La necesidad de ventilar los espacios interiores de manera recurrente no es una novedad. Pero en los dos últimos años ha cobrado especial relevancia y se ha convertido en una de las medidas básicas para mejorar nuestra salud.

Con la llegada del frío y el incremento de la factura de la luz y el gas apetece menos ventilar y perder todo el calor interior. El problema es que, aunque vaya en contra de las creencias populares sobre el ahorro, abrir las ventanas todos los días es primordial, tal y como aseguran los expertos. 

Sin embargo, ventilar nuestros hogares y espacios de trabajo por periodos prolongados en los meses de invierno puede provocar incomodidad. Además, eleva considerablemente el uso de equipos de calefacción.

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Con los altos precios de la energía actuales, conocer de qué manera se puede ventilar un espacio cerrado de forma eficiente puede suponer una importante reducción en el importe de la factura.

A pesar de que sea invierno, las casas deben ventilarse al menos una vez al día, ya que en el interior también se van acumulando agentes contaminantes nocivos para nuestro organismo.

Un aumento de la humedad puede hacer que aparezca moho y la condensación favorece el riesgo de desarrollar alergias u otras infecciones en las vías respiratorias.

Estos son los cuatro consejos a tener en cuenta para ventilar y ahorrar en el intento.

Ventilar al mediodía

No mentimos si decimos que el calor de invierno a determinadas horas es de agradecer. Incluso cuando nos asomamos a la ventana al mediodía, el sol puede llegar a quemar.

Al tratarse de la hora más cálida de la jornada, es la mejor excusa para abrir la ventada. Pero dependiendo de la orientación de nuestra vivienda u oficina, se puede renovar el aire en diferentes momentos y hasta en diferentes estancias, siguiendo el recorrido del sol.

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No más de 10 minutos

Se recomienda abrir las ventanas entre 5 y 10 minutos para que la temperatura no baje demasiado. Además, es preferible abrigarse bien y mantener la estancia a 20 o 21 grados que caldearla más y estar en manga corta.

Al abrir para ventilar, el aire caliente se pierde y se gasta mucha energía al volver a templar la estancia. El mejor modo de ventilar, por tanto, es dejar la ventana completamente abierta durante un periodo corto de tiempo y nunca, al contrario de lo que pudiera parecer, dejar una rendija durante un tiempo prolongado.

Cerrar las puertas

Parece una tontería, pero el calor de las habitaciones es mayor si cerramos todas las puertas. Especialmente las de las estancias que no estamos utilizando. Así, evitamos que el calor se disperse. Es, además, una buena forma de ahorrar y evitar que al ventilar cada habitación por separado el frío que entre se pase a la siguiente.

Con temperaturas exteriores muy bajas, la habitación se enfriará antes de lo que creemos. Dejar las puertas abiertas durante un tiempo prolongado también hace que el aire caliente de una estancia se pierda.

Deshazte del termostato de pared 

Una buena opción sería programar un termostato inalámbrico en la habitación que queremos caldear. Así, la calefacción se enciende cuando la estancia baja de temperatura. 

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Con los termostatos de pared es más difícil regular el calor, pues suelen encontrarse en una estancia fija –y no se pueden mover–. Esto nos quita versatilidad. Sin embargo, los inalámbricos permiten de manera autónoma poder regular el tiempo de funcionamiento.

Su funcionamiento es sencillo: se selecciona por rango temporal qué día de la semana y en qué rangos de hora quieres alcanzar según qué temperatura, y automáticamente se optimiza su uso.