La situación de Cataluña con respecto al embalsamiento de agua sigue siendo crítica, aunque los niveles han subido ligeramente con las últimas lluvias. La situación de emergencia continúa y se hace necesario buscar alternativas que permitan no desperdiciar el preciado H2O indispensable para la vida. En este panorama incierto en el que el gesto más repetido es mirar al cielo en busca de precipitaciones, surge un atisbo de esperanza.

¿Es posible ahorrar 1.000 litros semanales de agua? Un vecino de Artés (Barcelona), que estudia electricidad en Manresa y regenta un alojamiento turístico, dice que sí y no son palabras huecas: él mismo ha ideado un sistema casero que permite conseguir este objetivo en casa, aplicando un poco de ingenio y un mucho de ansias de sostenibilidad. Resulta fácil de explicar porque se trata de reutilizar las aguas grises de la casa para poder emplearlas en actividades como regar, fregar y otras utilidades sanitarias.

Lo que ha logrado Jordi Arnau es, por un lado, ahorrar en consumo de agua en su propio hogar, y además acumular un excedente de un millar de litros a la semana que no ha dudado en ofrecer de forma gratuita al ayuntamiento de su municipio. Quiere colaborar con la comunidad para el ahorro global. Un granito de arena que suma al bien común.

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Como muchas veces sucede en la vida, este sistema ideado por Arnau surgió de la casualidad. Un derrumbe parcial del tejado de su casa le llevó a acometer unas obras de reparación y decidió montar unas depósitos para almacenar el agua que se gasta a diario para que los obreros la pudieran reutilizar para hacer cemento.

Eso les dio la idea de perfeccionar el sistema para llevarlo a su propio uso. Lo primero que hizo fue estudiar qué tipo de aguas podrían aprovecharse y comprobó que utilizando geles biodegradables las de la ducha eran las mejores para intentar reaprovecharlas. 

El agua de la ducha es la mejor para reutilizar. iStock

Tras estudiar qué tipo de aguas grises podrían ser aptas para su reaprovechamiento, vio que, si utilizaban geles biodegradables, las de las duchas eran las que mejor servirían para darles una segunda vida. El método casero que ha ideado es filtrarla y añadirle lejía perfumada para neutralizar los malos olores y que no se corrompa. A continuación, conectó los depósitos con los váteres de su casa para usar ese excedente acumulado al tirar de la cisterna. 

Eso a nivel casero, pero con este sistema tiene agua para dar y regalar, que es precisamente lo que ha hecho. Jordi ofreció de manera gratuita el agua al Ayuntamiento de su localidad para que le dieran un uso público, como regar las calles. Lo recharazon alegando dificultades burocráticas, lo que le obligó a desperdiciar 4000 litros almacenados. Por eso, este vecino de Artés se ha puesto en contacto con varias empresas privadas de lavabos portátiles que estudian si pueden implantarlo.