2022 va a ser un año muy relevante para la sostenibilidad empresarial. Sin duda marcará el tono de la década y la capacidad real de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyo avance se ha ralentizado con la pandemia.

Como cada año, desde Forética hemos analizado las tendencias en sostenibilidad y los hitos fundamentales para tener en cuenta en la agenda ESG (ambiental, social y de buen gobierno) en las empresas en los próximos meses. Probablemente, a estas alturas ya conocemos en qué tenemos que centrarnos. La constatación del imperativo de aumentar la ambición y acelerar la acción frente al cambio climático, el impacto en la biodiversidad y la contribución a reducir las brechas de desigualdad suponen ya un denominador común.

Todo ello precipitado este año por la mayor exigencia de compromisos ESG por parte de reguladores, inversores y la propia ciudadanía más activa y sensible a un mayor compromiso y transparencia por parte de empresas y administraciones sobre el impacto ambiental de los productos y servicios que ofrecen.

Germán Granda, director general de Forética.

Germán Granda, director general de Forética. Forética

En este contexto, suficientemente identificado qué es necesario hacer, este 2022 la conversación se centra en cómo lograrlo. Es decir, cómo lograr transformar los sistemas alimentarios, financieros, energéticos, tecnológicos o de movilidad, por citar algunos, para afianzar un progreso alineado con un impacto social y ambiental positivo. Y además como conseguirlo en un tiempo muy corto, durante esta década. La tarea no es fácil, pero es posible.

Desde la perspectiva ambiental, para las empresas el compromiso en 2022 pasa, en primer lugar, por demostrar de forma transparente su ruta para conseguir ser Net Zero (cero emisiones netas de gases de efecto invernadero) lo antes posible, constatando su contribución a limitar el aumento de temperatura en 1,5 °C para final de siglo.

La actualización de objetivos de descarbonización de los países en la COP27 que se celebrará en Egipto en noviembre será muy relevante. Y también el seguimiento a los diferentes compromisos políticos y empresariales en cuanto a la reducción de metano –el segundo de los gases de efecto invernadero en cuanto a volumen emitido, 28 veces más potente que el CO₂ y responsable del 25% del aumento de temperatura global–, la financiación o el avance hacia una economía circular.

En este sentido, también será un año para incidir de forma decidida en la medición y gestión de las emisiones de la cadena de suministro. Recordemos que por cada tonelada de CO₂ que emite una compañía media de manera directa (conocido como Alcance 1) su cadena de aprovisionamiento está generando otras 4 toneladas (alcance 3).

En el mes de abril, además, tendrá lugar la Cumbre de Biodiversidad de Naciones Unidas. Sin duda, surgirá un avance en los compromisos de cómo asignar el valor económico real del impacto empresarial en la naturaleza (fundamental para conseguir 14 de los 17 ODS) y ello hará cambiar el enfoque de las estrategias de inversión. Habrá que estar muy atentos a los avances del denominado TaskForce for Natural-related Financial Disclosure con las nuevas exigencias de transparencia para las empresas en esta materia.

El área social recobrará un gran protagonismo este 2022 en la agenda empresarial. Ya lo viene haciendo desde la irrupción de la pandemia con especial atención a los aspectos de salud. Muchas empresas reforzaron sus programas el año pasado y la medición de la huella de salud en la gestión de los grupos de interés (empleados, clientes o proveedores), con especial foco en la salud mental. Pues, según la OCDE, una de cada cuatro personas está en riesgo de sufrir trastornos vinculados a la salud mental. Algo por lo que reguladores e inversores están mostrando cada vez más interés.

La gestión de las brechas de desigualdad –tanto económica como digital, educacional o poblacional con la España vaciada– será uno de los temas a abordar también en la agenda 2022. Junto a las nuevas regulaciones previstas este año en materia de conciliación o debida diligencia en materia de derechos humanos, los aspectos de inclusión y diversidad, recogidos en los borradores de la taxonomía europea de la UE que afectará a la dirección de los flujos de inversión, vuelven a tomar pulso en las empresas.

En un año de recuperación y crecimiento del empleo acelerado con los Fondos de Recuperación Next Generation, será muy importante reforzar las bases también de una transición justa que tenga en consideración tanto las necesidades de los jóvenes –precisamente es el año europeo de la juventud– a la vez que empresas y administración generan mecanismos de empleabilidad para que sus equipos actuales se adapten tanto desde la vertiente digital como sostenible, a través de los denominados Green Jobs, a la oportunidad de desarrollar los perfiles necesarios para nuestra economía y empresas en los próximos años.

Por último, en materia de gobernanza sostenible, el foco estará en la necesidad de aumentar la transparencia, así como la reflexión y avances en la unificación del reporting. Durante el primer trimestre de 2022, se espera que la Comisión Europea publique su propuesta de regulación en torno a la gobernanza sostenible y de manera muy especial, en torno a los deberes de los consejeros. Esto disparará la demanda de un perfil de consejero con experiencia en ESG, así como la formación continua de los consejos en materia ESG.

En España, seguiremos empujando la agenda de la sostenibilidad desde el liderazgo empresarial. En este sentido, el Consejo Empresarial Español para el Desarrollo Sostenible, liderado por Forética y compuesto por los presidentes y consejeros delegados de grandes empresas, se reunirá a finales de febrero 2022 y abordará la Visión 2050 como una llamada a la transformación empresarial necesaria para aumentar la ambición, acelerar la acción y potenciar alianzas que respondan a los retos ESG.

***Germán Granda es director general de Forética.