Jane Goodall dando una charla en Alemania en 2019.

Jane Goodall dando una charla en Alemania en 2019. Gtres

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Jane Goodall, la voz que transformó la primatología al derribar fronteras entre los humanos y los grandes simios

La investigadora ha fallecido a los 91 años en California y deja tras de sí un legado inspirador que trasciende los tiempos.

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Jane Goodall ha muerto. Este nombre no necesita presentaciones. Se trata de nada más y nada menos que de una de las grandes etólogas de todos los tiempos. Además, su perfil ha destacado a lo largo de los años por su compromiso con el activismo ecologista y medioambiental. Por otro lado, también fue Mensajera de Paz de la ONU.

Desde su infancia, la británica mostró una gran fascinación por el mundo animal, que la coparía profesionalmente durante décadas. No obstante, no sería hasta los 23 años cuando la experta viajó a Kenia y consiguió trabajar con el antropólogo Louis Leakey.

Aunque la posición que ocupó entonces fue la de secretaria, su jefe logró ver en ella una pasión que desembocó en el primer estudio de campo prolongado en chimpancés salvajes.

Sin embargo, su gran oportunidad llegaría en 1960, cuando, tal y como reflejan en la institución que lleva su nombre en España, desembarcó en Gombe. Entonces, sus investigaciones pioneras removieron los cimientos de lo que se conocía.

La raíz

Valerie Jane Morris-Goodall nació en Londres el 3 de abril de 1934. Creció en Bournemouth, en la costa sur de Inglaterra, en el seno de una familia integrada por su madre, la escritora Margaret Myfanwe Joseph, conocida como Vanne, y su padre, Mortimer Herbert Morris-Goodall, ingeniero y piloto de automovilismo. Desde temprana edad mostró un interés por los animales

Su madre apoyó de forma decisiva sus inclinaciones científicas. Acompañó a su hija en la expedición inicial a África en 1960, cuando comenzaba el estudio que la llevaría a la fama mundial.

Antes de dedicarse a la investigación, estudió secretariado en Londres y desempeñó diversos trabajos. En 1956, tras recibir la invitación de una amiga cuya familia residía en Kenia, decidió viajar a África. Ese viaje sería el punto de partida de una carrera científica inusual.

La científica Jane Goodall durante una presentación.

La científica Jane Goodall durante una presentación. Gtres

En Nairobi conoció al paleoantropólogo Louis Leakey, quien se convirtió en su mentor. El científico buscaba personas dispuestas a estudiar el comportamiento de primates en libertad y consideró que la intuición y el interés naturalista de Goodall la convertían en la candidata idónea para ello.

El 14 de julio de 1960, acompañada de su madre, se instaló en el área del río Gombe, a orillas del lago Tanganica, en la actual Tanzania. Allí comenzó un trabajo de observación directa de chimpancés en estado salvaje que se prolongaría durante décadas.

Su investigación tuvo un impacto inmediato en la comunidad científica. Tres meses después de su llegada, observó al macho adulto conocido como David Greybeard introducir una rama en un termitero para extraer insectos, un comportamiento hasta entonces considerado exclusivo de los seres humanos.

"Ahora debemos redefinir el término 'herramienta', redefinir 'hombre' o aceptar a los chimpancés como humanos", comentó Leakey tras conocer el hallazgo.

Revolución 

Este nuevo enfoque supuso una ruptura con la ortodoxia científica de mediados del siglo XX. Frente al uso habitual de números para identificar a los animales, decidió darles nombres y reconocer sus diferencias de personalidad.

Documentó comportamientos sociales complejos, rituales de apareamiento, vínculos maternos duraderos y formas de cooperación y conflicto que acercaban a los chimpancés al universo humano.

Su trabajo demostró que estos simios no solo fabricaban y utilizaban herramientas, sino que también cazaban, comían carne y libraban conflictos organizados que podían asemejarse a 'guerras'. Además, describió la importancia de las madres en la transmisión de habilidades y en la organización social de las comunidades de primates.

