El apagón sumió a España en la oscuridad durante más de ocho horas.

El apagón sumió a España en la oscuridad durante más de ocho horas. Efe

Historias el gran apagón

Cuando la vida se fundió a negro: el gran apagón nacional que demuestra que España es eléctricamente dependiente

28 de abril de 2025, el día que España demostró lo frágil que es ante una emergencia eléctrica. Servicios esenciales y la comunicación desaparecieron.

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Lunes 28 de abril de 2025. Eran las 12:32 de la mañana y, de repente, la vida se quedó a oscuras. Un apagón repentino, que llegó sin previo aviso, dejó a España sumida en el silencio y el vacío. "Ahora se solucionará", era la tónica general de pensamiento que abordaba a todos los ciudadanos. 

Sin embargo, lo que en un principio parecía que iba a durar unos instantes, acabó siendo un nuevo 'apocalipsis' que dejó sin luz la península ibérica y a parte del sur de Europa durante algo más de 10 horas. Aunque no afectó a toda las zonas por igual –ya se oía a algunos murmurar eso de que la risa va por barrios–, en la mayor parte del territorio el caos reinó durante gran parte de la jornada. 

Metros, trenes, cercanías (con ocupantes desconcertados en su interior), semáforos y torres de control aeroportuarias dejaron de funcionar; los coches eléctricos no pudieron acceder a su red de carga; todas las luces de hogares y empresas se apagaron; los pagos digitales desaparecieron; los comercios y supermercados cerraron y, aunque servicios esenciales como los hospitales siguieron en funcionamiento gracias a sus generadores, miles de personas tuvieron que ser trasladadas de urgencia al no poder enchufar sus respiradores. 

Ante este contexto de descontrol, sumado a una red de datos y operadores móviles que dejaron incomunicada a toda la población, el colapso y la anarquía llegaron a las calles. Fue entonces cuando España demostró que, en este sentido, pende de un hilo. Una enorme dependencia energética se hizo latente, y los ciudadanos ya se preguntan qué pasará en el futuro si esto vuelve a ocurrir. 

El gran afectado

Mientras zonas del noroeste y el sur del país comenzaron a recuperar poco a poco su suministro energético tras algo más de cuatro horas desde el apagón, el centro peninsular se consagraba como el mayor afectado por esta caída de la red nacional. 

En algunas zonas de la Comunidad de Madrid, no fue hasta pasadas las 22:00 horas cuando la luz volvió de nuevo a la vida de los ciudadanos. En Castilla y León, en siete de las nueve provincias se pudo recuperar el suministro sobre las cinco de la tarde. Sin embargo, en ciudades como Segovia y algunos municipios de la provincia de León, no fue hasta las siete de la mañana del martes siguiente. 

En Santa María del Páramo, a 33 kilómetros de León, "no volvió la luz hasta la mañana del martes, a las 6:54 concretamente", cuenta a ENCLAVE ODS una ciudadana del municipio. Sin embargo, la capital segoviana no corrió la misma suerte. Fue unos 20 minutos más tarde cuando las luces se encendieron y la vida volvió, aparentemente, a la normalidad.

Aun así, pasadas las 10 de la mañana, la ciudad seguía reportando fallos. Un trabajador del sector de la informática asegura que no fue hasta entonces cuando la cobertura volvió a las calles. "La mañana hasta ese momento resultó totalmente improductiva", explican a ENCLAVE ODS desde el otro lado de la sierra. 

Lo que el apagón se llevó

Este repentino apagón hizo que, por un momento, la vida al completo se detuviese. Con un precedente tan crítico como el episodio de la pandemia que asoló el país en 2020, la gente se mostraba temerosa de lo que pudiera ocurrir. La gente se lanzó a la calle buscando la manera de volver a casa.

Los autobuses, el único medio de transporte que no se vio afectado, funcionaban a pleno rendimiento intentando abastecer a los cientos de ciudadanos que se congregaron en las paradas buscando un salvoconducto.

"Aunque estuvimos parados dos horas en la M-30 por los atascos. Sin semáforos y con las salidas colapsadas fue todo un caos. Una chica incluso se desmayó por la cantidad de gente que íbamos dentro", explica a ENCLAVE ODS un trabajador que volvía de Tres Cantos al centro de Madrid después de su jornada. Otros, optaron por hacer autostop en medio de carreteras y autopistas. 

Momentos de tensión en las carreteras.

Momentos de tensión en las carreteras. José Verdugo

"Nunca me imaginé que el GPS me dejaría tirada... ¿Alguien me puede decir como puedo llegar a Sinesio Delgado?", gritaba una mujer que recorría desorientada en su vehículo las calles del barrio madrileño de Valdezarza. Y es que, sin electricidad, estamos vendidos.

