Casi al mismo tiempo que en la Asamblea General de la ONU se despreciaba el multilateralismo, en Madrid se ponía en valor por parte de diversas agencias de Naciones Unidas.

En Nueva York, el presidente Donald Trump atacaba a las instituciones internacionales. En la capital española, muchas de ellas mostraban y defendían su acción en la cuarta edición del Observatorio de los ODS, celebrada en CaixaForum.

Organizado por EL ESPAÑOL, ENCLAVE ODS e Invertia, comenzaba su periplo de tres días con un grito de llamada de atención de Cruz Sánchez de Lara. La vicepresidenta de EL ESPAÑOL recordaba esa vergonzosa cifra de 114 millones de personas refugiadas y desplazadas forzosas en el mundo. "La cifra más alta jamás registrada", apostilló.

Siendo su queja importante, conviene reseñar la defensa del multilateralismo de las dos conversaciones de apertura del Observatorio. Tanto el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) como la europarlamentaria Leire Pajín ensalzaron su valiosa acción frente al desprecio que horas después mostraría Trump hacia el mismo.

Mariano Jabonero, secretario general de la OEI evidenció que "la capacidad de cohesión interna es muy fuerte ante una situación como esta", refiriéndose a las guerras y crisis climáticas en las que vivimos inmersos.

Jabonero insistió en la necesidad de cumplir con el objetivo número 17, el de las alianzas, pues sin él es imposible llegar a las metas de los dieciséis restantes. En realidad, alianza fue la palabra más escuchada a lo largo de los tres días del foro.

También la pronunció Leire Pajín, presidenta de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS). En su intervención expresó que "lo primero que tenemos que aprender es la necesidad de hacer seguir haciendo consciente a la ciudadanía de que el cambio climático no es algo que está por venir, sino que estamos viviendo hoy en día en nuestras propias carnes".

Pocas horas después, a 5.700 kilómetros de distancia aérea, el negacionismo climático y las proclamaciones nacionalistas se adueñaban de un discurso impropio de un mandatario. Trump afirmaba que el cambio climático es "el mayor engaño jamás perpetrado al mundo" y advertía del fracaso de los países que adoptan energías verdes.

Justamente, inmediatamente antes de salir rumbo a la Asamblea de Naciones Unidas, Jabonero era concluyente frente a lo que debe ser la próxima COP que se celebrará en Brasil en noviembre: "Los indicadores de Bakú se tienen que aprobar formalmente. Esa es la gran oportunidad de Belém y puede marcar un antes y un después".

Se refería, entre otros, a esos indicadores que hablan de financiación para facilitar la adaptación sostenible y las energías verdes frente a la crisis climática, precisamente en los países en desarrollo.

Hablamos del año 2030 y es escalofriante pensar que está a la vuelta de la esquina y que no llegamos al cumplimiento de la agenda. No es momento para lamentaciones. Lo es de rematar la acción y acciones.

Y como se escuchó continuamente en el Observatorio, no es cuestión solo de Gobiernos. Lo es de instituciones, empresas y ciudadanos en una labor común. Pero con esperanza, última palabra que pronunció Leyre Pajín.

La ilusión es imprescindible. Vivir de promesas no es la fórmula. Y no será posible el éxito en la agenda a través de ellas. A lo largo del Observatorio quedó clara la acción de compañías nacionales e internacionales cuya estrategia gira en torno a la transformación sostenible.

Y se reconoció. De hecho, una de ellas fue ganadora de los I Premios de Sostenibilidad ENCLAVE ODS. L'Oréal se alzó con el reconocimiento en la categoría de empresa. Con él se ponía en valor sus compromisos públicos que incluyen la reducción y neutralidad de emisiones y reciclaje total de sus envases en este 2025.

Los premios (una exclusiva estatuilla personalizada de José de Pazos) distinguieron también la acción de una persona, en la de Francesca Thyssen-Bornemisza, presidenta de la fundación TBA21. Se destacó su labor en la protección de los océanos, con proyectos como Ocean Space, en Venecia. Pero también sus exposiciones internacionales que suman la colaboración entre artistas y científicos.

El premio a la Institución recayó en la Unidad Militar de Emergencias (UME), por su labor demostrada a lo largo de sus veinte años de historia. Pero especialmente por su trabajo conmovedor en los últimos meses, en los que se ha comprobado su compromiso con la protección de nuestro país.

El jefe de la Unidad Militar de Emergencias, el general Javier Marcos, recogió el galardón y puso en pie al auditorio con un discurso que centró en la vocación de servicio público. "Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa, sino lo que ama". Y lo que aman sus soldados es "servir". Y hacerlo a "fondo perdido, sin límites, sin cálculos, sin horarios, sin reservas".

La contundencia de esas frases podría haber sido el colofón del Observatorio. No fue así. Siguió un día más, que, como ocurrió durante todas las jornadas, fue un repaso al impacto de los ODS en las personas, el planeta y la acción empresarial.

Acabó con un maravilloso discurso de la presidenta del Tribunal de Cuentas, Enriqueta Chicano, que evidenció la necesidad de pasar del compromiso simbólico a la acción.

Chicano centró sus palabras en la igualdad como eje transversal. Y es muy importante que eligiera ese objetivo número 5, porque renunciar o descuidar la igualdad es renunciar a la mitad del talento social. Habló de la necesidad de garantizar esa igualdad "porque a veces la desigualdad es silenciosa".

Puso el acento en el imperativo de organismos, como es el caso del tribunal que preside, que ayuden a medir y a corregir, para que no sea una retórica, sino una realidad. Y advirtió algo que muchas veces se ha dicho y es que las realidades alcanzadas no son irreversibles. Por ello, pidió vigilancia activa, esa que a veces puede incluso ser incómoda. Y concluyó: "No hay progreso sin incomodidad".