La ya exconsejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández, y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.

La ya exconsejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández, y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Europa Press

Andalucía

La consejera Rocío Hernández, una vasca enamorada del sol andaluz que quería acabar sus días en Indonesia

Esta gestora, con un perfil técnico e independiente, estaba consiguiendo reducir las esperas en la Atención Primaria en el SAS.

Más información: Dimite la consejera de Salud, Rocío Hernández, por los fallos del programa de cribado de cáncer de mama en Andalucía

Publicada

La doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla y especialista en Pediatría Rocío Hernández, hasta ayer consejera de Salud en la Junta de Andalucía al acabar arrollada por la crisis de los cribados del cáncer de mama, ha vivido en diversas ciudades.

Su padre era ingeniero de profesión e iba con la familia a cuestas allí donde le enviaban. Por eso, nació en Irún (Guipúzcoa) en julio de 1971, pero ha vivido en Tarragona, Algeciras, Alcobendas, Huelva e Indonesia antes de recalar la ciudad hispalense recién cumplidos los 18 años.

Hoy día es una enamorada del sol andaluz, por la energía que desprende, aunque como buena médica confiesa que utiliza la máxima protección posible. Factor 50plus, concretamente.

A su vez, sigue sintiendo pasión por Mazagón, esa playa familiar de Huelva donde pasó sus primeros años de su infancia, y también por Indonesia.

Allí precisamente supo con diez años que quería ser médico y es allí también donde le gustaría jubilarse para devolverle todo lo que le dio.

Fue por Hassan, el portero de su colegio en la urbanización donde solo vivían españoles. Hace unos meses, Rocío contó en una entrevista a EL ESPAÑOL que este joven, apenas tenía 20 años, nunca fue el mismo después de que su mujer muriera de parto con apenas 18 años.

A principios de los 80 aquello, y la visita de un hospital en Singapur, le marcó para siempre. En la isla de Sumatra, donde vivió, no había ni alcantarillado ni sanidad pública. De ahí su vocación de ayudar a la gente.

"Quizás no somos capaces de poner en valor la sanidad que tenemos hoy día. Cuando te dicen que tienes un cáncer, que el tratamiento cuesta 7.000 euros pero que a ti no te va a costar nada", aseguró en aquella entrevista el pasado mes de febrero.

También que la sanidad "tiene que estar por encima de los partidos políticos y estar blindada independientemente de quien esté en el Gobierno".

Hace 14 meses a esta doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla y especialista en Pediatría le sonó el teléfono para que resolviera las listas de espera sanitaria en Andalucía y agilizara la Atención Primaria.

Al otro hilo telefónico estaba el presidente Juanma Moreno pidiéndole que fuera su consejera de Salud. No le pudo decir que no porque Moreno quería cerrar una reestructuración de su gobierno cuando cambió a Medioambiente a la entonces consejera, Catalina García.

Esta había sido segunda del primer consejero del ramo, Jesús Aguirre, ese médico de pueblo con cara de bonachón que te pregunta por tu padre en la consulta y se remangó para luchar contra la Covid-19.

Un perfil técnico

Ahora Juanma Moreno buscaba otra cosa y Rocío era todo lo contrario, un perfil técnico e independiente, ajeno a las estructuras de partido que, contra todo pronóstico, ha acabado arrollada por la crisis del cribado de cáncer de mama porque sus objetivos los estaba consiguiendo.

De ella han dicho amigos y enemigos que es fría. Ella es consciente de esta cuestión. Pero no le molesta.

Lo ha dicho muchas veces, en público y privado. Sin embargo, en esta ocasión sí que le ha podido pasar factura tras el cara a cara que mantuvo hace unos días con mujeres cuyos diagnósticos "no concluyentes" no les había sido comunicados.

El sistema lo estipulaba así, pero no la tardanza de casi dos años que se han dado en algunos casos.

Reacia a verse como política -parece sentirse más cómoda como gestora-, ha estado al frente de una de las mayores plantillas sanitarias de Europa y una red que asiste a 8,5 millones de personas.

Siempre ha defendido la visión humanista de la Medicina que da la vocación, cuestión que, entiende debería ser criterio de acceso a las facultades.

Y que es la razón, señala, de que quienes dirigen hospitales sean médicos y no economistas. "Es más fácil que un médico aprenda Economía a que un economista aprenda Medicina", aseguró en esa entrevista.

En cualquier caso, aunque es la primera consejera dimitida en medio de una crisis política -el que fuera el primer consejero de Hacienda, Alberto García Varela, lo hizo por un problema de salud- es cierto que estaba consiguiendo darle la vuelta a la situación compleja con la que se encontró.

Es decir, había conseguido adelgazar las listas de espera y reducir los días desde que una madre pedía cita con un pediatra en el centro de salud hasta que se la daba el SAS.

Sin embargo, la grave situación que ha desatado los fallos en el cribado del cáncer han precipitado su abrupta salida de la política, en la que realmente nunca pensó entrar.