Detalle de una mantis religiosa.

Detalle de una mantis religiosa. iStock

Historias

Del animal que recicla su cerebro a la devoradora de machos: así actúan los caníbales de la naturaleza

La práctica de comerse a los de su propia especie es habitual y podría aumentar a consecuencia del calentamiento global, según un estudio.

30 octubre, 2023 01:56

En la naturaleza, la lucha por la supervivencia puede tomar formas que, aunque para el ser humano rozan lo grotesco, forman parte de la realidad primitiva del reino animal. El canibalismo es una de ellas, incluso entre seres vivos de la especie —ya los propios humanos lo hicieron durante siglos, si recordamos a los pieles rojas e incluso el macabro escenario del Milagro de los Andes en el año 72—, como peces e invertebrados.

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La práctica de comerse a enemigos e incluso familiares es "común" en la naturaleza, afirma el biólogo Bill Schutt en Cannibalism: A Perfectly Natural History. El profesor de la Universidad de Long Island destaca en su obra que, si bien durante siglos la ciencia ha contemplado el canibalismo como un fenómeno con poca importancia cultural o biológica, lo practican más de 1.500 especies en el mundo animal

El hacinamiento y la falta de recursos de los que alimentarse llevan a muchos animales a devorar a sus homólogos. Esto lleva a la investigación a preguntarse qué ocurriría si el planeta sigue calentándose —la temperatura de la superficie terrestre y oceánica de 2022 sobrepasó por 0,86 °C al promedio del siglo pasado— y la comida cada vez es más escasa. ¿Aumentaría el canibalismo?

Detalle de una cobra del Cabo, una serpiente potencialmente venenosa.

Detalle de una cobra del Cabo, una serpiente potencialmente venenosa. iStock

En muchas ocasiones, este es un comportamiento que no afecta a la progenie, ya que el sustento habitual suele estar en animales inertes. Muchas especies canibalizan a sus crías, normalmente, cuando estas están enfermas o nacen en condiciones en las que la madre no puede proporcionarle alimento. Es lo que se conoce como canibalismo filial.

Lo practican los leopardos, los leones africanos y los macacos, entre otros animales, y no solo ocurre con las crías que no son capaces de sobrevivir. Por ejemplo, las hembras de los peces cíclidos de África central —coloquialmente llamados incubadores bucales de Burton— llevan los huevos en la boca, y a veces consumen más de tres cuartas partes de sus propias crías como parte de su dieta.

Rivalidad y canibalismo sexual

En muchas especies, esta se convierte en una práctica vinculada al conflicto entre semejantes. Es el caso del tiburón toro y los sapos de espuela, así como de algunas serpientes. En 2018, investigadores en el desierto de Kalahari, en Sudáfrica, encontraron a una gran cobra macho del Cabo que devoraba a otro macho de la misma especie, y llegaron a la conclusión de que esto no era un caso aislado, sino todo lo contrario. Otras especies, como las mantis religiosas, practican el canibalismo con fines reproductivos.

La temporada de apareamiento en climas templados generalmente se inicia en otoño. En el caso de las mantis, una vez que el macho detecta a una hembra receptiva, la monta, sujetándola para inmovilizarla, y deposita en la entrada del orificio genital femenino el espermatóforo, explican desde la Escuela Politécnica de México. "En este momento suele presentarse el canibalismo sexual por parte de la hembra, que sigue su instinto voraz y depredador y engulle la cabeza del macho", destacan.

Al observar el apareamiento de las mantis, pueden diferenciarse en que el macho es más pequeño que la hembra y tiene alas pardo-grisáceas desarrolladas.

Al observar el apareamiento de las mantis, pueden diferenciarse en que el macho es más pequeño que la hembra y tiene alas pardo-grisáceas desarrolladas. iStock

Alimentarse de uno mismo

El autocanibalismo es una práctica que, pese a no estar lo suficientemente documentada, forma parte de la normalidad de muchos seres vivos. Algunos mamíferos se comen su propia placenta tras el parto, y otros animales, como las serpientes, pueden literalmente devorarse de forma accidental, al confundir su propia cola con la de una presa a la que cazar. 

Igualmente reseñable es el caso de las ascidias, también conocidas como tunicados. Estas se deshacen de su propio cerebro como parte de su ciclo vital, según estudios recientes. De crías, se asemejan a pequeñas bolsas abultadas y sobreviven filtrando el alimento del agua que las rodea. Comienzan su vida como larvas nadadoras parecidas a renacuajos, pero luego se adhieren a una roca o superficie y no vuelven a moverse nunca más.

Imagen de archivo de tres ascidias.

Imagen de archivo de tres ascidias. iStock

Las ascidias encuentran su hogar gracias a que disponen de una vesícula cerebral y unos órganos sensoriales que les ayudan a percibir la luz y la gravedad en busca de un enclave en el que establecerse. Una vez lo consiguen, ya no necesitan más estos órganos, por lo que los "reciclan". Es decir, los transforman en otros órganos más útiles en un proceso de metamorfosis que las vuelve completamente distintas.