El bosque de Aokigahara, a unos 100 kilómetros de Tokio, es el segundo lugar con más suicidios del mundo.

El bosque de Aokigahara, a unos 100 kilómetros de Tokio, es el segundo lugar con más suicidios del mundo. iStock

Historias Salud mental

Silencio y muerte: así es el Bosque de los Suicidios donde decenas de personas pierden la vida cada año

El bosque de Aokigahara en Japón es, después del puente Golden Gate, el lugar del mundo donde más personas se suicidan. 

9 enero, 2023 19:18

“El silencio absoluto conduce a la tristeza. Es la imagen de la muerte”. Esta es una de las citas atribuidas al ilustrado francés Jean-Jacques Rousseau. Pero es precisamente el silencio lo último que oyen aquellos que merodean en el bosque de Aokigahara para quitarse la vida. Este bosque hace justicia a su fama: el bosque de los suicidios es la segunda ubicación que más suicidios registra en el mundo, después del Golden Gate. Se estima que cada año se suicidan en él entre 50 y 100 personas.

Silencio y muerte son las dos características que describen los páramos del profundo bosque: el viento es bloqueado por los árboles, casi no hay vida silvestre y hay muchas cavernas rocosas y heladas. Quizás su notoriedad se haya disparado en los últimos años a raíz del videoblog del youtuber y personalidad de internet Logan Paul, donde se mostraba el cadáver de una persona en la notoria ubicación. 

Otro de los culpables de su popularidad es la película The Forest (El bosque, en español), estrenada en 2016, donde se cuenta un relato de terror con el bosque de los suicidios como premisa parte del largometraje se rodó allí. La protagonista se adentra en el bosque para investigar la muerte de su hermana gemela. 

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Pero para algunos visitantes, Aokigahara es un lugar de belleza y serenidad desenfrenadas. Los excursionistas que buscan un reto pueden merodear por los caminos de este particular bosque, caracterizado por sus densos matorrales, raíces enredadadas y rocosos terrenos. Además, desde el bosque hay unas vistas espectaculares al monte Fuji.

Si bien se conoce este enclave por su infamada mortalidad, no todos los visitantes tienen en la cabeza acabar con su vida, hay turistas curiosos a los que les atrae lo macabro y el tanatoturismo. Aquellos que se acercan a curiosear se ven afectados por la tragedia al encontrar zapatos cubiertos de musgo, fotografías, maletines, notas o prendas destrozadas en el terreno. 

La población local asegura que estos son los tres tipos de visitantes diferenciados: los excursionistas, los curiosos de lo macabro y aquellos que planean no marcharse. Estos últimos, según la mitología japonesa, se convierten en Yūrei, espíritus errantes de las personas fallecidas violentamente que vagan por el bosque durante el resto de la eternidad. 

Un cuento del folclore

El frondoso bosque ha sido objeto de numerosos mitos. Se han contado historias sobre la ubasute, una antigua tradición del Japón feudal en la que se abandonaba a los parientes enfermos o ancianos en lugares remotos, donde acababan pereciendo por deshidratación, hambre o por la simple exposición. 

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Según las historias no verificadas, generalmente se recurría a la ubasute en épocas de sequía o escasez de alimentos, cuando la situación se volvía desesperada. Y era común dejar a las mujeres. 

Sin embargo, ya durante la década de los cincuenta ya se había reportado la existencia de cadáveres en descomposición en Aokigahara. Sea cual sea el origen de la leyenda, es innegable que la ubicación se ha merecido su nombramiento como Bosque de los Suicidios. 

Muchos creen que la popularidad de este bosque está relacionada por el relato Kuroi Jukai (traducido como El negro mar de árboles, 1960), del prolífico escritor Seicho Matsumoto, que cuenta la historia de una pareja de amantes que se suicida en el Bosque de Aokigahara.

Otro libro oscurece aún más la leyenda, titulado Kanzen Jisatsu Manyuaru (El manual completo del suicidio, 1993), que recoge hasta 11 maneras para suicidarse, teniendo en cuenta factores como el dolor, el esfuerzo requerido, la apariencia del cadáver o su impacto en otros. Además, describe Aokigahara como el lugar "perfecto para morir". Vendió millones de copias, pero al poco tiempo fue vetado en el país. 

Realidad antes del mito

Sin embargo, ya en la década de 1950 los turistas informaban de la presencia de cadáveres en descomposición en Aokigahara. Lo que llevó a los corazones rotos al bosque en primer lugar puede seguir siendo un misterio, pero su reputación en el presente como el Bosque de los Suicidios de Japón es merecida e innegable.

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Los datos más recientes dan cuenta de 247 personas que trataron de suicidarse. De estos, solamente 54 lo consiguieron. La manera más frecuente de hacerlo es ahorcándose. Desde entonces, el Gobierno japonés ya no publica datos oficiales, con el temor de que más personas traten de quitarse la vida. Se estima que cada año se suicidan en el bosque entre 50 y 100 personas.

Pensemos una vez más en la vida que te fue dada, tus padres, tus hermanos y hermanas, y los niños. No sufras solo, antes, contacta a alguien, lee un mensaje en una señal, acompañado de un número de teléfono para pedir ayuda.

"Pensemos una vez más en la vida que te fue dada, tus padres, tus hermanos y hermanas, y los niños. No sufras solo, antes, contacta a alguien", lee un mensaje en una señal, acompañado de un número de teléfono para pedir ayuda. iStock

Cada día y desde los años setenta, un grupo de agentes de policía, voluntarios y periodistas recorren el bosque para hacer un recuento de víctimas y evitar las tragedias. Además, las autoridades han colocado señales de advertencia en la entrada con mensajes como "por favor, reconsidérelo" y "piense detenidamente en sus hijos, en su familia", en la entrada.