Una persona sostiene microplásticos en la mano

Una persona sostiene microplásticos en la mano iStock

Historias

Ya tenemos microplásticos en los pulmones y la sangre: un problema diminuto con un impacto colosal

Casi todo lo que nos rodea contiene plástico, y además de tocarlo lo respiramos e incluso nos lo comemos.

23 agosto, 2022 01:08

Están por todas partes. En casi todo lo que tocamos, vestimos, en el aire que respiramos e incluso en los alimentos que comemos. Los microplásticos son tan comunes que en los últimos años se están convirtiendo en una amenaza para la salud, y no solo de los humanos, ya que muchos animales también entran en contacto con ellos, sobre todo por la contaminación de los hábitats naturales.

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Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico (que van desde tamaños microscópicos hasta piezas de unos pocos milímetros), y son el resultado directo de la contaminación por plástico, un material presente en casi todo lo que utilizamos y los lugares que pisamos y en los que entramos cada día.

Básicamente el plástico está formado por átomos de carbono e hidrógeno unidos entre sí, pero que a menudo contienen sustancias químicas como ftalatos y éteres de difenilo polibromados, unos compuestos que son muy contaminantes y pueden degradar el medio ambiente si no se tratan y reciclan correctamente.

Aunque el problema de los microplásticos es algo relativamente nuevo, se sabe que su tamaño nanométrico permite que se cuelen fácilmente en los sistemas de filtración de agua, lo que implica que a menudo terminen en el océano. Esto representa una amenaza para las especies acuáticas y las aves, que suelen confundir los pequeños trozos de plástico con comida.

“Es un problema más grave que los macroplásticos, ya que al ser más pequeños entran dentro de la cadena trófica del medio marino”, explica Silvia Giralt, oceanógrafa de la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM). “El zooplancton, la parte más baja de la red trófica, se alimenta de este microplástico pensando que es comida, luego los pescados se alimentan de este zooplancton, y a su vez peces más grandes se comen a estos más pequeños”.

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También se sabe que los humanos y los animales terrestres respiran esas partículas diminutas, y las ingieren a través de alimentos y agua. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los microrresiduos de plástico están presentes en cosméticos y productos de higiene personal desde 1970, cuando empezó a utilizarse este material como el sustitutivo más barato y eficaz de ingredientes naturales.

La oceanógrafa comenta que los microplásticos se van acumulando en el organismo de los animales marinos, y ya hay especies que nacen con ellos dentro: “Los encontramos diariamente. Está dentro del sistema marino, y los pescados que nos comemos los llevan, por eso hay seres humanos con microplásticos dentro”.

Plástico en los pulmones

En abril, un grupo de científicos de la Universidad de Hull, en Inglaterra, finalizó un estudio en el que descubrieron que la inmensa mayoría de las muestras analizadas de tejido pulmonar de personas vivas tenían hasta 12 tipos de microplásticos.

Tal y como refleja la investigación, los restos más comunes encontrados fueron polietileno (presente en prácticamente todos los envases y bolsas de plástico) y nailon (que se encuentra en muchas prendas de ropa). Pero también había restos de caucho y algunas resinas, habituales en llantas de neumático o algunas pinturas.

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“El plástico es la solución fácil, es cómoda, barata y funciona”, dice Giralt. “El problema es que la construcción de este plástico se realiza mediante productos químicos que se van dispersando y generando toxicidad en el agua. Por lo tanto, no solo es el plástico sino los químicos que se utilizan”.

La experta aclara que “el problema de los microplásticos se focaliza en el medio marino, pero también está en el medio terrestre, y ya están dentro de los ciclos biológicos de varios animales. Hay algunas aves, por ejemplo, que utilizan plástico para crear sus nidos […] La degradación a través del sol puede provocar la expulsión de gases que provoquen problemas a los animales y a los humanos”.

Hasta ahora, se habían estado haciendo análisis sobre partículas de contaminación en el aire y su relación directa con las emisiones de gases nocivos para la atmósfera y el impacto en la salud. También se habían analizado pulmones de cadáveres humanos y se habían hallado restos de fibras sintéticas y microplásticos, pero es la primera vez que se extraen muestras de tejido vivo y se encuentra basura plástica en ellos, lo que demuestra que millones de personas en todo el planeta están expuestas todos los días.

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También se encontraron restos de microplásticos en muestras de sangre, por lo que las partículas arrastradas por el torrente sanguíneo pueden acabar alojándose y depositándose en los órganos. El estudio también hace referencia al caso de los bebés, en cuyos cuerpos hay hasta 15 veces más microplásticos que en adultos.

Un estudio publicado en 2021 en la revista científica Journal of Hazardous Materials encontró que el polietileno (muy usado en bolsas de plástico, por ejemplo) es una de las partículas más comunes presentes en hasta 13 de cada 20 personas analizadas. Al riesgo de que los microplásticos entren en el organismo se suma otra preocupación que lleva años sobrevolando a la comunidad científica: la resistencia a los antibióticos de muchas bacterias, que proliferan entre el plástico.

Reducir la exposición a microplásticos

En 2019, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) intentó reducir la exposición humana a los microplásticos mediante una propuesta para restringir estas partículas en el comercio de toda la UE. En concreto, la idea pretende obligar a las empresas a dejar de añadir microplásticos a sus productos, desde cosméticos hasta detergentes, lo que a su vez evitaría la liberación de unas 500.000 toneladas de estos compuestos en un período de 20 años.

Se espera que esta propuesta se convierta en ley a finales de 2022, sin embargo, algunas organizaciones ecologistas creen que el proyecto legislativo tiene lagunas. Algunos sectores industriales tendrán hasta ocho años para eliminar los microplásticos, mientras que el llamado “plástico biodegradable” (que no se descompone tan rápidamente como para ser considerado biodegradable) podría quedar libre de la prohibición.

“Las administraciones se están empezando a poner con el tema de los microplásticos”, argumenta Giralt. “Hace poco se aprobó la prohibición de plásticos de un solo uso. Es un paso, porque este plástico de calidad mas baja ya no se puede crear, aunque sigue estando presente en la sociedad, pero en unos años no existirá. Aun así se necesitan cambios mucho más grandes”.

Otra solución podría encontrarse en la propia ciencia. Hace dos años, un grupo de científicos del Laboratorio Marino de Plymouth, en el Reino Unido, descubrió que hay algunas especies de mejillones que tienen la capacidad de filtrar hasta 250.000 partículas de microplásticos en una hora.

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