Le rondan a Pedro Sánchez las opciones de cambiar su Consejo de Ministros, sólo cinco meses después de inaugurarlo. Las hay por motivos de aplauso y las hay por desgaste acelerado.

Que Pedro Duque o Arancha González Laya salieran del Ejecutivo sería una buena noticia, para ellos y para el prestigio de España. Aspiran a presidir la Agencia Espacial Europea y a dirigir la Organización Mundial del Comercio, respectivamente. Que lo hiciera Fernando Grande-Marlaska, por el contrario, nadie sabe si le quitaría un peso al presidente o se lo haría más insoportable.

El exjuez es hoy el pararrayos del Ejecutivo ante la investigación judicial al delegado del Gobierno por prevaricación en el fin de semana del 8-M. Y su errática gestión del asunto sólo hace que causarle problemas al presidente.

Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, sale del hemiciclo del Congreso. Efe

Marlaska está hoy señalado por la oposición, que exige su dimisión en cada ocasión en que se le pone un micrófono delante; por sus subordinados, con todas las asociaciones de la Guardia Civil recriminándole su razia en la cúpula del cuerpo; por sus excompañeros en la judicatura, que han unido como en pocas ocasiones a asociaciones progresistas y conservadoras para criticar su injerencia en el Poder Judicial; e incluso por sus compañeros del Gobierno, que sonríen en silencio recordando el mediodía de un 19 de septiembre.

"No podría dormir"

Fuentes del lado morado del Ejecutivo alejan cualquier posibilidad de apoyo público al titular de Interior y destacan que, en realidad, no es la primera vez que es un ministro socialista el que le quita el sueño al presidente. Teresa Ribera y la desescalda, María Jesús Montero desautorizada en sus anuncios de rueda de prensa, las filtraciones de Carmen Calvo sobre la ley de Libertad Sexual, el lío de José Luis Ábalos con la vicepresidenta de Venezuela...

Aquel día de precampaña en el final del verano, el candidato Pedro Sánchez justificaba la repetición electoral en que ni él "ni el 95% de los españoles podríamos dormir con un vicepresidente con ministros de Podemos". Y que su radicalidad en temas como Cataluña era el motivo que le impelía a no presentarse a una segunda votación de investidura y forzar la revisita a las urnas el 10 de noviembre. 

"La propuesta de Pablo Iglesias era inviable", dijo, porque habría "dos ejecutivos en uno". Y trataba de mostrar arrepentimiento incluso de la que él mimos había enviado al líder de Unidas Podemos -una vicepresidencia y tres ministerios- porque ahora veía que los morados son políticos con una grave "falta de experiencia".

Nunca con Marlaska

Los ministros de Unidas Podemos, liderados por el vicepresidente Iglesias, nunca han mostrado especial predilección por el exmagistrado. El propio Iglesias se lo dejó claro a Sánchez cuando se firmó el acuerdo de la coalición, haciéndole ver que sería bien recibido un relevo en Interior, ya que consideraban a Marlaska no sólo cercano a la derecha política, sino "reticente a limpiar las cloacas policiales" y, en ese sentido, hasta hostil con Unidas Podemos y sus líderes.

Sólo Pablo Echenique, portavoz parlamentario del Grupo Confederal, ha emitido un tuit en defensa de las actuaciones del ministro. Pero lo hizo en el contexto del argumento esgrimido por las fuentes oficiales del Gobierno: "La derecha ataca a Marlaska porque es el que quiere eliminar la mal llamada policía patriótica".

Echenique se hacía eco, por su parte, de un libelo publicado en el periódico del movimiento morado que sugería que el coronel Diego Pérez de los Cobos expulsa un "olor a cloaca notable" y tiene "tendencia a filtrar informes interesados para perjudicar al Gobierno" y, en concreto, a Iglesias.

Taparlo todo

Mientras, la debilidad de Marlaska sirve para amparar, por ejemplo, las palabras de Alberto Garzón sobre los supuestos "elementos reaccionarios en el Ejército". O las de Irene Montero a propósito de "la libertad para contagiar" que estarían exigiendo los manifestantes contrarios al Ejecutivo y que critican las marchas del 8-M. 

