Hace unos años, supe que en Suiza existía esta figura de detective de la basura y en cierta medida me escandalicé. Qué mal gusto delatar al vecino que no reciclaba en condiciones. Cómo era posible que los vecinos se convirtieran en chivatos… Sin embargo, desde que hace algo más de un año vivo en el centro de Madrid, confieso lo inconfesable: añoro esa figura.

Cierto es que en esa mi zona, lo de los cubos diferenciados se acerca más al concepto quimera que a otra cosa y, además, no es que se encuentren en todas las esquinas. Hay que moverse varias calles acarreando las bolsas del plástico, las del papel o las del vidrio… Cómodo no es. Y se nota en los residuos que se depositan.

Desde luego, en lo que respecta a los correspondientes a mi portal, y en los de otras comunidades, la correcta discriminación excremental brilla por su ausencia. Se juntan las churras con las merinas. Y muchas veces, muchas, añoro esa figura del detective que pudiera detectar la infracción, localizar al infractor y multarlo. Porque no parece que las campañas a la española hagan el efecto deseable.

A veces he pensado si el daltonismo tendrá que ver con la zona y si fuera esa la razón por la que la diferenciación de los cubos por colores se va al garete. Me río yo sola de pensarlo. Me río con la travesura del chivatazo. Y no me río con el jaleo de los residuos que en la mente y la acción de la vecindad parece eso, una acción residual, cero importante, en ese mandar el balón al tejado ajeno para que se apañe.

El conocimiento del tratamiento de residuos es básico. Hasta el punto de que hace unas semanas la asociación Women Action Sustainability (WAS) presentó la Guía de Envases y Residuos de Envases destinada a Pymes, elaborada por la Comisión Regulatoria de WAS con la colaboración de Ecoembes, Ecovidrio, Sigre e ILUNION.

¿Para qué? Para ayudar a las casi tres millones de pequeñas y medianas empresas que hay en el país en el cumplimiento del nuevo decreto de envases y residuos publicado a finales de 2023.

La norma establece una clara jerarquía de residuos, impulsa la prevención de la generación de residuos de envases, la reutilización, el reciclado de calidad, así como la utilización de materiales procedentes del reciclaje para la creación de envases. Ni más ni menos que esa circularidad tan importante y necesaria cuando hablamos de este asunto.

Con el añadido de que en los envases y desde 2025 deberá señalarse en qué contenedor ha de depositarse… Por si siguen las dudas. Ahí te espero, vecina; ahí te espero, vecino.

En la guía queda claro qué es y qué no un envase, cuál es su destino, sus condiciones para considerarse como tal, así como las responsabilidades de los productores en función de los productos que creen. Y cuál fue mi sorpresa al enterarme, por ejemplo, de que a efectos del cumplimiento del Real Decreto señalado, las cápsulas de café son envases si quedan vacías tras su uso, pero no si están llenas. Y, así, sorpresas varias.

Cuento esto del café porque últimamente su palabra asociada a residuo ha llegado varias veces a mi vida. Fue muy especial descubrir el legado del desecho de café hecho moda.

Hablo de legado y no uso la palabra en vano, ya que una cosa es utilizar el reciclado de manera casual o como obra de un solo uso, y otra muy diferente que ese reciclaje se convierta en un hecho transformador, con la trascendencia que produce un cambio radical de usos y costumbres.

Lo que ha conseguido Pablo Erroz, diseñador mallorquín, afincado en Barcelona, tiene la trascendencia que me lleva a hablar de legado. Así lo presentó, o así al menos lo acogí yo, en la última edición de la pasarela madrileña Mercedes Benz Fashion Week Madrid en la que el café, la borra del café, el residuo del café estaba presente en varios elementos de su colección. Siendo importantes los accesorios construidos con ese material como elemental, lo realmente importante radicaba en algo tan pequeño aparentemente y tan importante en la moda como son los botones.

El botón es una de esas pesadillas que quita el sueño al mundo de la moda consciente. Pablo Erroz pertenece a ese núcleo, y lo practica. Por eso, hace ya tiempo que decidió no presentar más que una colección al año, pues para él es más que artificial la creación de dos temporadas, porque no necesitamos poner en circulación más ropa y porque el cambio climático no es una quimera.

Al mismo tiempo, su moda no entiende ni de sexo ni de edades, hasta el punto de que en ese último desfile la primera salida corrió a cargo de un influencer de 92 años, @thespanishking_, que además se mantuvo en la pasarela actuando como DJ con una de sus nietas… y bailándoselo todo.

A Pablo le cambió —o, mejor dicho— amplió sus miras un viaje a Quindío, en Colombia, uno de sus 32 departamentos precisamente perteneciente al llamado eje del café. Y el hecho de que topara con la empresa Hecho en café significó ese momento de transformación que podría marcar una nueva deriva en los apliques de moda: los botones.

No solo de café bebía su última colección; había tejidos procedentes de la piña o de la palma. Pero los botones realizados con la borra podrían solucionar una situación compleja: a partir de su trabajo, el architilizado botón de plástico podría ser de café, eso sí, sin olor ni sabor a café. Y ello solo puede ser el comienzo de un viaje interminable.