebra el 42º aniversario de la Constitución. Un cumpleaños amargo para la Carta Magna, asediada por primera vez desde el Gobierno debido a la presencia en su seno de Unidas Podemos.

La formación de extrema izquierda es partidaria de impugnar gran parte del marco constitucional, desde la unidad de la nación española -a través de un "derecho a la autodeterminación" que no está recogido- hasta la Monarquía parlamentaria.

Aunque la formación de Pablo Iglesias ha moderado el radicalismo de algunas de sus pretensiones iniciales ("romper con el candado del 78"; "abrir un proceso constituyente"; "asaltar los cielos"...), sus ministros siguen atacando a las instituciones desde dentro. A sus constantes embates a Felipe VI, se suman sus descalificaciones a los jueces, que hicieron a los de Iglesias merecedores de una reprimenda de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial.

Además, en esta legislatura, que arrancó el pasado mes de enero, las formaciones separatistas tienen un protagonismo inaudito, debido a la debilidad parlamentaria de la coalición PSOE-Podemos y a la voluntad de Iglesias de integrar a ERC y Bildu en la "dirección de Estado". Junto a ellos, fantasea con acometer "la transición política más importante de los últimos 40 años".

Los socios con los que el Gobierno ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado más importantes de la democracia española no asistirán al gran acto de recepción oficial que se celebra en el Congreso cada 6 de diciembre. Un ejemplo paradigmático de su desprecio a la Carta Magna.

En vísperas de esta fecha tan señalada, EL ESPAÑOL recoge la opinión de varios expertos en Derecho Constitucional. ¿Está la Constitución en jaque? ¿Vamos encaminados a una reforma? ¿Sería deseable? Los catedráticos intentan arrojar luz sobre esta y otras cuestiones.

"No abrir el melón"

Roberto L. Blanco Valdés es catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela. El autor de El valor de la Constitución reivindica que no es necesaria una reforma porque nuestra Carta Magna ya "se ha ido adaptando a la realidad de una manera extraordinaria por la vía de la interpretación". También porque una modificación supondría abrir el melón para que Podemos y los separatistas "impugnaran la unidad nacional".

"Siempre que se plantea el debate sobre la reforma se habla de que la Constitución se adapta a la realidad a través de la reforma, sí, pero no sólo; se adapta también a través de las leyes de desarrollo constitucional. Aquí se han aprobado leyes que han supuesto una adaptación por la vía de la interpretación", arguye Blanco Valdés.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, sucedió con el matrimonio. Cuando se aprueba la Constitución, el constituyente está pensando en resolver el problema que existía en España entonces, que era que los hombres y las mujeres tenían en el matrimonio una desigualdad jurídica. Por tanto, el constituyente dispone en un artículo que el hombre y la mujer contraerán matrimonio en igualdad judicial. Años más tarde, por la vía de la interpretación y sin tocar el artículo, se planteó el matrimonio homosexual. Es decir, por la vía interpretativa se produjo una modificación de la realidad impresionante.

Por todo esto, el catedrático de Derecho Constitucional sostiene que ahora mismo no existe problema en España que no sea resoluble con la actual Constitución de 1978. A excepción de uno: el problema territorial.

Un problema que, según sostiene Blanco Valdés se desata con la aparición de Podemos: "Con el bipartidismo, los dos grandes partidos se apoyaban en fuerzas nacionalistas para poder gobernar cuando no había mayoría absoluta. Y así funcionó desde 1982, cuando se hunde UCD, hasta 2014".

"A partir de 2015, el sistema de partidos cambia", anuncia el profesor, que explica: "Entra a formar parte del sistema de partidos una formación de extrema izquierda que impugna el marco constitucional con toda claridad".

Carolina Bescansa, Luis Alegre, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, los fundadores de Podemos, en Vistalegre I (2014).

Carolina Bescansa, Luis Alegre, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, los fundadores de Podemos, en Vistalegre I (2014).

-¿En qué sentido lo impugna?

-En primer lugar, y esto es clave, impugna el procedimiento por el cual se elabora la Constitución: la Transición. Lo que los constitucionalistas interpretamos como un gran pacto de generosidad que cierra las heridas de la Guerra Civil y que acaba con el enfrentamiento de las dos Españas, Podemos lo interpreta como una traición de la izquierda, que se entregó a la derecha y cedió ante el pacto de silencio.

"Eso es un disparate", denuncia. Y es que nuestra democracia, que se sustenta sobre el sistema del 78, es "muy superior a la de la Segunda República que ellos defienden": "Es más democrática, con más igualdad entre sexos, más igualdad social, una mayor modernización del país... La España del 78 es infinitamente mejor en cualquier parámetro que la del 36".

-Más allá de su crítica a la Transición, ¿cuál es el contenido de la Carta Magna que impugna Podemos?

-Elementos centrales del texto constituyente. En primer lugar, la unidad nacional. No son independentistas, pero son partidarios del derecho de autodeterminación, cosa que es otro disparate porque todas las constituciones de los principales Estados del mundo se basan en el principio básico de la unidad.

Pero además, abunda el catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, también impugnan "la Monarquía, el estado autonómico -bajo el delirante pretexto de que hay que descentralizar más España- y el modelo social de la Constitución".