Y así, el presidente sólo puede dedicarse a parar los golpes que le llegan de todos los puntos cardinales: "El ministro tiene todo el derecho a hacer su equipo, y mi apoyo", zanjaba este domingo sobre una posible salida de Marlaska del Gobierno. Sobre los informes de la Guardia Civil que apoyan la imputación del delegado del Gobierno, Sánchez se limitaba a desear "que se hagan bien y confidencialmente", y nada más. Sobre Garzón, que "tiene mi confianza" y de Montero, que "quien vincula los contagios al feminismo" lo hace por intereses políticos.

Van dos semanas largas de polémicas a cuenta de los informes de la Guardia Civil entregados a la jueza del 51 de Instrucción de Madrid que amenazan con arrastrar al Gobierno en pleno por su tardanza en tomar decisiones en la semana del 8-M, previa al estado de alarma por el Covid-19.

El exjefe de la Comandancia en Madrid, Diego Pérez de los Cobos, saliendo de la Audiencia Nacional. Efe

La magistrada ha imputado por prevaricación administrativa al delegado del Gobierno, José Manuel Franco tras leer el trabajo de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil, al a que había encomendado el informe... por el que se interesaron Marlaska y la directora general del cuerpo, María Gámez. El coronel Pérez De los Cobos no permitió que tuvieran acceso al documento, en cumplimiento de la orden del juzgado y eso le costó su cese fulminante.

Otros casos

Y ahora, según los ministros morados, Marlaska culmina una mala gestión de una crisis en la que se metió el mismo, y aúna los dos males que les achacaba Sánchez aquel 19 de septiembre: radicalidad e inexperiencia. "¿Quién hace y deshace, quién se rectifica y da cinco versiones distintas de una misma cosa?", se preguntan en alto, mientras recuerdan con malicia las cinco explicaciones distintas que dio José Luis Ábalos en el caso Delcy Rodríguez.

Es más, incluso recuerdan desde el lado morado del Gobierno, que en el lío del aterrizaje en Barajas de la vicepresidenta venezolana sancionada, fue el mismo Marlaska el que empujó al ministro de Transportes a hacerse cargo... y que ahora es él quien ha ascendido al jefe de Aduanas del aeropuerto para tapar el hueco de De los Cobos en la Comandancia de Madrid.

El último vídeo robado a la ministra de Igualdad tampoco ayuda a que Sánchez concilie un buen sueño. La pesadilla de la imputación penal y las decenas de miles de muertos por esa presunta prevaricación se alimenta -según asociaciones de guardias civiles consultadas- por las palabras de Montero. Traicionada por la filtración de una conversación en off con una periodista de ETB, aseguró un días después de la manifestación tuviese menos afluencia de la esperada que había "pánico generalizado" y que países europeos ya habían "tomando medidas drásticas".

Un comité 'fake'

Pero desde los ministerios de Unidas Podemos recuerdan otros casos, vinculados a la pandemia, que señalan a ministros socialistas. Como el del informe de la desescalada y los expertos fake que lo elaboraron. Como reveló este periódico, la vicepresidenta cuarta fue la encargada por Sánchez para presidir un comité de desescalada a mediados de abril que elaborara un plan para la transición.

Mientras la polémica pública se centró en que el presidente no revelaba el nombre de los miembros del comité de técnicos en que basaba sus decisiones, desde Unidas Podemos recuerdan que "ese comité de desescalada en teoría lo presidía Teresa Ribera... y nunca se reunió".

De hecho, según revelan las citadas fuentes, el martes 28 de abril, el Gobierno aprobaba un documento que el mismo lunes no habían llegado siquiera a hojear algunos de los designados para elaborarlo. El texto llegó a la mesa del Consejo de Ministros una vez empezada la reunión, se terminó de elaborar en la misma reunión y abrió grietas en el seno del Ejecutivo. Inmediatamente, Sánchez remodeló los comités y Ribera fue defenestrada.

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