Fresas secas cerca del Parque Nacional de Doñana, en Almonte, a 25 de abril de 2023.

Fresas secas cerca del Parque Nacional de Doñana, en Almonte, a 25 de abril de 2023. Marcelo del Pozo Reuters

Historias Cambio climático

La sequía 'climática' se ceba con el campo español: así es el mapa de los alimentos en riesgo por la falta de agua

El sector da por perdidos algunos como el cereal, con una merma muy importante este año de unos 2.000 kilos/hectárea en el 90% del territorio.

9 mayo, 2023 01:15

Marcos Garcés, agricultor cerealista y ganadero en la localidad de Bañón, en Teruel, observa su campo de cultivo con preocupación. La falta de lluvias le ha pasado factura. La siembra que hizo de cebada el 7 de noviembre no ha recibido el agua que necesitaba y, como resultado, ahora encuentra hojas secas y amarillentas entre brotes poco desarrollados.

“Podrían haber crecido, pero se han secado. Ya tenemos menos producción, y la planta ya está empezando a espigar. Es muy pronto. Al sufrir un estrés hídrico y de [altas] temperaturas, lo que hace es intentar desarrollarse”, comenta el agricultor. Como consecuencia, “está saliendo antes de tiempo y de mala calidad”.

Como él, otros tantos agricultores de todo el país miran con ruegos hacia el cielo. Los récords encadenados mes tras mes, como ocurrió con este abril –el más seco y caluroso desde que existen registros–, están mermando las producciones en todo el territorio nacional. Sobre todo, allá donde la sequía está obligando a restricciones al riego. Por eso, desde el sector apuntan a pérdidas importantes de cultivos como los cereales, pero también de otros como el aceite, los cítricos o las hortalizas.

[El aceite de oliva, en riesgo por la sequía: los precios están al alza y "apenas hay producción" en España]

Es algo que se va a percibir ya este verano. Como comenta Javier Fatás, responsable de agua en la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), “el cereal va a tener una merma muy importante este año de unos 2.000 kilos por hectárea en el 80% o 90% del territorio nacional”.

Según el informe oficial de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE), los cereales son el grupo de cultivo con mayor superficie de regadío, con más de 930.000 hectáreas de un total de seis millones. Se concentra, sobre todo, en regiones cerealistas como Castilla y León, Castilla-La Mancha y otras regiones tensionadas por la sequía o las restricciones de agua como son Aragón y Andalucía.

Entre los cereales que más preocupan está el maíz. Como comenta Fatás, “se están cuestionando muchas plantaciones de este cereal”, así como del girasol y de hortalizas como el brócoli. Y el problema es que son “zonas donde ya se deberían haber hecho esas siembras”.

Según el responsable de COAG, ese es el caso de Castilla y León, Aragón, Navarra o La Rioja. Asimismo, lamenta “una merma importante en el cultivo de arroz en el Guadalquivir”, donde se han reducido los derechos de riego hasta en un 80% por la falta de agua en la cuenca, por la falta de lluvias y los bajos niveles de los embalses, al 24,5%. 

En esa misma cuenca, preocupa también el olivar. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Andalucía es donde más se cultiva y es, tras los cereales, el grupo de cultivo que más superficie tiene en regadío en nuestro país en términos absolutos. “El calor está condicionando la floración de los olivos”, comenta Fatás, y eso después de un año “con una producción muy pequeña”.

En Cataluña, otra de las zonas más tensionadas por la escasez de precipitaciones y por los bajos niveles hídricos acumulados en las reservas –al 25,4% de su capacidad sin haber comenzado la época estival–, hay cultivos más allá de los cereales que también preocupan. Según el experto de COAG, frutas como el melocotón, la pera, la nectarina y la manzana son cultivos que van a sufrir “una merma importante”. Aunque aún no se atreve a dar estimaciones, sí asegura que “la incertidumbre es muy grande”.