En 1965, la Universidad de Cambridge le otorgó el doctorado en Etología, pese a que no contaba con un título universitario previo, una circunstancia excepcional que reflejaba la relevancia de sus aportaciones.

Difusión y reconocimiento 

Goodall entendió pronto la importancia de la comunicación para divulgar sus descubrimientos. En 1963 publicó un extenso reportaje en National Geographic acompañado de fotografías del naturalista Hugo van Lawick, con quien más tarde contrajo matrimonio. El artículo tuvo gran repercusión internacional y consolidó su imagen como investigadora y narradora de su propia experiencia.

En 1965, la cadena CBS emitió en horario de máxima audiencia el documental Miss Goodall and the World of Chimpanzees, lo que la convirtió en un rostro conocido fuera de los círculos científicos.

Jane Goodall durante un encuentro en Madrid.

Jane Goodall durante un encuentro en Madrid. Gtres

A lo largo de las décadas siguientes protagonizó diferentes piezas y programas de televisión que acercaron al público general las vidas de los chimpancés de Gombe.

Escribió más de 30 libros, entre ellos In the Shadow of Man (1971), Through a Window (1990) y The Book of Hope (2021). 15 de sus obras estuvieron dirigidas al público infantil y juvenil.

Activismo y conservación

A partir de la década de 1970, la británica redujo el tiempo de observación directa en Gombe para dedicarse a la defensa de los simios y de su hábitat.

En 1977 fundó el Jane Goodall Institute, que con el tiempo se expandió a más de 35 países y se convirtió en una de las principales organizaciones de investigación y conservación del mundo.

En 1991 impulsó el programa educativo Roots & Shoots, dirigido a jóvenes y activo en más de 120 países, con el objetivo de promover valores de respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente.

Además, denunció la captura de chimpancés para zoos y laboratorios, y viajó durante años por los cinco continentes —en ocasiones hasta 300 días anuales— para impartir conferencias y reunirse con comunidades locales, políticos y estudiantes.

Su trayectoria fue reconocida con numerosos premios y distinciones. En 2003 recibió el título de Dama del Imperio Británico de manos de la reina Isabel II. En 1995 fue galardonada con la Medalla Hubbard de la National Geographic Society. En 2002 fue designada Mensajera de la Paz por las Naciones Unidas.

En España obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2003 y el Premio Internacional Cataluña en 2015. En 2021 recibió el Premio Templeton, y en enero de 2025 el presidente estadounidense Joe Biden le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.

Un legado perdurable

Jane Goodall dedicó más de seis décadas a mostrar al mundo la complejidad de la vida de los chimpancés y la necesidad de proteger el entorno natural.

Sus hallazgos científicos cambiaron la manera de entender a los animales, y su activismo inspiró a generaciones de jóvenes y profesionales a seguir sus pasos en la conservación.

Su influencia trascendió el ámbito académico y científico. Se convirtió en un referente cultural y en un símbolo del compromiso con la naturaleza.

Jane Goodall durante una de sus expediciones.

Jane Goodall durante una de sus expediciones. Gtres

En 2022, la empresa Mattel lanzó una muñeca Barbie inspirada en ella dentro de la serie Inspiring Women, fabricada con plástico reciclado y presentada con atuendo de exploradora, en homenaje a su trayectoria.

En una entrevista con CBS News, Goodall resumió el impacto de su vida en la inspiración de otros: "Desde que las niñas comenzaron a leer sobre mi vida y mi carrera con los chimpancés, muchas de ellas me dijeron que decidieron dedicarse a la conservación o al estudio del comportamiento animal por mí".

Con su muerte desaparece una de las figuras más influyentes de la ciencia y la conservación del siglo XX y principios del XXI. Su trabajo en Gombe transformó el conocimiento sobre los primates y cuestionó las fronteras entre los seres humanos y otros animales.

A través de su instituto, de sus programas educativos y de su incansable labor divulgadora, deja un legado que seguirá activo en múltiples países.

Su nombre quedará asociado a la primatología, a la defensa de los derechos de los animales y al esfuerzo global por proteger la biodiversidad del planeta.