El término de transformación ligado a la tecnología ha sido per se instrumento de debate durante mucho tiempo. Cualquier cuestión puede debatirse. En un mundo en constante evolución, la tecnología juega un papel crucial en la economía global y la sociedad moderna.

La transformación digital ha sido uno de los temas más relevantes en los últimos años en el mundo empresarial, siempre pensando en el bienestar general que aporta, y también desde el punto de vista más individual para el día a día de las personas que conforman las empresas.

Esta necesidad de adaptarse a las nuevas tecnologías y a las exigencias del mercado ha llevado a las corporaciones a buscar nuevas formas de innovar e incrementar su productividad y competitividad. De eso trata precisamente la transformación digital, de mejorar los procesos internos de las organizaciones para evolucionar mediante un darwinismo tecnológico que adapte la forma de trabajar, la relación con los clientes y proveedores, y en definitiva los procesos digitales, a la realidad tecnológica actual.

Es entonces cuando cobra cada vez más sentido un nuevo término que se hace más inseparable del ecosistema de producción, y que llamamos sostenibilidad. Se trata de una forma de hacer negocios que tiene en cuenta no solo el beneficio económico, sino también el impacto social y ambiental de la actividad empresarial.

Algo que en los últimos años se ha convertido en condición sine qua non cuando se trata de trabajar la cultura (la personalidad) que tendrá una entidad o una corporación tanto en el presente como en el futuro. La transformación digital es por ello herramienta clave en la búsqueda de esta sostenibilidad empresarial.

Tanto es así que, existen organizaciones que abanderan este modelo de desarrollo que prima al mismo nivel, no solo el fin al que se quiere llegar, sino el cómo conseguirlo. Esto puede verse en Gijón Impulsa y la Milla del Conocimiento, uno de los hubs referentes más reconocidos por esta labor en el sur de Europa, al aunar tecnología, innovación y sostenibilidad como estandartes.

La tecnología como base para la sostenibilidad

Es precisamente en esta línea donde las compañías están prestando mayor esfuerzo, por razones obvias. Existe un enorme margen de mejora que en el que la tecnología y la transformación digital pueden ser la base, si se le permite, de construir una sostenibilidad real.

Hemos visto mediante hechos –y durante años– cómo de manera consuetudinaria la transformación digital –que no la digitalización– ha logrado reducir el consumo de recursos en cualquier parte de los procesos empresariales. Desde los ejemplos que a priori pueden parecer más anodinos, el consumo del papel, la energía o el agua, y lo que ello trae consigo junto con el proceso en cadena del que proviene, como es la emisión de CO₂ asociada a su producción y transporte.

También la mejora de la eficiencia energética, donde se ha generado incluso un enorme nicho de mercado para el mejor aprovechamiento de los diferentes tipos de energía que conocemos en la actualidad. Es decir, lejos de pensar que los procesos digitales podrían considerarse el principio del fin de algunas especialidades productivas, lo que ha conseguido es una reconversión de la mano de obra en otros procesos más óptimos que casan con el compromiso ético de la sociedad actual.

Dentro de ellos, vienen creciendo las implementaciones más eficientes de los recursos energéticos, tales como los sistemas de control y monitorización de los consumos energéticos y la optimización de los procesos de producción.

Tanto es así, que estos conceptos se encuentran girando en torno a la idea de una economía circular, con la que se consigue abarcar sistemas más amplios de producción en el que tejer una red con mayor nivel de implicación y de número de implicados.

Ejemplo de ello sería la conciencia por un mundo más limpio –idea que hasta hace muy pocos años ni siquiera existía–, y en consecuencia, marcos de actuación que ya podemos ver en el hoy, con estructuras sólidas de pensamiento social y de actuación, entre los que destacarían ejemplos como los sistemas de gestión de residuos y la optimización de los procesos de reciclaje y reutilización de materiales.

No puede obviarse el aumento que estamos viendo, día tras día, en la agilidad para tratar con los clientes. La transformación digital nos está aportando sistemas de atención cada vez más eficiente y personalizado, para atender a cualquier conflicto o solicitud por parte de estos. Asimismo, los procesos de venta y distribución están propiciando una mayor flexibilidad y adaptación a las necesidades de los clientes, lo que contribuye desde hace años a una mayor satisfacción en su experiencia de compra y su fidelización.

Por tanto, la transformación digital se considera una herramienta indispensable en la búsqueda de la sostenibilidad empresarial, mejorando todos los ámbitos que rodean a las empresas, y por consiguiente a los que nos dedicamos a ella. Así, conseguimos una mayor competitividad y rentabilidad de la empresa, al mismo tiempo que se minimiza el impacto ambiental y se fomenta una actividad empresarial más responsable y sostenible.

*** Sheila Méndez Núñez es directora de Digital y miembro del Consejo de Administración de Izertis.