Cuantas más veces decimos ciertas palabras más las agotamos. Equidad, sostenibilidad, resiliencia. ¿Qué son? ¿Reputación? ¿O intención? Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nacieron de la mano de los líderes mundiales en 2015 con el gran objetivo de hacer un mundo mejor. Años antes, en 1985, CODESPA, ONG que dirijo desde hace dieciocho, nació también con la misión de cambiar el mundo.

Luchar contra la pobreza ha sido nuestra brújula desde entonces, pero con un norte más íntimo, empezando por el principio: las personas. Les damos oportunidades para que, a través de su trabajo profesional y su actividad económica, prosperen. Trabajando en lo que trabajamos, nosotros también usamos a menudo esas grandes palabras cargadas de sentido y escepticismo, como equidad o resiliencia. El reto que tenemos es hacerlas realidad, siendo transparentes y generando impacto (otras grandes palabras, quizá sea mejor decir que intentamos ser honestos y que hacemos lo posible por cambiar la vida de las personas que más lo necesitan).

Cuando los ODS llegaron por primera vez a nuestros oídos vinieron a reforzar dónde estábamos, alineados con las grandes prioridades de la sociedad de nuestro tiempo. La pobreza es quizás el objetivo que más remueve a la sociedad actual, y es que aún hay más de 750 millones de personas bajo el umbral de la extrema pobreza. Además, otro de los objetivos que alimentan nuestra motivación es aquel que promueve el trabajo decente y el crecimiento económico.

Pero, ¿cómo lo hacemos? En CODESPA ejecutamos proyectos de desarrollo de la mano de las propias comunidades. Todos juntos tratamos de resolver sus problemas y necesidades. ¿El problema es que sus cosechas únicamente sirven para alimentar a su familia de forma escasa? Nuestro equipo se pone en marcha y ofrece talleres para conocer mejor la tierra que cultivan, acceso a servicios financieros para comprar herramientas que ayuden a esa tierra a dar más frutos y, por último, apoyamos en la búsqueda de mercados donde puedan vender en buenas condiciones su excedente de producción cuando lo tengan y generar ingresos extra.

Hace un par de años un equipo de evaluación del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) fue a visitar un proyecto de turismo en Bolivia, concretamente en la Isla del Sol, en el Lago Titicaca, para medir el impacto. El evaluador preguntó a Ana María, una de las participantes del proyecto: “¿Y CODESPA qué ha hecho por usted?” Y ella contestó: “CODESPA lo que me ha traído ha sido un secreto. Me han enseñado a gestionar mi posadita y ahora soy capaz de sacar adelante mi negocio y a mi familia”. Sacamos buena nota.

Cuando los negocios, servicios o productos que ofrecen estas personas crecen, comienzan a generar empleo, comercio e infraestructuras. He aquí el camino que trazamos para llevarlas de la pobreza a la prosperidad, el camino desde la persona hasta el bienestar de la sociedad.

Pero no construimos este camino solos. En ese sentido, también me gustaría destacar el último objetivo de la Agenda 2030, las alianzas, una de las herramientas que CODESPA utiliza para poder llevar oportunidades a la gente. Nos vemos en el papel de articuladores.

Desde el principio trabajamos con instituciones públicas de desarrollo, como el gobierno español, la Unión Europea, entre otros. Pero también hemos entendido que el sector privado es un aliado estratégico, porque si hay alguien que genera oportunidades y riqueza esos son los emprendedores y las empresas.

Desde el principio, CODESPA les ha vinculado a sus actividades, no solo como financiadores, sino también como instituciones que traen innovación y conocimiento. Si hemos tenido que mejorar los sistemas de riego, quienes nos han ayudado han sido empresas de ingeniería.

Otra de las razones por las que hacemos así las cosas es porque no queremos hacernos necesarios, cuando llegamos a un lugar es para irnos, la dignidad de las personas se trabaja desde la autonomía. La alianza con la empresa es fundamental para que el impacto sea más profundo, más duradero y más útil. Para nosotros, el éxito es cuando una comunidad de personas en situación de pobreza queda vinculada al sector privado de alguna forma, como proveedores, como empleados o incluso como clientes.

La realidad, Ana María, es que nuestra fórmula no es un secreto. Después de casi 40 años de labor, ya son más de 5 millones de personas las que conocen este secreto a voces, que se han incorporado al mercado laboral o han emprendido. No podemos seguir denominándolo así. Nos gusta más fórmula o método y estamos deseando seguir compartiéndolo y que más personas se puedan beneficiar de ello. ¿Caminas con nosotros?

*** José Ignacio González-Aller es director general de CODESPA.