La Agenda 2030 de Naciones Unidas marca como objetivo alcanzar las cero emisiones netas en un plazo relativamente corto para revertir el calentamiento global.
Es un desafío extremo que exige una transición rápida hacia una economía verde para frenar los peores efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, la pérdida de diversidad o una meteorología marcada por fenómenos extremos.
Para abordarlo, es necesario el compromiso y concienciación global de todos: autoridades, instituciones, consumidores y empresas, que deben integrar las prácticas sostenibles en toda su cadena de valor.
Las organizaciones son cada vez más conscientes de ello y firmas de investigación de mercado, como Gartner, aseguran que la sostenibilidad ya figura entre las diez principales prioridades empresariales.
En un contexto en el que el consumo no deja de crecer y prácticamente todo se envasa o embala, el sector del envase y embalaje tiene un papel relevante a la hora de marcar la diferencia y facilitar el camino hacia un futuro sostenible.
La solución pasa por adoptar las mejores prácticas e innovar en soluciones que primen los materiales reciclados y reciclables, o de monomateriales como el papel, el polipropileno o el ácido poliláctico, compuestos al menos de un 90% de un solo tipo de polímero.
Este movimiento debe ir acompañado por una reducción en el uso de materiales que perjudican gravemente el planeta, como el plástico. Aunque este material tiene propiedades difíciles de reemplazar, ya existen alternativas más sostenibles, como el cartón o los bioplásticos derivados del maíz, utilizados, por ejemplo, en la fabricación de bolsas biodegradables.
Al mismo tiempo que se innova en soluciones más sostenibles que favorecen la circularidad, debemos adoptar otras medidas como priorizar compras proactivas locales que acorten la cadena de suministro y reduzcan las emisiones de CO₂, y garantizar que los envases mantengan su capacidad de protección del producto.
Para avanzar en esta dirección, es fundamental permitir a los consumidores tomar decisiones responsables.
Por eso, desde el sector, debemos priorizar la certificación de nuestros procesos, acreditando nuestro compromiso con la calidad y la mejora constante, como en el caso de la ISO 14001 en materia de medioambiente, y también nuestros productos con etiquetas como la de la cadena de custodia o FSC, que garantizan al usuario que los productos están elaborados con materia prima procedente de bosques gestionados siguiendo criterios de sostenibilidad y buenas prácticas.
La próxima década será decisiva para que el sector logre trabajar con productos totalmente reciclados y reciclables, sin contenido de plástico. Para ello, empresas y consumidores debemos caminar juntos para llegar al objetivo zero waste, con la ayuda de las instituciones públicas, encargados de crear nuevas políticas que den paso a una transición ecológica efectiva que defina el futuro de nuestra industria.
La posibilidad de cambio está en nuestras manos y tenemos las herramientas suficientes para allanar el camino hacia un consumo más responsable.
Solo tenemos un planeta, y aún estamos a tiempo de salvarlo.
***Bernard de Paauw es director general de Embalajes RAJA® España.