Carlos de Prada, director de Hogar sin Tóxicos y autor del libro ‘Cómo comer sano en un mundo tóxico’ (Ediciones i).

Carlos de Prada, director de Hogar sin Tóxicos y autor del libro ‘Cómo comer sano en un mundo tóxico’ (Ediciones i). Cedida

Referentes

Carlos de Prada, divulgador científico, sobre los tóxicos en los alimentos: "Los vegetarianos se exponen más a los pesticidas"

En su última publicación, el experto analiza el impacto invisible de los residuos químicos en la dieta y ofrece las claves para reducirlos. 

Más información: Ana Morales, psicóloga, sobre el papel de la comida en el duelo migratorio: "Recurrimos a ella para acallar las emociones"

Publicada

Tras las cenas (y comidas) de Nochebuena y Navidad, muchas mesas quedan cubiertas de restos de turrón, frutas y platos aparentemente ligeros que llegan como contrapunto a los excesos de carne, alcohol y dulces.

En ese intento de 'compensar', no son pocas las personas que optan por menús más vegetales, ensaladas, frutas o alternativas vegetarianas. Sin embargo, según advierte Carlos de Prada, divulgador científico y director de Hogar sin Tóxicos, ese gesto bienintencionado no siempre implica una menor exposición a sustancias nocivas.

"Hay estudios científicos que muestran que los vegetarianos pueden tener una mayor exposición a pesticidas sintéticos si los vegetales que consumen no son ecológicos", señala.

La afirmación forma parte del análisis que De Prada desarrolla en su nuevo libro, Cómo comer sano en un mundo tóxico (Ediciones i, 2025), una obra de más de 700 páginas que recopila y traduce al lenguaje divulgativo cientos de estudios científicos sobre la contaminación química de los alimentos.

Su tesis central es clara: no es posible una dieta realmente saludable sin reducir la exposición a sustancias tóxicas, un aspecto que sigue siendo el gran ángulo ciego cuando se habla de alimentación sana, también —y especialmente— en Navidad.

Los tóxicos

"La mayoría de conversaciones sobre comer bien se centran en calorías, azúcar o grasas, pero muy pocas personas piensan en los tóxicos alimentarios", explica De Prada.

"Los alimentos actuales no tienen exactamente el mismo contenido químico que los de hace 100 o 200 años. Hoy pueden contener sustancias que antes no existían y que han sido asociadas, incluso a bajas concentraciones, a incrementos del riesgo de ciertos problemas de salud".

En las comidas navideñas, esta realidad se traduce en una exposición múltiple y poco visible. Las frutas y verduras no ecológicas pueden contener residuos de pesticidas, al igual que algunas grasas animales pueden acumular contaminantes orgánicos persistentes, y los envases, latas y plásticos pueden liberar sustancias alteradoras hormonales. 

Un grupo de personas comiendo.

Un grupo de personas comiendo. Pexels

Además, los ultraprocesados, muy presentes en aperitivos y dulces, incorporan aditivos que incrementan la carga química de la dieta. En cualquier caso, De Prada matiza que "no se trata de alarmarse en exceso, pero sí de aplicar un principio de precaución". 

Y es que su impacto no es menor, especialmente en la infancia. Informes de la Endocrine Society alertan de que la exposición prenatal a pesticidas organofosforados podría estar relacionada con pérdidas significativas de coeficiente intelectual en niños europeos. Porque, como recuerda De Prada, "las primeras etapas de la vida son especialmente vulnerables".

Efecto cóctel

Uno de los conceptos clave que aborda el libro es el llamado "efecto cóctel", especialmente relevante en estas fechas, cuando se encadenan comidas copiosas durante varios días.

"Las autoridades evalúan el riesgo de cada sustancia por separado, como si nos expusiéramos a una sola. Pero en la vida real nos exponemos a mezclas complejas y simultáneas", explica. "En una sola pieza de fruta puede haber varios pesticidas, y en una comida navideña podemos reunir un cóctel de sustancias cuyo efecto conjunto no ha sido evaluado".

La cuestión es que una dieta percibida como saludable no siempre lo es desde el punto de vista químico. El caso de los vegetarianos es paradigmático. "El simple hecho de no consumir carne no garantiza una menor exposición a tóxicos", señala De Prada.

"Si los vegetales no son ecológicos, la exposición a pesticidas puede ser incluso mayor". Algo similar ocurre con la dieta mediterránea. Aunque ampliamente reconocida por sus beneficios, puede ser aún más saludable si los alimentos que la componen son ecológicos en la mayor medida posible.

La regulación tampoco ofrece certezas absolutas. "Lo legal y lo seguro no siempre coinciden", advierte el divulgador. Los límites máximos de residuos se establecen sustancia por sustancia, sin tener en cuenta ni el efecto combinado ni la exposición crónica a largo plazo.

Por eso, una parte importante del libro está dedicada a explicar cómo reducir la exposición desde el ámbito individual, sin caer en la obsesión.

Entre las recomendaciones prácticas que cobran especial sentido en Navidad se encuentran priorizar alimentos frescos frente a ultraprocesados, reducir el uso de plásticos en contacto con comida caliente, evitar ciertos utensilios antiadherentes y, cuando sea posible, optar por productos ecológicos certificados.

"Con una dieta ecológica se reduce extraordinariamente y en pocos días la exposición a residuos de pesticidas", afirma, apoyándose en investigaciones recientes.

El precio sigue siendo una de las principales barreras para muchas familias, pero el autor insiste en que no todo pasa por gastar más. "A veces no se puede comprar todo ecológico, pero sí una parte. Y en otros casos no es una cuestión de dinero, sino de cambiar hábitos", concluye.