En un contexto en el que la generación de residuos sigue creciendo a nivel global, y en el marco del Día Mundial del Reciclaje, es un momento perfecto para lanzar un mensaje claro y urgente, el de replantear nuestras prioridades y destacar una acción fundamental, aunque a menudo subestimada: la reutilización como el primer paso hacia una sostenibilidad real. Si bien el reciclaje desempeña un papel importante en la gestión de residuos, hemos llegado a la firme convicción de que llega demasiado tarde en muchos casos.
Si realmente queremos aliviar la creciente presión sobre el sistema de gestión de residuos, debemos priorizar la reducción y la reutilización. Los datos respaldan esta afirmación: solo en 2020, la Unión Europea generó más de 225 millones de toneladas de residuos municipales, según cifras del Pacto Mundial de la ONU en España. Este alarmante incremento pone de manifiesto la acuciante necesidad de un cambio profundo en la forma en que gestionamos nuestros recursos actualmente.
De hecho, se estima que adoptar modelos circulares permitiría reducir en un 28% la extracción y el uso de recursos, y recortar hasta un 39% las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Este tipo de economía se presenta como una alternativa prometedora que busca alargar la vida útil de los productos y minimizar así su impacto incluso desde la etapa de diseño, logrando una reducción significativa de aquello que tanto está dañando nuestro medio ambiente.
En este contexto, la reutilización se revela como una herramienta poderosa para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsando la innovación, fomentando hábitos de consumo responsables y generando beneficios en áreas cruciales como el bienestar, la acción climática, el acceso a energía limpia y el crecimiento económico sostenible.
Un diseño que piensa en el planeta desde el principio
A diferencia del reciclaje, que actúa cuando el residuo ya ha sido generado, la reutilización comienza mucho antes, desde el diseño del producto. En este sentido, el ecodiseño desempeña un papel fundamental. Tal y como destaca el informe del Pacto Mundial, un producto ecodiseñado para la recuperación no solo se puede reutilizar, sino también mejorar o actualizar, porque está concebido para ello desde su origen. Es decir, todo lo contrario a lo que ocurre con la obsolescencia programada.
Desde Roll’eat tratamos de aportar soluciones con productos como Boc’n’Roll o Snack’n’Go, envoltorios lavables y reutilizables que además son duraderos y reemplazan fácilmente los envases de un solo uso en acciones diarias como llevar el desayuno al colegio o tener a mano un snack para cualquier momento del día. Productos como estos pueden diseñarse bajo criterios de ecodiseño y lograr no solo reducir el volumen de residuos generados, sino también fomentar una cultura de consumo consciente y responsable.
El impacto positivo de la reutilización es innegable. Hemos podido comprobar que cada acción individual de reutilizar un producto contribuye a la reducción de residuos, y este efecto se multiplica a escala global, generando un cambio significativo en la salud de nuestro planeta. Cuando se reutiliza un envoltorio cada día se evitan cientos de desperdicios al año, lo cual, multiplicado por todos los habitantes del país, de Europa y del mundo, sin duda tiene un impacto significativo y tangible sobre el planeta.
Además de ofrecer alternativas reutilizables, creemos firmemente en la importancia de educar y sensibilizar a la sociedad sobre este tema. Por ello, consideramos fundamentales las iniciativas educativas en escuelas y comunidades, que buscan fomentar una cultura de la reutilización desde las primeras etapas de la vida. Nuestro objetivo: el uso de aquello que ya tenemos a mano no como una tendencia, sino como algo que necesita la salud de nuestra sociedad y nuestro planeta para tener un futuro sostenible.
*** Meritxell Hernández es CEO y fundadora de Roll’eat.