Carme Pinós, en la inauguración de su primera bodega.

Carme Pinós, en la inauguración de su primera bodega. Cedida

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La Premio Nacional Carme Pinós inaugura su primera bodega: "La sostenibilidad es de sentido común"

Entrevistamos a la arquitecta española, una de las voces internacionales más comprometidas con el respeto al paisaje y la sutileza del factor humano.

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Se llega a las bodegas de La Horra entre viñas viejas y caminos de arcilla cubiertos de cantuesos, mejoranas y jaras. La singular edificación que hoy visitamos es apenas visible en una loma, bajo una encina centenaria, una mesa de piedra y una impresionante vista de la ribera burgalesa.

Cuando se trata de Carme Pinós (Barcelona, 1954) no debemos esperar ningún gesto de espectacularidad sin sentido, y por eso lo que nos encontramos es un jardín aún incipiente de plantas autóctonas y aromáticas sobre la cubierta de la bodega, esculturas integradas en el paisaje que esconden lucernarios y respiraciones de un edificio enterrado para una mayor eficiencia energética.

Luego, siguiendo el recorrido natural descendente del paisaje, se llega a una línea de visión hacia los viñedos, "la auténtica bodega", tal y como explica la propia Pinós, con una fachada ondulante, una gran teja que se lanza hacia las vistas y unas salas destinadas a los procesos de elaboración del vino.

La arquitecta del diseño "no invasivo" entiende sus creaciones como "máquinas perfectas", pero con una intensidad emocional reconocible, en este caso, con el objetivo de integrarse y capturar el paisaje en cada botella de los caldos de Corimbo, creando así una forma sutil de memoria.

"Es lindo ver cómo las personas que trabajan en el mundo del vino son tan entusiastas, ¿verdad?", comenta mientras se sienta bajo un enorme círculo de luz que no es sino una lámpara natural de sol filtrado sobre una de las salas.

Conversamos con la única española actual con el Premio Nacional de Arquitectura en solitario, una de las voces más importantes de esta época.

¿Este edificio está diseñado para ser tomado por la naturaleza?

En efecto, no estará acabado hasta que la naturaleza haya llegado [responde con un gesto de letra mayúscula].

En su opinión, ¿todos los edificios deberían terminarlos las personas y la naturaleza?

Lo que creo es que un edificio no lo podemos pensar como algo aislado de donde se ubica. Un edificio en el territorio está construyendo paisaje y un edificio en un casco urbano está haciendo ciudad.

Con la arquitectura llega la repercusión de tu acción en la ciudad, en las perspectivas y en los espacios públicos que creas, contribuyendo siempre a hacer un paisaje u otro. Un paisaje se tiene que poder leer, cuando lo ves aún de lejos, entiendes cómo funciona.

Las casas rurales son relatos: tú ves una era y sabes que fue el espacio en el que cultivaban o el porche donde hacían su vida, y no ves un edificio implantado, eso no nos interesa, nos gusta construir relatos junto con el territorio y las personas que lo habitan.

Bodegas La Horra.

Bodegas La Horra. Cedida

¿Dónde comenzaría el relato de este edificio?

Aquí el relato comienza cuando llegas a la parte de arriba, junto a la encina. Luego desciendes y contemplas todo el viñedo, que es la bodega real. Las tres naves necesarias para la actividad te van dando luego sus dimensiones, por ejemplo la zona donde se hace la vendimia es alargada.

Entre las ondulaciones de la fachada principal, tú te mueves libremente por debajo de la gran teja que te protege y eso te permite hacer movimientos no al capricho, pero sí con libertad. Lanzando tu mirada al paisaje, hasta que no llegas a la puerta de entrada no te encuentras con el vidrio y con la posibilidad de entrar.

Todo es un acompañamiento hacia la visión del territorio, lo que realmente marca, porque el vino empieza en la viña. El paisaje es muy lindo. Se habla de La Rioja, pero no deja de ser una zona urbana. Aquí, si no haces una bodega que se brinde al paisaje, no estás haciendo lo que toca.

Estuve mirando e investigando sobre muchas bodegas, incluso en California, pero yo no quería ser gestual. No quería ser estridente, ni a ver quién la hace más grande, quería otra cosa: ser justa al formar parte del territorio, integrada con él.

El aire circula por las grandes canalizaciones, hay un completísimo diseño de sostenibilidad en la integración… son detalles que no solo se fusionan funcionalmente sino visualmente.

Yo ya conocía, cuando empecé a hacer el primer croquis, que las bodegas subterráneas mantienen el clima constante todo el año. Aquí en esta zona hay una tradición de bodegas enterradas.

