La biodiversidad regresa a Roca Partida, en México, gracias a su área protegida.

La biodiversidad regresa a Roca Partida, en México, gracias a su área protegida. Enric Sala National Geographic Pristine Seas

Historias

Adiós a la pesca ilegal en las áreas marinas protegidas: desaparece de casi el 80% de ellas, según un estudio

La investigación de la Universidad de Wisconsin, la de California y el National Geographic da la razón a los defensores de estos santuarios.

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Raquel Nogueira
Publicada

Las áreas marinas protegidas sí funcionan. Así, al menos, lo asegura un estudio publicado recientemente en la revista científica Science, realizado por la Universidad de California, la de Wisconsin y el equipo Pristine Seas de National Geographic.

Este análisis inédito, dicen sus autores, demuestra "el poder de las prohibiciones legales estrictas a la pesca" dentro de estos ecosistemas con especial protección.

A través de una combinación de imágenes por satélite e inteligencia artificial, los investigadores han sido capaces de detectar embarcaciones que, hasta ahora, eran indetectables para los radares tradicionales.

La principal conclusión de la investigación es que el 78,5% de las 1.300 áreas marinas protegidas estudiadas carecen de actividad pesquera comercial.

Por su parte, en el 82% de las zonas en las que los satélites sí detectaron actividad ilegal, esta se produce durante menos de 24 horas al año.

Peces en las islas Salvajes.

Peces en las islas Salvajes. Andy Mann National Geographic Pristine Seas

Asimismo, los autores del estudio afirman que en las áreas marinas protegidas con legislación más restrictiva se observan, de media, nueve veces menos pesqueros por kilómetro cuadrado que en las zonas costeras sin protección.

Más peces, más crías

Esto se traduce, según Enric Sala, uno de los exploradores de National Geographic y coautor del análisis, en que haya "más peces que producen más crías y ayudan a repoblar las zonas colindantes".

Porque, como recuerda Jennifer Raynor, investigadora de la Universidad de Wisconsin y autora principal del estudio, "hay evidencia científica suficiente para afirmar que las áreas marinas protegidas ayudan a regenerar los bancos de peces".

Un banco de peces recuperado.

Un banco de peces recuperado. Enric Sala National Geographic Pristine Seas

En teoría, añade, "esto crearía incentivos para la pesca ilegal y, sin embargo, no se produce". Las restricciones, por tanto, funcionan y disuaden.

Y es que, como insiste la investigación, la pesca ilegal es un problema global que "amenaza la salud de los ecosistemas oceánicos y la viabilidad económica de la industria pesquera".

Protección estricta

Los investigadores aseguran que, a pesar de que las áreas marinas protegidas funcionen, estas deben contar con una protección estricta para que sus efectos sean realmente visibles.

Sus beneficios "desaparecen" cuando su protección es laxa o moderada. Algo que, hoy en día, no tiene sentido.

Pues "el océano ya no es demasiado grande para ser vigilado", indica Juan Mayorga, uno de los autores del estudio y miembro del equipo de Pristine Seas de National Geographic.

La tecnología por satélite y la implementación de inteligencia artificial y machine learning hacen posible la monitorización de las grandes masas de agua del planeta.

Un banco de peces ángel.

Un banco de peces ángel. Enric Sala National Geographic Pristine Seas

"Hemos conseguido que la pesca ilegal sea visible, además de probado que la protección marina funciona", recuerda Mayorga. Y todo gracias, precisamente, a los avances científicos y tecnológicos.

5.000 millones de barcos

Para su investigación, el equipo de Raynor analizó la posición de cinco mil millones de buques extraída del Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés), una señal GPS de seguridad que envían los barcos pesqueros.

Esta se cruzó con las imágenes generadas por el Radar de Apertura Sintética (SAR), capaz de detectar navíos incluso con condiciones meteorológicas o lumínicas adversas.

A su vez, esta información se contrastó con los modelos de IA desarrollados por el Observatorio de Pesca Global.

Todo ello permitió que los investigadores colocasen en el mapa la mayor parte de los pesqueros de más de 15 metros de largo, incluidos los 'fantasma' –aquellos que ni siquiera comunican su ubicación.

Un 'Bodianus scrofa'.

Un 'Bodianus scrofa'. Andy Mann National Geographic Pristine Seas

Al combinar todas las bases de datos, como indica Mayorga, "los puntos ciegos se minimizan". Como resultado, comenta, "estamos más cerca de tener una imagen completa de la actividad humana en el océano".