Moulay Hassan y Mohamed VI durante la firma de los acuerdo bilaterales entre España y Marruecos en 2019.

Moulay Hassan y Mohamed VI durante la firma de los acuerdo bilaterales entre España y Marruecos en 2019. Gtres

España CRISIS CON MARRUECOS

La cita entre Sánchez y Mohamed VI sigue sin fecha: "No queremos cerrar la crisis en falso"

El Gobierno español no hace de mediador en el conflicto entre Marruecos y Argelia porque ninguna de las dos partes lo ha pedido.

12 enero, 2022 06:04

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El conflicto diplomático entre España y Marruecos permanece enquistado desde que, el pasado mes de abril, el Gobierno de Pedro Sánchez decidiera acoger en secreto al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para que fuera tratado de coronavirus en un hospital de Logroño.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha indicado a EL ESPAÑOL que por el momento no hay fecha para que el presidente Pedro Sánchez y el Rey Mohamed VI puedan escenificar la reconciliación entre ambos países, en un encuentro bilateral.

"No queremos cerrar la crisis en falso, como ha ocurrido en anteriores ocasiones", ha añadido Albares. El Gobierno español es consciente de que las relaciones con Marruecos son esenciales en aspectos como la lucha contra la inmigración ilegal y el terrorismo yihadista.

Pero no quiere precipitar los acontecimientos hasta constatar que se ha vencido por completo la desconfianza que provocó el episodio protagonizado por Gali, a raíz del cual un juez de Zaragoza ha imputado a la exministra de Exteriores Arancha González Laya.

Sin embajador en Madrid

Tampoco llega el primer gesto de deshielo que permitiría normalizar las relaciones entre ambos países: en medio de una creciente tensión, Rabat llamó a consultas el pasado mes de agosto a su embajadora en Madrid, Karima Benyaich. Desde entonces, la sede diplomática permanece vacante y Marruecos no ha vuelto a nombrar a un representante en Madrid.

El ministro José Manuel Albares ha señalado a EL ESPAÑOL que, por el momento, el Gobierno no ha podido desempeñar un papel de mediador en el conflicto abierto entre Marruecos y Argelia, algo que sólo sería posible "si nos lo pide una de las dos partes".

Argelia anunció el pasado mes de agosto que rompía sus relaciones con Marruecos, en medio de la disputa fronteriza entre ambos países por los territorios del Sáhara Occidental. España ya ha empezado a pagar las consecuencias de esta ruptura.

Dos meses después, Argel decidió cerrar el gasoducto Magreb-Europa, que recorre 600 kilómetros bajo suelo marroquí para conducir el gas hasta Europa. El Gobierno español se ha visto obligado a buscar alternativas para acceder al gas argelino, en medio de la mayor crisis energética de las últimas décadas.

Argel cierra el gasoducto

Tras reunirse con su homólogo argelino, Mohamed Arkab, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció el pasado mes de octubre que, si es preciso, España fletará barcos para transportar el gas desde Argelia.

En su informe de previsiones para 2022, el Real Instituto Elcano ha advertido esta semana que "el riesgo de escalada entre Argelia y Marruecos es real" desde su ruptura de relaciones, en agosto. "No se debe descartar un enfrentamiento armado directo o con la implicación del Frente Polisario", añade el informe, lo cual podría "incendiar el norte de África, desestabilizando sus vecindarios mediterráneo y saheliano".

Dados sus vínculos históricos con ambos países, España podría desempeñar un papel determinante para intentar restablecer las relaciones entre Marruecos y Argelia. Pero como indica el ministro José Manuel Albares, esta mediación sólo será posible si la pide una de las dos partes, algo que hasta ahora no ha ocurrido.

El régimen de Rabat cree que España no es un árbitro imparcial en este conflicto, dadas las excelentes relaciones del Gobierno de Pedro Sánchez con Argelia y con el Frente Polisario que mantiene sus reivindicaciones de soberanía sobre parte del Sáhara Occidental.

Biden apoya a Mohamed VI

Mohamed VI se ha blindado frente a las pretensiones de Argelia, convirtiéndose en un aliado estratégico de EEUU. 

Poco antes de abandonar la Casa Blanca, Donald Trump anunció la intención de EEUU de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental como fórmula para recuperar la estabilidad en la región.

La contrapartida fue que Rabat restableciera sus relaciones con Israel, como habían hecho antes Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán. Trump logró así durante su mandato romper el aislamiento de Israel en Oriente Medio y resquebrajar la unidad de los países árabes. 

Desde entonces, la Administración de Joe Biden ha multiplicado los gestos de complicidad con Marruecos, también en el terreno militar, con la realización de maniobras conjuntas y la venta de armamento. Con este respaldo, Mohamed VI no parece temer el conflicto con Argelia, del mismo modo que no tiene prisas por normalizar su relación con España.

Desde el islote Perejil

Las crisis migratorias sobre las islas Canarias, Ceuta y Melilla han sido con frecuencia el mejor termómetro para medir la tensión entre España y Marruecos. Así ocurrió el pasado mes de mayo, cuando el régimen de Mohamed VI abrió la verja y provocó una avalancha de cerca de 10.000 personas en Ceuta en 24 horas, como represalia por la entrada de Gali en España.

Entre ellos, varios cientos de menores que acudieron engañados: se les dijo que Cristiano Ronaldo iba a disputar un partido de fútbol, de entrada libre, en la ciudad autónoma.

Desde entonces, más de 800 menores marroquíes permanecen en Ceuta y los tribunales han bloqueado el intento del ministro Fernando Grande-Marlaska de devolverlos a su país.

Todo ello ha provocado que las relaciones entre España y Marruecos atraviesen su peor momento, desde la invasión del islote Perejil, en 2002, bajo la Presidencia de José María Aznar.