A finales de 2023, se actualizó el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, una hoja de ruta clave en el proceso de descarbonización total previsto para 2050.

Esta revisión elevó el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero hasta el 32% para 2030, respecto a los niveles de 1990.

Se trata de un compromiso ambicioso, que exige la implicación conjunta de instituciones, empresas y ciudadanía, y que cobra aún más relevancia en un contexto global marcado por una crisis climática sin precedentes.

En este escenario, el transporte ferroviario de alta velocidad emerge como una de las palancas más eficaces para reducir emisiones en el sector de la movilidad, que es uno de los más contaminantes y, por ello, donde hay un mayor grado de mejora.

Hay que tener en cuenta que este sector es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de CO₂ en la Unión Europea, según datos de 2019.

El contraste entre los distintos modos de transporte es, además, contundente: mientras el transporte por carretera representa el 72% de estas emisiones, con los automóviles representando el 60,6% del total, el tren apenas supone un 0,7%.

Apostar por el ferrocarril de alta velocidad no solo es una elección responsable desde el punto de vista medioambiental, sino también estratégica para cualquier país que aspire a cumplir con los compromisos de sostenibilidad.

Esta modalidad, alimentada por energía 100% renovable y libre de emisiones, evita anualmente la emisión de más de un millón de toneladas de CO₂ en comparación con el uso del vehículo privado.

Además, su infraestructura requiere 3,5 veces menos ocupación de suelo que las autopistas, optimizando el uso del territorio y reduciendo su impacto ambiental.

Este beneficio también se traduce en términos económicos. Según el Manual sobre costes externos elaborado por la Comisión Europea (2019), el transporte por carretera generó en España unos costes externos de 64.000 millones de euros en 2016, frente a solo 800 millones del transporte ferroviario.

Estos costes incluyen factores como accidentes, congestión, contaminación, ruido o pérdida de biodiversidad, poniendo de relieve el papel del ferrocarril como solución estructural frente a los impactos económicos, sociales y medioambientales de otros modos de transporte menos eficientes.

Todo ello cobra aún más relevancia si tenemos en cuenta que, según estimaciones de la Comisión Europea, los efectos del cambio climático podrían reducir hasta un 7% el PIB europeo a lo largo de este siglo.

Apostar por el tren no es solo una cuestión de eficiencia o sostenibilidad, sino también una decisión estratégica para proteger la competitividad futura de Europa.

En este marco, iryo, como primer operador privado de alta velocidad en España, asume con responsabilidad su papel como actor socioeconómico relevante.

Nuestra flota es 100% eléctrica y funciona exclusivamente con energía renovable con Garantías de Origen (GdOs), lo que nos ha permitido obtener la certificación Carbon Neutral, tras superar la auditoría de RINA Services S.p.A., ha verificado que las emisiones derivadas de la energía de tracción de nuestros trenes son de 0 tCO₂, conforme a los estándares del GHG Protocol.

Además, estamos trabajando en iniciativas de compensación, como dos plantaciones forestales en Madrid y Castilla y León en colaboración con Retree, destinadas a absorber 54 toneladas de CO₂ correspondientes al resto de las emisiones de alcance 1 y 2 durante este año.

Pero la transformación hacia una movilidad más limpia no solo pasa por la eficiencia tecnológica. En iryo entendemos que es necesario actuar con visión 360°, fomentando una movilidad más accesible, integrada e intermodal.

Por eso, lanzamos iryo Conecta, nuestra marca de multimodalidad, que busca facilitar conexiones más sostenibles entre tren, transporte urbano y otras formas de desplazamiento.

Creemos que el futuro de la movilidad será compartido, coordinado y verde, y trabajamos activamente en alianzas que permitan consolidar ese modelo.

La liberalización del mercado ferroviario, además, ha sido un catalizador para este cambio. La entrada de nuevos operadores ha democratizado el acceso a la alta velocidad, permitiendo una reducción de precios de entre el 24% y el 28% en rutas sin competencia previa y un aumento del 27% en el número de viajeros en el primer trimestre de 2024.

Este nuevo escenario favorece al ciudadano, al tejido económico y al medio ambiente: impulsa sectores clave como el turismo, genera empleo y contribuye a la transición ecológica del país.

La alta velocidad representa una respuesta real y eficaz a los desafíos de sostenibilidad que enfrenta el sector del transporte.

Los operadores ferroviarios debemos seguir contribuyendo a este cambio con innovación, responsabilidad y compromiso, convencidos de que es posible construir un futuro mejor sin dejar a nadie atrás. Porque avanzar hacia un mundo más sostenible empieza por transformar nuestra forma de movernos.

*** Guillermo Castrillo es director de Estrategia y Sostenibilidad de iryo.