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Política EL FUTURO DEL PSOE

Los cinco riesgos de pucherazo que planean sobre las primarias del PSOE

El censo, los préstamos de avales, la utilización del aparato, el voto por internet y la jornada de votación.

25 febrero, 2017 02:53

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La historia tiene diferentes nombres propios, habla de pueblos distintos, pero acaba igual, independientemente de la versión. El día de las primarias a la secretaría general del PSOE, en una agrupación claramente decantada a favor de un candidato, sus afines aprovechan que el interventor del rival abandona su puesto en la mesa para comer e introducen un montón de papeletas en la urna. El resultado: una aplastante victoria del candidato que contaba con un mayor respaldo del aparato local. Un empujoncito. 

Las primarias de 2014 fueron las primeras que contaron con el voto directo y en urna de la militancia. Se trató de una innovación en el partido, al margen incluso de sus estatutos, que tuvieron que ser modificados en el congreso que se celebró ya con Pedro Sánchez como líder del PSOE. La victoria del entonces casi desconocido diputado por Madrid fue muy holgada y no hay ningún elemento concluyente que apunte a pucherazo alguno.

Esta vez, la situación interna del PSOE es de una gran tensión, mayor que la de entonces, y las reglas del proceso y la neutralidad se convierten en un elemento clave para garantizar una pelea limpia. Sánchez es ahora el azote de la Gestora, a la que ha considerado falta de legitimidad, y las decenas de plataformas creadas tras la abstención socialista en la investidura creen que el equipo que dirige Javier Fernández no es neutral. Lo consideran demasiado cercano a Susana Díaz, que en las próximas semanas presentará su candidatura a liderar el partido. 

Las bases de las primarias y el cierre del censo formarán parte de un documento que la Gestora socialista aprobará y remitirá al Comité Federal para su ratificación. Entonces, el proceso estará en marcha. Y hecha la ley, hecha la trampa. Estos son los cinco principales riesgos del proceso. Algunos podrían quedar disipados si se activan los controles necesarios. 

1. Manipulación del censo

El número global de las personas que militan en el PSOE es un misterio. La Ejecutiva no ofrece ningún dato actualizado, pese a los requerimientos constantes de los medios, incluido EL ESPAÑOL. El número total no aparece en su web sino que hay que buscarlo en informaciones periodísticas antiguas o, sobre todo, en las veces que se consultó a la militancia. La última fue en febrero de 2016, cuando Sánchez sometió a la militancia el acuerdo con Ciudadanos con el que quería ser investido presidente. 

Entonces, 189.256 militantes tenían derecho al voto. Se cuentan ahí los del PSOE, PSC y las juventudes de ambos, organizaciones de funcionamiento independiente. En 2014, fecha de las primarias que eligieron a Sánchez como líder, había 201.534. En 2012, cuando a través de delegados se eligió a Alfredo Pérez Rubalcaba, en el PSOE militaban 217.028, según fuentes de Ferraz.

Con la convocatoria formal del próximo congreso se cerrará el censo, que diversas fuentes estiman en torno a los 180.000 afiliados (a diferencia de otros partidos, en el PSOE sólo tienen esa condición los que están al corriente de las cuotas).

Las plataformas de militantes surgidas tras la abstención, algunas de ellas muy vinculadas a Sánchez, denuncian una limpieza del censo por parte de la Gestora y las federaciones que denostan al exsecretario general. El propio Sánchez y su equipo han pedido en numerosas ocasiones a sus partidarios que se afilien para poder votar. Un colectivo llegó incluso a poner en marcha una sede en la misma calle Ferraz, a poco más de 500 metros del cuartel general, para asesorar a nuevos afiliados. La diputada Zaida Cantera, que no era militante, también denunció problemas, aunque al final logró apuntarse. 

Fuentes de la Gestora y de la mayoría de federaciones rechazan cualquier problema o traba para la afiliación. Destacan además que no es fácil negar la afiliación y que depende de las agrupaciones locales, cada una de un color, no de manos negras de Ferraz. Si hubiese grandes trasvases de afiliados o purgas, se sabría, razonan. En cualquier caso, la composición del cuerpo electoral será clave si el resultado es ajustado. Cada voto cuenta. 

2. Préstamos de avales

Patxi López, en un hotel de Madrid en el que presentó detalles de su proyecto.

Patxi López, en un hotel de Madrid en el que presentó detalles de su proyecto. EFE

El equipo de Eduardo Madina nunca aportó pruebas en una denuncia formal, entre otras cosas porque no se trataba de nada prohibido, pero en 2014 sugirió que el tercer aspirante al liderazgo, José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda Socialista, logró los avales necesarios para convertirse en candidato gracias a préstamos ordenados por otra candidatura. Según esta tesis, Pérez Tapias restaba votos a Madina en el sector más izquierdista del partido y al haber tres candidatos, la victoria de Sánchez estaba cantada. 

