Tomatina de Buñol, Valencia.

Tomatina de Buñol, Valencia.

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¿Desperdicio de alimentos y recursos en La Tomatina? Esta es la realidad tras la famosa fiesta de Buñol

120.000 kilos de tomate para lanzar, camiones de bomberos funcionando a alta presión y más de tres horas de limpieza son los costes a asumir tras el festejo.

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Andrea Gómez
Publicada

La Tomatina de Buñol cumple 80 años desde su origen accidental en 1945, después de que unos jóvenes comenzaran a lanzarse tomates en medio de un desfile de gigantes y cabezudos, pero cada día son más los cuestionamientos sobre sostenibilidad y ética alimentaria que se hacen sobre esta festividad.

Tras ocho décadas de crecimiento hasta convertirse en un fenómeno internacional que atrae a más de 22.000 participantes, surge en algunas cabezas esta pregunta: ¿representa realmente un desperdicio de recursos o es un ejemplo de reutilización de excedentes agrícolas?

Los datos más recientes revelan una gestión económica cada vez más eficiente. El coste del suministro de tomates ha experimentado una reducción significativa del 27% en apenas dos años: de 75.000 euros en 2023 a 54.912 euros en 2025, según datos oficiales del Ayuntamiento de Buñol.

Para 2024, la Diputación de Valencia financió completamente los 60.000 euros destinados a los 120.000 kilos de tomates utilizados. La implementación de entradas VIP en 2024, a 500 euros cada una, generó 15.000 euros adicionales para "ayudar a sufragar los gastos del festejo".

Combinado con las tasas municipales de 15 euros por entrada, el evento genera aproximadamente 330.000 euros en ingresos directos, transformando lo que anteriormente era un gasto municipal en una fuente de financiación.

La realidad de los tomates

Una de las principales defensas del festival se sustenta en la naturaleza específica de los tomates utilizados. Los 120.000 kilos usados no son ni más ni menos que tomates con exceso de maduración, con defectos estéticos o cultivados expresamente sin tratamientos fitosanitarios que los hagan aptos para consumo humano.

Paso de uno de los siete camiones por las calles de Buñol mientras se libra la Tomatina 2024. Raquel Granell

Paso de uno de los siete camiones por las calles de Buñol mientras se libra la Tomatina 2024. Raquel Granell

El concejal de Buñol, Sergio Galarza, es categórico al respecto: "El tomate de la fiesta no es apto para el consumo. Las normas en la Unión Europea son muy firmes y el tomate de La Tomatina se cultiva para que no sea adecuado con esa intención".

Esta especificidad técnica diferencia fundamentalmente estos productos de los alimentos destinados al mercado, los cuales no son usados en ningún caso para este tipo de festejos.

Preocupaciones hídricas

Contrario a las percepciones sobre desperdicio, lo cierto es que la acidez natural de los tomates actúa como desinfectante, dejando las calles impolutas (obviamente gracias al trabajo de los servicios de limpieza y de los vecinos que ayudan en la tarea). Pero este efecto 'purificador' significa que, paradójicamente, las superficies urbanas quedan más limpias que antes del evento.

El proceso de limpieza, completado en aproximadamente tres horas mediante camiones de bomberos y mangueras de vecinos que utilizan agua de la red general, aprovecha estas propiedades químicas naturales. 

Sin embargo, la gestión del agua presenta desafíos ya más complejos. Son muchas las voces críticas en este sentido que aseguran que además de un derroche alimentario se produce un "malgasto de una cantidad ingente de metros cúbicos de agua para limpiar el estropicio". Como expresó, por ejemplo, el periodista David Bollero. 

Sin embargo, no existen datos oficiales específicos que hagan referencia al volumen exacto de agua utilizada para la limpieza posterior.

Esta información permanece integrada dentro de los presupuestos generales de servicios municipales, sugiriendo que los costes hídricos no representan una partida presupuestaria extraordinaria.

¿En contra de la ley?

En un contexto legal que no deja de cambiar, en 2024 el Gobierno aprobó una ley contra el desperdicio alimentario, que marcaba un antes y un después para marcar en la sociedad el lema de "aquí no se tira nada".

Los datos oficiales indican que los hogares españoles desperdiciaron 1.125 millones de kilos de comida en 2024, lo que equivale a unos 24,38 kilos por persona adulta, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. 

Sin embargo, y aunque esta legislación establece el consumo humano como prioridad absoluta, aún no se ha planteado ningún interrogante sobre la continuidad de eventos que utilizan productos agrícolas para fines no alimentarios.

Por ende, y teniendo la ley en la mano, La Tomatina no constituye técnicamente un desperdicio de alimentos destinados al consumo, sino una reutilización de excedentes y productos defectuosos que de otro modo terminarían en vertederos.

Sin embargo, persisten preocupaciones sobre el simbolismo del evento en un contexto global de inseguridad alimentaria y la utilización de recursos hídricos en períodos de escasez.

La supervivencia a largo plazo de la tradición dependerá de su capacidad para adaptarse a estándares de sostenibilidad cada vez más exigentes, manteniendo simultáneamente su significado cultural para la comunidad de Buñol.

Pero, en resumen, la respuesta a si La Tomatina representa desperdicio no es definitiva: técnicamente no desperdicia alimentos aptos para consumo, pero simbólicamente plantea dilemas éticos que una sociedad cada vez más consciente ambientalmente puede que aborde algún día.