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La respuesta energética de la Unión Europea amenaza sus objetivos climáticos: el drama que se avecina

El deseo de alejarse del gas ruso y el desorbitado precio de esa materia prima están volviendo a poner de moda el carbón, un hidrocarburo que libera más CO2, pero que es más económico y geopolíticamente atractivo.

13 marzo, 2022 12:05

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Las medidas planteadas por la Comisión Europea para acelerar la desconexión del gas ruso y amortiguar la escalada de precios en el mercado eléctrico colocan la urgencia geopolítica en la primera línea de acción energética y arrebatan la prioridad a los objetivos climáticos de la Unión Europea.

El Ejecutivo comunitario cree posible, aunque difícil, que la UE reduzca su dependencia gasística de Rusia en un 66 % en un año a través del aumento de las importaciones de gas natural licuado y de hidrógeno, mejorando la eficiencia y acelerando el despliegue de renovables. Esa es la senda para separarse del gas ruso en 2030.

Esa fecha es clave, porque la UE se fijó hace menos de un año la obligación legalmente vinculante de reducir en al menos un 55% sus emisiones de CO2 para el final de la década en comparación con los niveles de 1990 y Bruselas ha presumido reiteradamente de ambición y vanguardia climática ante la comunidad internacional.

El carbón vuelve a estar de moda

El deseo de alejarse del gas ruso y el desorbitado precio de esa materia prima están volviendo a poner de moda el carbón, un hidrocarburo que libera más CO2 que el gas pero que, en el contexto de la invasión de Rusia a Ucrania, resulta económica y geopolíticamente atractivo.

Alemania, por ejemplo, ha reactivado plantas de generación con carbón, combustible fósil responsable del 40 % de las emisiones globales de efecto invernadero.

"Es una decisión soberana de cada Estado miembro decir: ‘Vale, seguiremos un poquito más con la nuclear o con el carbón'", ha dicho esta semana el vicepresidente de la Comisión Europea responsable del Pacto Verde, Frans Timmermans, quien insiste en que los países tendrán que cumplir el compromiso de la UE para 2030.

Salvo que la sobriedad energética de los consumidores desempeñe un papel extraordinario, y el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha pedido a los europeos que "bajen la calefacción de sus casas", quemar más carbón se traducirá en que la UE emitirá más CO2 a corto plazo.

Alemania ha reactivado plantas de generación con carbón, combustible fósil responsable del 40 % de las emisiones globales de efecto invernadero

A cambio, los Veintisiete tendrán que profundizar en el recorte según avance la década, y a medida que estén operativos los parques de generación renovable cuya construcción se quiere acelerar ahora, pues el objetivo de 2030 es obligatorio por ley.

Esa sustitución de carbón por gas ya se venía produciendo en a nivel global. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) informó este martes de que las emisiones mundiales de CO2 registraron un incremento "histórico" del 6 % en 2021 debido a que el prohibitivo precio del gas hace que se esté quemando más carbón, que libera más dióxido de carbono.

No obstante, ese aumento de las emisiones no se sale de la tendencia esperada, pues algunas proyecciones anteriores a la escalada de precios energéticos del último año ya apuntaban a que se alcanzaría un pico global de emisiones hacia 2025 para luego reducirse gradualmente.

El consumo de petróleo

Las medidas planteadas por la Comisión Europea se centran en revisar la formación de precios en el mercado eléctrico y también en desprenderse del gas ruso, que supone en torno al 40% del consumo de ese hidrocarburo en la UE.

Pero Bruselas no se ha metido, por ahora, con el carbón o el petróleo, materias primas que también registran precios de récord y que la UE importa de Rusia en un 46 % y un 27 %, respectivamente.

Al otro lado del Atlántico, Washington sí que ha actuado contra los tres hidrocarburos rusos -gas, carbón y petróleo- prohibiendo todas las importaciones. Pero la situación de partida es radicalmente distinta.

Estados Unidos es un gran productor de energía con apenas exposición a Rusia, mientras que la UE es importadora neta y depende enormemente del país que preside Vladímir Putin, al que en 2021 compró energía por 148.000 millones de euros.

En todo caso, la AIE ha puesto ya el petróleo en el punto de mira y, al igual que la pasada semana presentó un plan para que la UE reduzca su dependencia del gas en el que ha inspirado a la Comisión Europea, esa agencia de la OCDE trabaja ahora en otro bloque de pautas para alejarse del crudo ruso.

"En el petróleo, Rusia también es el primer exportador, pero ahí hay un mercado mundial […]. Estamos hablando con los países productores para sacar más petróleo al mercado. La semana próxima, publicaremos un plan de urgencia de diez puntos. Podemos actuar en el sector del transporte", ha dicho este miércoles en París el director de la AIE, Fatih Birol, rodeado de ministros y comisarios europeos y empresarios del sector energético.