El reglamento de congresos del PSOE indica en su artículo 11 que "para alcanzar la condición de candidato/a, un/a militante deberá reunir, como mínimo, el aval del 5% del total de militantes". Pero el militante que avale no es anónimo. Lo hace con nombre y apellidos y los candidatos y aparatos acaban sabiéndolo. Eso crea una extraña situación: un militante puede avalar a un candidato pero acabar por votar secretamente por otro. Del mismo modo, un candidato cuyo aparato recoja sobradamente los alrededor de 9.000 avales necesarios podría optar por dedicar parte del excedente a ayudar a otro candidato al que quiera favorecer y que ande escaso de apoyos. 

Aunque se da por hecho que Sánchez, Díaz y Patxi López conseguirán los avales, no habría que descartar un cuarto candidato fabricado para debilitar a alguno de los anteriores. O que para dividir el voto en un mismo espectro un candidato reciba avales prestados.

3. La utilización del aparato

La secretaria general del PSOE andaluz y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

La secretaria general del PSOE andaluz y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Emilio Naranjo Efe

Un acto de militantes, sin más, es como bautizaron sus promotores al mitin que Susana Díaz protagonizó recientemente en Madrid. Concebido como un acto en defensa del municipalismo, se sirvió de la imagen oficial del partido en un acto cuya organización se parecía mucho a los grandes encuentros oficiales. Se celebró en un pabellón utilizado por Pedro Sánchez para su puesta de largo en una de las campañas electorales, y cuyo alquiler cuesta varios miles de euros, se ofreció señal vía satélite sin coste a las televisiones para su retransmisión y contó con el favor de importantes federaciones. Aún hoy las cuentas de ese mitin son un misterio. La propia Díaz ha protagonizado varios actos por toda España, presentados como sencillos encuentros con militantes, no como precandidata, porque no ha anunciado aún su candidatura, sino como líder del partido en Andalucía o sencillamente como militante. 

Hay muchas maneras de utilizar los recursos del conjunto del partido al servicio de un candidato concreto. Desde ofrecer o denegar sedes de agrupaciones para actos de los candidatos hasta sufragar viajes a mítines, pasando por alquileres de espacios o acceso a bases de datos. 

La presión para que los dirigentes se posicionen es grande y algunos ya lo están haciendo. De momento, los que más se han significado públicamente son los que apoyan a Patxi López, pero Díaz contará con aún más cargos del partido a su disposición cuando decida dar el paso. Sánchez cuentan con alcaldes y diputados, pero no con secretarios generales regionales. Más allá de una utilización explícita de los aparatos (por ejemplo, que el partido sufrague actos de candidatos), la ascendencia de los líderes sobre los militantes puede favorecer o entorpecer la campaña de los candidatos, haciendo la carrera menos neutral. 

4. El voto por internet

Pedro Sánchez, en un acto en Zaragoza.

Pedro Sánchez, en un acto en Zaragoza. Efe

¿Podrán votar los militantes a su próximo líder a través de internet? Para las candidaturas de López y Sánchez, sería impensable que en pleno 2017, cuando es posible extremar las garantías, no fuese así. El PSOE ya puso en marcha una experiencia de votación online en 2016, con la consulta sobre el acuerdo con Ciudadanos para investir a Pedro Sánchez. 

Como explicó el sábado este periódico, la Gestora es por el momento reacia a considerar esa posibilidad, aunque no tiene la decisión tomada. Los argumentos que merece la pena considerar son varios, a favor y en contra. Sin embargo, si la decisión final se toma por motivos que no son estrictamente técnicos, podría ser para favorecer a un candidato frente a los demás. 

Hay fuentes que apuntan a que Sánchez y, en menor medida, López, quieren el voto online porque su electorado es, por una parte más joven y urbano. Pero, sobre todo, porque una parte considerable del aparato apoyará a Susana Díaz. Al servicio de la andaluza habrá muchos interventores y mucho poder local. Quien quiera votar contra ella probablemente preferirá hacerlo de forma anónima y por internet para evitar malas caras en los colegios. 

Hay quien cree que la mejor manera de garantizar el voto secreto y libre es en la urna física. ¿Cómo evitar que un secretario general vote a través de internet en su nombre y el de los miembros de su agrupación, garantizando que nadie que dice seguir su criterio lo traiciona? Por otra parte, el electorado del PSOE está muy envejecido. Aunque no hay datos oficiales, se calcula que en torno a la mitad podría tener más de 60 años y pertenece a una generación con menos contacto con las nuevas tecnologías. 

5. Interventores y jornada de votación

En la última votación de ámbito federal en el PSOE hubo 2.598 mesas electorales para permitir que votase un censo total de 189.256 militantes. Unas elecciones generales requieren un gran esfuerzo organizativo, pero es responsabilidad del Ministerio del Interior y la ley prevé una detallada composición y funcionamiento de las mesas electorales. 

En un partido con el PSOE, el esfuerzo es también considerable y supervisar que todo se lleva a cabo con exquisita neutralidad depende, sobre todo, de los interventores de los partidos. En caso de que hubiese un interventor por mesa, cada candidato necesitaría 2.598 personas de confianza que no quitaran ojo en toda la jornada a lo que ocurre en los puntos de votación. En algunos lugares donde a algún candidato le cueste garantizar la presencia de sus interventores, el riesgo de adulterar el proceso aumenta.