Ilustración de la cubierta de 'Neocaos', el nuevo cómic-ensayo del historietista Pere Joan.

Ilustración de la cubierta de 'Neocaos', el nuevo cómic-ensayo del historietista Pere Joan. Autsáider Cómics

Historias

‘Neocaos’, el ensayo en cómic que ridiculiza el urbanismo depredador y propone construir casas en rotondas

En su última obra, el historietista malloquín Pere Joan critica la distopía urbana imaginando casas en las rotondas o colgando de las autopistas. 

10 febrero, 2024 03:03

Casas colgando bajo los cruces de las autopistas; habitantes de rotondas que solo se relacionan entre sí, como vecinos de un limbo que no es ni urbano ni rural; ciudades flotantes sobre pellejos de animales; canales artificiales en islas para que incluso las construcciones del interior de estas se pueda decir que están en primera línea de playa. Así es el mundo que imagina con su bolígrafo el historietista e ilustrador Pere Joan en Neocaos, un cómic-ensayo donde explora temáticas como el urbanismo, la arquitectura, los problemas de la vivienda y la construcción. 

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“En Neocaos dejé volar la imaginación pensando a dónde podría llegar el urbanismo si no hubiese reglas que lo limitasen, planteándome lo invasivos que podemos llegar a ser los humanos con el territorio”, explica el autor de todas estas aberraciones constructivas, muchas de las cuales, por el momento, solo existen en su cabeza y sobre el papel del cómic.

Pere Joan nació en Mallorca en 1956, una época en la que a las Baleares aún se la llamaba "La isla de la calma". Ahora, en 2024, el término "balearización" se ha consolidado para definir el abuso de urbanización del litoral de manera intensiva y desordenada para el turismo de masas. Gran parte de su obra como ilustrador o historietista está dedicada a analizar ese fenómeno del que ha sido testigo directo.

Cubierta de 'Neocaos' (Autsider, 2024), de Pere Joan.

Cubierta de 'Neocaos' (Autsider, 2024), de Pere Joan. Autsaider Cómics

Neocaos (Autsaider, 2024), su último álbum, mezcla ensayo y ficción en viñetas para presentar a una serie de personajes que deciden llevar al extremo sus más locos sueños de construcción y se lo explican al lector con argumentos más o menos racionales. “Quería jugar con la idea de que el ladrillo para nosotros ya es una especie de Dios que lo invade todo, pensando en cómo sería si se pudiese hacer cualquier cosa”.

De algunos de sus cómics anteriores, como Història del turismo a les Illes Balears (2009) o Memòria selectiva (2017), rescató su análisis de la obsesión por la costa. “Decidí plasmar esa idea de construir en la costa como necesidad creada, de manera que se intentase ‘cortar hacia dentro’ una isla, hacer una Venecia artificial con canales pero no ganando terreno al mar, sino al contrario, inundando”.

"La distopía urbana no tiene vuelta atrás"

Esa idea de intentar crear de forma artificial lo que se ha idealizado mientras se destruye lo natural quiso vehicularla a través de una serie de propuestas en la que quiso que primase la idea de “intentar habitar en sitios que no están pensados para ellos". Y así lo recuerda Joan: "Pasaba bajo un puente de una autovía y decía: si no lo impidiese la ley, seguro que alguien intentaría hacerse una casa ahí”.

Poco a poco, creando personajes con ideas de urbanismo extremo, fue dibujando ese “documental en viñetas” que es Neocaos. El autor explica a ENCLAVE ODS que creó el libro como quien "construye una chabola". Pero insiste que "sin dejar de lado las metáforas de construcción; con cosas que me iba encontrando e improvisaba, sin un plan previo. En la vida nadie quiere vivir en la chabola, pero como forma de habitar la periferia de la narrativa sí me parece interesante”.

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El resultado ha sido una conclusión pesimista: “la distopía urbana no tiene vuelta atrás", sentencia. Joan confiesa que en el proceso creativo se inspiró en la excentricidad kafkiana. "Si Kafka en La metamorfosis imaginó que una persona se despertó y era un insecto, a nivel colectivo los humanos nos hemos despertado y nos hemos dado cuenta de que somos una plaga para el planeta, insectos que no paramos de invadirlo todo”.

Para evitar “el catastrofismo”, decidió reflejarlo desde el humor y la imaginación, dando rienda suelta a las mayores barbaridades que se le ocurrían. Al reflexionar sobre la proliferación de los espacios híbridos, lugares que no son ni urbanos ni rurales, creó una especie de secta.

La gente que “ha decidido vivir en rotondas, en mitad de la nada, y solo se relacionan con otros que viven igual, sin hablar con nadie”, relata. Imaginarse a estos ‘vecinos rotonderos’ “solo tenía sentido si se hacía desde la ironía, si era gracioso. La construcción es el nuevo tótem que mucha gente adora, pero si voy a contarlo, que sea divertido”.

El cómic no tiene límites

La vida, además, perseguía al arte: durante el proceso de creación de Neocaos descubrió que la primera rotonda de la historia de España se construyó en su isla. En concreto, en 1976, en el núcleo de Palmanova, perteneciente al municipio mallorquín de Calviá. “Siempre somos pioneros en estas cosas”, bromea.

Parte del reto, ya que el formato imita la construcción de un documental y está muchas veces más cerca del ensayo que de la ficción, era que cada personaje argumentase sus decisiones y que el lector no estuviera "ni a favor ni en contra". "Si tengo una opinión sobre las cosas que han hecho, quería que [el lector] no la supiera, aunque yo me los haya inventado [a los personajes]". Todos y cada uno de los individuos que se retratan en la obra "tienen sus propias razones, aunque a veces sean excéntricas y para algunos es la pura necesidad”.

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“Tengo una ventaja: en el cómic puedo dibujar cualquier cosa; me he permitido lo que los arquitectos no pueden hacer", señala. "Ellos tienen limitaciones, añade. “Ya sea el presupuesto, los materiales, la normativa... No pueden hacer siempre lo que quisieran". Por eso mis personajes son una serie de gente que lleva al límite sus ideas. Construyen soluciones que dependen solo de ellos”.

La idea de la depredación del medio natural está en casi todas las propuestas de Neocaos. También aparece el intento de construir ciudades flotantes, pero no con islas artificiales como ya ocurre en muchos lugares del mundo, sino “construyendo balsas con pellejos de animales. Imaginemos que hay un país donde algo así no está prohibido, y a ver qué pasa”.

Pero incluso la desbocada y crítica imaginación de Pere Joan tiene su límite o un punto en el que se escandaliza. Una vez publicado el tebeo, un amigo le habló de The Line, la ciudad en línea recta que Arabia Saudí está construyendo junto al Mar Rojo y a través de 170 kilómetros de desierto.

“Una ciudad recta, en lugar de radial, en la que solo puedes pasear en una dirección, en línea recta. No puedes perderte, que es la gracia que tiene cuando estás descubriendo una nueva ciudad, callejear”, comenta. “Algo así no lo llegué a pensar. Solo demuestra que por muy ingenioso que te creas, cualquier cosa que imagines alguien en algún sitio la habrá superado”.