Por todo esto, la presencia de la formación de la extrema izquierda en el Gobierno es una mala noticia para quienes desean una reforma moderada de aspectos concretos de la Constitución -como el Título VIII-: "No hay posibilidad de reforma si el planteamiento es el que hace Podemos. No se puede abrir el melón de la reforma si Podemos, los separatistas y los herederos de Batasuna van a plantear la disolución de la unidad nacional o acabar con la economía de mercado".

"Una reforma deseable"

Raúl Canosa Usera, catedrático de Derecho Constitucional y decano en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, lamenta la decreciente popularidad de nuestra Constitución: "Es evidente que ya no goza del mismo apoyo político y social que antaño".

Y esto tiene difícil solución, ya que no ve posible el consenso necesario para una reforma: "Todos los males de la Historia de España radican en que no hemos sabido reformar las constituciones y por ello toda Constitución ha sido siempre una imposición de una mayoría sobre una minoría circunstancial".

El consenso, por desgracia, está más lejos que nunca desde el pacto de convivencia sellado en la Carta Magna: "Ahora se han puesto en entredicho muchas cosas; incluso la propia unidad territorial española, a la que se refiere el artículo 2 de la Constitución".

Al respecto, señala que si el procés catalán hubiese sido exitoso "se hubiese iniciado un proceso constituyente en Cataluña que habría dinamitado simultáneamente el Régimen del 78 y hubiera puesto en marcha un proceso constituyente en el resto de España".

Gabriel Rufián (ERC) junto a Mertxe Aizpurua y Oskar Matute (EH Bildu).

Gabriel Rufián (ERC) junto a Mertxe Aizpurua y Oskar Matute (EH Bildu). Europa Press

"Hemos estado en un riesgo de absoluta destrucción", asegura. Y abunda: "Ya se ha puesto en solfa todo: la forma misma de gobierno, la idoneidad del Estado descentralizado o la integración parcial del Consejo General del Poder Judicial".

Para salir de esta tesitura, Raúl Canosa sostiene que lo idóneo sería una reforma constitucional: "España, y así lo ha ratificado el TC, no es una democracia miliante, no excluye reformas porque no hay cláusulas de intangibilidad. Todo puede reformarse por medios pacíficos y a través de los procedimientos que el propio ordenamiento constitucional establece".

Para esa reforma, sin embargo, debe haber un acuerdo. "Y para que ese acuerdo se plasme en la Constitución debe haber un procedimiento de reforma que puede ser bloqueado por una minoría". Precisamente por eso Podemos planteó en su día un proceso constituyente: "Porque en ese proceso constituyente las minorías de bloqueo no operarían; eso sucedió en la constitución auspiciada desde el poder presidencial en Bolivia".

Antes de que llegara un proceso constituyente, sería deseable la reforma. Sin embargo, está lejos de producirse. "No hay posibilidad de acuerdos porque no hay mayorías suficientes. Parece que estamos condenados a reproducir aquello que históricamente siempre ha sucedido en España", enuncia el Catedrático.

-¿Y esto es?

-Que nunca ha habido acuerdos para reformar la Constitución y que la Constitución siguiente era la imposición de una mayoría sobre la minoría circunstancial. Ojalá no sea así, pero ese es el círculo vicioso sobre el que desafortunadamente ha transcurrido la historia constitucional española.

"Recibe ataques"

Para María del Camino Vidal Fueyo, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Burgos y Letrada del Tribunal Constitucional, la pregunta no es si la Constitución goza de buena salud, sino "si nuestros representantes políticos están hoy a la altura de las circunstancias que nos está tocando vivir".

Y es que la doctora en Derecho Constitucional considera que la Constitución "goza de buena salud" en tanto en cuanto sigue asegurando "la libertad y los derechos de todos los ciudadanos". Sin embargo, señala que "incluso un organismo sano puede verse gravemente afectado cuando recibe ataques externos".

"La Constitución los está recibiendo de quienes no respetan las más elementales reglas democráticas en las que se apoya el Estado de Derecho", se limita a expresar la catedrática, que rehúye hablar de partidos políticos concretos y apuesta por una reflexión holística.

Vidal Fueyo sí resalta que "no resulta legítimo el ataque gratuito, fuera de los cauces democráticos, al Estado de Derecho o a las instituciones" porque "quienes no estén cómodos en el marco constitucional tienen la posibilidad de instar una reforma constitucional, utilizando los mecanismos jurídicos que la propia Constitución ofrece".

-¿Sería deseable una reforma de la Constitución en la tesitura actual?

-La Constitución de 1978 es mejorable en muchos aspectos y desde hace años se debate en interesantes foros jurídicos y políticos aquellas partes de la Carta Magna que deberían someterse a reforma. Pero hablar hoy de reforma constitucional es ilusorio, pues nuestros representantes políticos son incapaces de ponerse de acuerdo para renovar el CGPJ o el Tribunal Constitucional.

Por todo ello, pese a sus carencias, la profesora cree que la Constitución ha superado "con nota" las dificultades a las que se ha enfrentado y "está demostrando que en ella se encuentran los mecanismos jurídicos necesarios para hacer frente a dificultades de muy diversa índole".

-¿Por ejemplo?

-En la Constitución estuvo el marco jurídico necesario para decretar el estado de alarma ante la crisis de la Covid-19; como también fue la Constitución, en su artículo 155, la que ofreció un instrumento extremo, pero necesario, cuando la Generalitat de Cataluña y un importante número de miembros del Parlamento de Cataluña optaron por incumplir el ordenamiento jurídico y hacer caso omiso a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.