Aparte de lo más obvio, como servicios básicos como la vitrocerámica, los calentadores o, incluso, el agua, lo que dejó de funcionar y se convirtió en uno de los mayores problemas para la población, fue un elemento que normalmente pasa de inadvertido: el teléfono móvil

La tecnología se ha ido colando de manera silenciosa en nuestras vidas, invadiendo cada espacio sin ser vista. Pero, cuando falla, nuestra fragilidad se hace latente, dejando constancia de que, sin duda, no estamos preparados para un mundo sin ella

Miles de familias quedaron incomunicadas por la falta de internet o de red telefónica. Tampoco podían informarse, las televisiones se quedaron sin corriente, y fue la radio analógica la que se erigió salvadora. A los medios digitales tampoco había acceso y, de hecho, muchos de ellos se quedaron sin poder publicar.

Sin ir más lejos, este medio de comunicación tuvo que anclarse al generador del edificio donde tiene su redacción para seguir nutriendo de información a los pocos ciudadanos que conseguían tener acceso según avanzaban las horas. 

Redacción improvisada de EL ESPAÑOL durante el apagón.

Redacción improvisada de EL ESPAÑOL durante el apagón. Javier Carbajal

Por suerte, hospitales y centros de salud cuenta con generadores de emergencia que les permiten seguir en funciones. Sin embargo, ciudadanos dependientes de bombonas de oxígeno o de tratamientos que requerían electricidad tuvieron que ser trasladados de urgencia. En Madrid, fue el Zendal el centro de referencia que acogió a estos enfermos desamparados. 

Otra cosa que pilló desprevenida a la población y que se torna básica es nada más y nada menos que el dinero. El efectivo se mostró ausente en muchas carteras españolas y, en un mundo pegado al datáfono, la gente ni siquiera pudo acceder a él. Cajeros, bancos y sucursales quedaron inoperativos, y el pago digital se volvió imposible.

"No podemos costearnos un hotel porque no funcionan las transacciones con tarjeta", narraba a este periódico un hombre atrapado en la estación de tren de Chamartín. Lo mismo ocurría con los comercios y supermercados que, a oscuras, atendían con cuentas 'a dedillo' a los vecinos que hacían cola a las puertas de estos establecimientos en busca de alimentos básicos

Colas en los supermercados durante el apagón.

Colas en los supermercados durante el apagón. Sara Fernández

"Los terminales de pago funcionaban a ratos. La gente venía a mansalva a por agua, pan de molde, bolsas y latas… parecía la covid. Por supuesto, las neveras dejaron de funcionar", explica un reponedor de supermercado a ENCLAVE ODS. Lo mismo sucedió con los surtidores de gasolina. 

Las colas de vehículos se sucedían en distintos puntos de repostaje, pareciendo olvidar que, en este caso, la electricidad también es necesaria. "Los surtidores van con luz. Tengo que pedir a los coches que no paren. Sólo funcionaban aquellas estaciones que cuentan con generadores o placas solares", narra a este medio un trabajador de la pequeña gasolinera ubicada en la calle Francos Rodríguez de Madrid. 

Los que nunca se apagaron

Pero en una España sumida en el caos, algunas bombillas fueron afortunadas de encenderse. En este caso, hablamos de aquellas instaladas en los hogares con baterías solares. No se trata de unos sistemas que abunden en nuestro país, pero fueron estos, sin embargo, los únicos capaces de lucir durante el apagón. 

Así lo explica José Llorens, portavoz del proveedor de energía Otovo: "Los apagones lo dejaron claro, la independencia energética ya no es algo bonito de tener, es esencial. Las baterías solares con respaldo mantuvieron ayer los hogares en funcionamiento mientras millones de personas se quedaban sin electricidad, lo que demuestra la urgente necesidad de sistemas energéticos resistentes y descentralizados".

La clave para que algunos domicilios hayan permanecido con electricidad, aseguran desde la empresa, fue la combinación de una instalación de paneles solares y baterías con sistema de respaldo. Estos, explican, "están marcando la diferencia no sólo en términos de ahorro y sostenibilidad, sino también en seguridad e independencia energética".

No obstante, nuestra nación parece que se encuentra, de momento, muy lejos de estar libre de esta atadura a la energía. Cuando aún se tratan de averiguar las causas de los cinco segundos que dieron lugar al desastre, y ante un escenario abierto a una posible nueva caída de la red, el reto es claro: encontrar una alternativa segura que haga que España nunca se vuelva a apagar del todo