Cuando me presentaron el sitio y el territorio, estaba cantado que teníamos que 'enterrarnos'… ¡y enterrarse quiere decir trabajar con hormigón, no hay otra! Pero teníamos que convertir ese hormigón en algo cálido, de ahí la selección de los materiales, por ejemplo la madera de las pasarelas.

¿Cuánta dificultad diría que ha tenido este proyecto?

El proyecto ha sido bastante rápido, pero nada ha salido a la primera [sonríe]. La propia teja que va por encima del edificio es uniforme pero tiene que crecer, se lanza y se clava. Hicimos varias pruebas hasta que salió bien. Las cosas importantes han quedado muy bien, pero tras varias pruebas, el ladrillo, los gaviones y los bloques de piedra.

Lo cuenta como si todo fuera de una lógica aplastante, cuando quizás la arquitectura es uno de los ámbitos en el que los gestos llenos de ego crean una multiplicidad enorme…

Siempre digo que lo primero es entender, saber, preguntar, al cliente, y también al territorio. Yo empiezo siempre investigando, el territorio como geografía y valor paisajístico, la cultura del lugar, hay que tener muy clara la 'demanda'.

Cuando tienes todas las cartas encima de la mesa, es una cuestión de cómo las ordenas después. Se trata de dejarte llevar un poco por la intuición cuando tienes clara tu responsabilidad: desde un conocimiento, puede llegar una intuición, pero si una intuición no sabes estructurarla, te bloquea.

¿En eso influye especialmente la sensibilidad de cada persona?

No nos hemos de engañar, trabajamos con nuestra sensibilidad y no todos tenemos la misma. La prueba es que cuando hay un concurso sobre el que decidir, a veces el segundo quizás también hubiera estado bien. Pero a mí me gusta trabajar mucho con la lógica.

¿A qué se refiere?

A veces me he encontrado con proyectos y concursos en los que he pensado 'todos haremos lo mismo, porque es lo lógico', y después te sorprendes porque hemos sido los únicos.

Carme Pinós y Mario Rotllant en los viñedos de la bodega.

Carme Pinós y Mario Rotllant en los viñedos de la bodega. Cedida

¿No está hablando de 'visión' más que de 'lógica'?

Se trata de sentido común de tener todas las cartas sobre la mesa y trabajar de una manera muy libre, sin prejuicios, sin imágenes preconcebidas. Reivindico el sentido común: a mí me dicen 'sostenibilidad' y digo '¡sentido común, por Dios!'.

¿Las paredes? Bien aisladas. ¿La ventilación? Cruzada. ¿La orientación? Has de saber cómo protegerte del sur, cuando el sol está más alto y cómo protegerte del oeste, de donde viene el sol perpendicular y más bajo.

Hablan de las nuevas energías, de la aerodinámica, pero por favor hagamos que no tengamos que necesitar tanta energía… no que la energía que usamos sea sostenible. Si pones algo bien orientado, necesitarás menos gasto de energía. Aquí mismo estamos bajo tierra, esto es un lucernario.

La arquitectura debe estar hecha desde el sentido común, sin olvidar nunca la poética, porque la arquitectura ilustra la vida, y el ser humano es el animal capaz de dar poética y la poética es lo que nos hace humanos.

Ambos vectores, sentido común y poética, ¿es posible llevarlos a sus extremos simultáneamente?

Muchas veces a mis estudiantes, cuando he dado clases en diferentes lugares, les he dicho que la arquitectura no está por aquí [señala arriba], sino aquí [señala abajo], ¡observad, mirad, sed nosotros desde lo humano! Observad las necesidades, lo que te está diciendo el lugar y las personas.

A veces el estudio teórico de la arquitectura, la teoría de la arquitectura, los grandes maestros, asusta a los alumnos. Parece que es una ciencia alejada de la realidad, pero no es cierto, debe estar aquí, a tu lado.

¿Qué edificios la han inspirado?

De alguna manera, cuando eres estudiante y no sabes lo que quieres, tienes tus maestros y tus referentes. Soy de una época en la que Le Corbusier era para nosotros como el Papa, continúa estando en mis genes, le adoro y puedes descubrirlo en todas partes.

¡La ingeniería le gusta especialmente, que la estructura se manifieste!

Sí, si miras los proyectos que hemos hecho en el estudio, lo ves. Siempre hay una expresión de la estructura. Muchas veces lo explico con la idea del árbol.

¿Cómo es la metáfora?