Lo mismo comenta a este periódico Ignacio Fernández de Mesa, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Córdoba. “Lo que está ocurriendo con los cereales es pavoroso”, lamenta, y aventura una pérdida de más de la mitad de la producción normal en nuestro país. “Es un pequeño gran desastre como consecuencia de las escasas precipitaciones y las altas temperaturas”, insiste.

Fernández de Mesa apunta, además, que el problema que están experimentando los cultivos de regadío es que están acostumbrados a recibir agua de manera continua, por lo que se pregunta si van a ser capaces de aguantar. “Como el año que viene suceda lo mismo, puede ser terminal”, lamenta.

No obstante, como recuerda Fatás, “vivimos en un sector muy globalizado”, porque “va a seguir habiendo importaciones”, pero los precios se encarecerán aún más. De hecho, ya lo están haciendo. El kilo de aceite de oliva, por ejemplo, en enero de 2023 ya alcanzó récords, hasta un 150% más caro que hace un año.

Un abril histórico

Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) hablan por sí solos. Según su último balance climático, el último mes de abril ha sido el más cálido desde 1961, con una temperatura máxima diaria de 4,7 grados en promedio por encima de lo habitual para estas fechas. 

Los récords no han sido solo de temperaturas. Según este mismo análisis, el mes de abril ha tenido un carácter extremadamente seco en cuanto a precipitaciones, con un valor medio sobre la España peninsular de 14,2 mm. Esto es el 22% de lo normal para este mes, tomando como período de referencia el de 1991 a 2020. De acuerdo a estos datos, se ha tratado del mes de abril más seco desde el comienzo de la serie en 1961.

Estos datos son preocupantes para el sector primario. Las altas temperaturas aumentan la evaporación del agua acumulada en embalses y también consumen la humedad del suelo y las plantas. Por otro lado, el déficit de lluvia acumulado sitúa a la vegetación y cultivos en una situación de estrés hídrico muy importante.

Como señala en su último boletín el Joint Research Centre (JRC), un centro de investigación de asesoramiento científico de la Comisión Europea (CE), países comunitarios como España han sufrido una reducción sustancial en la extensión del área sembrada y/o cambios de arroz o maíz a cultivos más tolerantes a la sequía. E, incluso, reconocen que “es posible que parte de las áreas de secano no se siembren en absoluto”

Zonas de preocupación. En verde, los cultivos de invierno afectados. En naranja, los de verano y primavera.

Zonas de preocupación. En verde, los cultivos de invierno afectados. En naranja, los de verano y primavera. JRC

En el sur de España, por ejemplo, el maíz y el arroz podrán ser sustituidos por girasoles. Y es que las condiciones cada vez más secas y con menos disponibilidad de agua en la Península están obligando a este sector a adaptarse a marchas forzadas. No solo a través de la utilización de tecnología de precisión, sino también mediante avances como el que dio a conocer el CSIC hace apenas un mes.

Como informaron en su día, científicos del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) y del Instituto de Química Física Rocasolano (CSIC) patentaron un fármaco para activar la resistencia de las plantas de cosecha a la sequía. En definitiva, es un mecanismo para activar a voluntad la señalización de la hormona vegetal llamada ácido abscísico, clave en la respuesta adaptativa de las plantas al estrés hídrico.

Con la inversión necesaria, avances como este pueden ser cada vez más habituales en nuestro país, porque hay que recordar que España será una de las regiones más afectadas por el cambio climático. Como ya adelantó en su último trabajo el Grupo de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidasveremos una disminución en la superficie de suelo apta para el cultivo. Y no solo por las condiciones climáticas adversas, sino por el aumento de la erosión y la pérdida de calidad de los suelos y del agua como consecuencia de los eventos extremos de lluvia. 

Ante este escenario, las alarmas de los expertos se centran en el fomento de acciones que contribuyan a reducir y, a ser posible, eliminar en 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero (los que atrapan el calor del sol) a la atmósfera, además de medidas de adaptación al cambio climático.