Galileo Galilei publicó sus trabajos científicos más importantes en latín e italiano, Isaac Newton en latín e inglés, Marie Curie en francés y Albert Einstein en alemán. Sin embargo, hoy en día, la ciencia tiende a ser monolingüe en inglés. Se estima que al menos el 95% de las publicaciones científicas se realizan en ese idioma. El inglés también es la lengua utilizada en la mayoría de los congresos y reuniones internacionales. 

¿Por qué publicamos en inglés? Por varias razones. Al publicar en inglés o participar en eventos académicos en esa lengua se consigue una proyección internacional, se pasa a pertenecer a una comunidad científica global, se establecen contactos con científicos de distintos países y la investigación que realizamos en un contexto específico puede aportar conocimientos a otros contextos.

También hay otras razones. La mayoría de las revistas científicas incluidas en bases de datos de Web of Science o Scopus están en inglés y los artículos en este idioma tienen más posibilidades de ser citados en otras publicaciones. Y, por si fuera poco, también hay recompensas en modo de incentivos desde las instituciones. El uso del inglés en la comunicación científica tiene notables ventajas porque facilita la difusión del conocimiento científico y la colaboración internacional. 

No obstante, si comparamos el monolingüismo en inglés al que estamos llegando en la comunicación científica con los objetivos lingüísticos y culturales de Naciones Unidas, podemos observar una gran contradicción.

Las recomendaciones sobre la ciencia abierta (Open Access) de la Unesco (2021) se refieren a la accesibilidad de “los conocimientos científicos multilingües” y propone “alentar el multilingüismo en la práctica de la ciencia, en las publicaciones científicas y en las comunicaciones académicas”.

En efecto, el multilingüismo puede contribuir a la ciencia al superar algunas limitaciones que pueden darse cuando la comunicación científica es monolingüe en inglés. Además, el multilingüismo puede ampliar las miradas de los temas científicos al revitalizar los conocimientos existentes en distintas culturas. 

Dos de estas limitaciones son fundamentales al estar relacionadas con la creación de conocimiento y la transferencia del conocimiento creado. Un artículo publicado en 2021 en Science of the Total Environment por un grupo de 25 investigadores de 16 países demuestra la existencia de brechas en el conocimiento cuando se analizan los datos publicados solamente en inglés.

Los autores observaron que el costo global del control de especies exóticas invasoras es un 16,6 % más alto de lo que se creía cuando los datos analizados incluyen, además de lo publicado en inglés, los datos publicados en otras lenguas (chino, español, portugués, francés, alemán, etc.). Este estudio demuestra que centrarse solamente en los datos en inglés puede suponer una barrera en el conocimiento científico y que es necesario aprovechar plenamente la información publicada en otras lenguas.

Otra limitación que también es central en la ciencia está relacionada con la transferencia de los resultados y su impacto en la sociedad. Si la comunicación científica se realiza exclusivamente en inglés, los resultados de la ciencia no son accesibles para las personas que no leen habitualmente en inglés. Y, en especial, para aquellas personas con responsabilidades que deberían tomar decisiones informadas sobre temas como pandemias, cambios climáticos, tecnología o educación, que afectan directamente a la vida de los ciudadanos.

La comunicación científica en inglés tiene muchas ventajas, pero el problema radica cuando no se publica o no se valora la ciencia escrita en otras lenguas.

Otra consecuencia del monolingüismo científico en inglés puede ser la pérdida de terminología especializada y de uso de otras lenguas en el ámbito científico. Este fenómeno ya preocupa en el caso de algunas lenguas del norte de Europa y va afectando cada vez más a otras lenguas.

Por otra parte, la comunicación científica en inglés supone un esfuerzo añadido para los hablantes de otras lenguas y en muchos casos recursos económicos adicionales para traducir o corregir textos. También es posible que exista un sesgo en la aceptación de artículos o comunicaciones en congresos porque el estilo académico que se considera aceptable se basa en la tradición anglosajona y la mayoría de los editores y revisores son de instituciones de habla inglesa.

¿Podemos añadir otras lenguas a la comunicación científica o es una batalla perdida? El uso del inglés es crucial para el avance de la ciencia y la colaboración internacional.

No se trata de reemplazar el inglés, sino de generar una alternativa que incluya al inglés y otras lenguas con el fin de que mejore el conocimiento científico y su impacto en la sociedad y que esta alternativa sea valorada por las instituciones. No es una tarea fácil, pero se están algunos pasos.

Un ejemplo es la Iniciativa Helsinki sobre Multilingüismo en la Comunicación Científica, que se lanzó en el 2019, con cada vez más apoyos tanto en Europa como en Latinoamérica, y que promueve el acceso igualitario al conocimiento científico en distintas lenguas y la diversidad lingüística en la evaluación de la investigación. 

Si queremos alcanzar estos objetivos, es necesario aumentar la visibilidad de la producción científica en distintas lenguas y hacer más accesibles las publicaciones científicas en inglés utilizando traducciones de resúmenes o palabras clave o en su caso textos completos.

La inteligencia artificial y las traducciones automáticas pueden facilitar estos procesos. También es necesario aumentar la visibilidad de las buenas prácticas multilingües en proyectos científicos en los que se utilizan varias lenguas en la comunicación.

Por último, es necesario que las instituciones valoren en mayor medida e incentiven la comunicación científica en distintas lenguas para promover su impacto en la sociedad. Una sociedad en la que, por cierto, la mayoría de las personas que pueden beneficiarse de los resultados de la investigación no son monolingües en inglés.

***Jasone Cenoz es miembro del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).