Explico que el árbol es pura estructura, un tronco con sus ramas. El propio árbol te está explicando así que forma parte de la tierra, cómo es y no puedes decir que un árbol sea más feo que otro. Todos los árboles son dignos y bonitos. Me gusta que la arquitectura se entienda así como con el árbol en la naturaleza, igualmente hemos de encontrar las reglas del juego.

La naturaleza no es geometría, son reglas que después se convierten en geometría, pero una hoja o un árbol no son geometrías, son reglas. A mí me gusta que mi arquitectura se entienda con unas reglas muy claras inicialmente.

¿Y la poesía?

La poesía está todo el tiempo. Una frase que leí, la repito tantas veces. 'Ama la naturaleza más que el arte. Ama el arte más que la gloria. El arte es el medio, la naturaleza es el principio'.

La naturaleza es todo y el arte es lo que nos lleva a entender la naturaleza, que es el principio. No somos nada frente al Universo, que es el principio, y el arte es lo que nos hace conscientes de esto, como el medio. El ser humano es capaz de pensar en trascendencia, de escribir relatos, de pensar en arte. Si eres humano, eres poeta.

Una de las salas de la bodega.

Una de las salas de la bodega. Cedida

¿Qué no es, en ningún caso, arquitectura?

Cuando olvidas el factor humano, cuando estás simplemente resolviendo problemas de una manera unilateral. Me da mucho miedo que esta necesidad actual de viviendas se resuelva a base de llegar a números, sin tener una idea de ciudad o de cómo nos gusta relacionarnos.

Esta bodega pretende más que hacer vinos, y como decía Mario Rotllant [Presidente del grupo Roda], yo quiero que mis edificios sean máquinas perfectas, pero sin olvidar la poética. Esto es ser arquitecto, saber dar poética a cada detalle, simplificando, recordando la escala humana, la relación con el lugar… ese es mi trabajo.

¿Cómo ha cambiado esa concepción desde que comenzó su carrera?

En arquitectura trabajamos con nuestra propia sensibilidad y vamos construyéndola. Al principio, no sabes ni siquiera qué es arquitectura, ni posicionarte respecto a ella, ni qué pretendes. Luego cada vez es más fácil hacer arquitectura porque sabes dónde vas. Pero cada proyecto es un reto.

¿El arte puede estar exento de funcionalidad, pero la arquitectura no?

El arte tiene la función de hacernos humanos. El arte es la forma de tener conciencia de nuestra trascendencia y eso es humano: la lagartija no la tiene, si no, hubiera hecho templos, enterrándose en ellos.

A partir del Premio Nacional es cuando comenzó a tener más apariciones en medios, ¿por qué cree que no hay más mujeres premiadas?

Cuando estudiaba éramos poquísimas. Tranquilo, de aquí a dos días verás, en las universidades hay más mujeres que hombres ahora. Entre otras cosas porque en la arquitectura no se gana dinero, está de capa caída y los hombres buscan carreras con más rentabilidad. Los despachos grandes corporativos e incluso las universidades están formando más a empleados que a arquitectos.

Yo creo que la enseñanza en las universidades españolas es más completa, son programas de los que salimos con un concepto más global, sabiendo más lo que es estructura, instalaciones, construcción, en otras universidades no tienen ni idea, en EE UU o Inglaterra. Por eso las universidades americanas están llenas de catedráticos y rectores españoles.

¿Mitificamos lo estadounidense?

[Sonríe]

¿En qué universidades ha dado clase?

Lo conozco bien. He estado en Harvard, en Berkley, en Columbia, en Virginia de Illinois….

¿Dónde reside ahora? ¿Cuál es la dimensión de su estudio?

A caballo entre Mallorca y Barcelona. En mi estudio somos ahora unas diez personas, varía según el momento, pero nunca hemos sido más de dieciséis. Luego colaboramos con mucha gente, claro. Y nunca llevamos muchos proyectos al mismo tiempo.

Algunos de los planetarios archistars llevan adelante muchos proyectos a la vez, ¿qué opina de eso?

Coincidí en un viaje de vuelta en un avión con uno de ellos, y me contó que tenía unos treinta proyectos encima de la mesa. ¡Creo que Le Corbusier no hizo muchos más en toda su historia!

La arquitectura estándar se disfraza a veces de lujo e incluso de futuro o sostenibilidad, y los que vamos a otra escala ya somos como dinosaurios. Los políticos y el mercado nos llevan a esa fórmula, pero lo que yo represento, el pequeño estudio, la investigación… es otra fórmula.