Volvemos al cole, pero arrastramos unos deberes sin resolver: la educación financiera entre los jóvenes.
Según el último informe PISA, la alfabetización financiera de los estudiantes españoles sigue por debajo del promedio de la OCDE. El 17,1% de los adolescentes de 15 años no alcanza el nivel básico de competencia, y apenas un 4,7% logra situarse en el nivel más alto.
En realidad, esta carencia no es exclusiva de los jóvenes. En la población adulta, solo el 19% de los españoles posee un conocimiento financiero elevado, frente al 26 % en la Unión Europea.
España ocupa el cuarto puesto por la cola en educación financiera, según Funcas. Más preocupante aún: el 27 % de los ciudadanos reconoce que sus conocimientos sobre gestión del dinero y toma de decisiones económicas son insuficientes o muy insuficientes.
La educación ayudaría a mejorar estas cifras. La ingeniosa frase de Benjamin Franklin: "Invertir en conocimiento siempre paga el mejor interés", tiene especial aplicación en este contexto.
Pero aunque se han dado pasos importantes, la educación financiera sigue sin estar plenamente integrada en el sistema educativo.
En muchos casos, se ofrece de forma optativa o residual en etapas no obligatorias. Por eso, expertos y organismos insisten en que esta formación debe comenzar en primaria y evolucionar a lo largo de la vida educativa, adaptándose a las necesidades de cada etapa.
Hoy en día, gran parte de esta educación recae en el entorno familiar, donde el dinero sigue siendo muchas veces un tema tabú y los conocimientos financieros varían enormemente.
Ante esta realidad, el sector financiero ha asumido un papel activo en la promoción de la educación financiera mediante campañas y programas. Hay iniciativas, tanto públicas como privadas, que tienen como objetivo mejorar la cultura financiera de la ciudadanía.
En este sentido, los bancos tenemos, también, un papel clave para fomentar la educación financiera, y tomamos un rol activo en hacerlo.
Empezando por dar una excelente explicación de los productos que se contratan y asegurando que los clientes entiendan las características, los beneficios, funcionamientos y riesgos de cada uno de ellos, ya sea una hipoteca o un producto de inversión.
Además, somos un canal de difusión financiera, y por ejemplo en Deutsche Bank hemos tomado un rol activo lanzando programas como "Referentes de Inversión", un pódcast donde nuestros expertos explican tendencias y hablan de mercados, abierto a todo el público.
No olvidemos la parte más social, con colaboraciones como "Tus Finanzas, Tu Futuro", promovida por la Asociación Española de Banca (AEB) junto a Junior Achievement.
Este programa, dirigido a jóvenes de entre 12 y 15 años, ofrece talleres impartidos por voluntarios de entidades como Deutsche Bank, donde se enseña a elaborar presupuestos, comprender el ahorro y planificar las finanzas personales.
Sin embargo, estas iniciativas, aunque valiosas, deben complementar —y no sustituir— el papel de los centros educativos.
Es fundamental que colegios e institutos incluyan también la formación para los jóvenes en habilidades financieras básicas: pensar a largo plazo, hablar abiertamente sobre dinero y buscar información independiente para tomar decisiones informadas.
En un contexto donde los jóvenes están cada vez más expuestos a publicidad digital, redes sociales y productos financieros, mejorar su educación financiera ya no es solo deseable o importante: es una asignatura que no debería quedar pendiente para más adelante.
*** Juan Briz es director de comunicación y responsable de la estrategia RSC de Deutsche Bank en España.