Representación de la pieza de danza performativa 'Piedras', de Alteraciones danza-teatro

Representación de la pieza de danza performativa 'Piedras', de Alteraciones danza-teatro David Resino

Historias

Mover la mente, pensar el cuerpo; o cómo la discapacidad renueva la danza contemporánea

Las personas con discapacidad están cada vez más presentes en las artes escénicas, lo que permite que muchas compañías de danza puedan experimentar diferentes maneras de expresar, sentir y moverse.

6 octubre, 2021 01:58

Transformar a las personas y a la sociedad a través del baile contemporáneo como si se tratase de un juego en el que diferentes cuerpos se reconocen. Así es el trabajo que el performer y coreógrafo Antonio Quiles realiza con personas con discapacidad mediante lo que conocemos como danza inclusiva.

Las artes escénicas se están renovando, y para Quiles, estas personas contribuyen a ello. Actualmente, existen espacios culturales que incluyen en su programación proyectos de danza inclusiva. Sin embargo, el coreógrafo prefiere huir de las etiquetas. 

Y considera que "habrá un futuro en el que ya no hará falta señalarlo específicamente, sino que formará parte de una programación más de festivales y teatros".

Este tipo de danza se abre a todos los colectivos en riesgo de exclusión social y pretende, a través de diferentes herramientas artísticas y de expresión corporal, realizar un trabajo que promueva la inclusión y la conexión con el entorno.

Realizar juegos en los que el cuerpo se deja llevar y la mente fluye sin esconderse puede servir como empoderamiento para determinados colectivos. Para Quiles, la danza inclusiva lleva detrás un gran trabajo social. "Ayuda a conseguir sociedades más justas, más bellas y más democráticas", explica.

Como docente, su primer contacto con personas con discapacidad física, motora e intelectual fue en Holanda en 2001. Relata que en los primeros días ya se dio cuenta de que su trabajo era realmente maravilloso. 

Aquella experiencia le impulsó a crear la compañía Alteraciones Danza-Teatro para representar espectáculos donde la diversidad es clave.

Aunque cada colectivo es distinto, las personas con discapacidad "tienen unas dramaturgias honestas y verdaderas", cuenta Quiles. Percibiendo su vulnerabilidad y sus nervios, se ha dado cuenta de que presentan una presencia escénica diferente. Para él es bellísimo observar cómo sus cuerpos se entregan sin tener tantos filtros.

Pequeños detalles como cambiar la mirada o mejorar la colocación es importante para trabajar con estos colectivos. Las personas con discapacidad suelen sentirse invisibilizadas, por lo que Quiles intenta levantarles la mirada en sus clases para que cambien su percepción de sí mismos y su forma de enfrentarse al mundo.

"Las personas sin discapacidad tienen también derecho a conocer la diferencia" indica Cristina Arroyo

¿Quién puede hacer danza?

Poco a poco la idea preconcebida que todos tenemos sobre los bailarines y las bailarinas va cambiando. Ya no son necesarios los cuerpos normativos, y "en un futuro habrá compañías con distintos tipos de diversidad; la gente irá sin tener en cuenta esa etiqueta", explica el coreógrafo.

Este mes Quiles iniciará un proyecto de danza inclusiva con cinco entidades del este de Madrid que trabajan con personas con discapacidad y que durará un año.

Abel Manzanares, responsable de programas y proyectos de Fundación Ademo, una de las organizaciones participantes, indica que "para los chicos esto será un aprendizaje intenso". Para él, el objetivo es que la gente vea una pieza de danza y "se les valore por su capacidad y buen trabajo".

Mover la mente, pensar el cuerpo

Trabajar la empatía, reconocerte a ti mismo, pero también al otro, romper prejuicios y miedos es el objetivo de Mover la mente, pensar el cuerpo. Así se llama esta nueva actividad que pretende desarrollar el potencial que posee la cultura como elemento de transformación e inclusión social.

El nombre del proyecto tiene múltiples significados. Por un lado, debido a los prejuicios que todavía existen dentro de este mundo, Quiles prefiere no utilizar la palabra danza porque puede limitar a ciertas personas a la hora de apuntarse.

Pero también, utiliza este título porque todos tenemos un cuerpo y podemos moverlo de diferentes formas. "La propia respiración ya es un movimiento interno", apunta Quiles, quien ha trabajado con personas con discapacidad que se encontraban en silla de ruedas, y esto le permitió entender la danza desde distintos enfoques. 

Uno de los objetivos del proyecto es fomentar el trabajo en equipo entre personas con y sin discapacidad

"La danza no son sólo 36 piruetees", cuenta. Quiere abrir el concepto y cambiar esa mirada paternalista con la que se ha estado abordando la inclusión desde hace tiempo.

En este caso, para llevar a cabo el proyecto ha sido necesaria la alianza de cinco entidades: Fundación Ademo, Fundación Carlos Martín, Asociación Aspadir, Asociación Aphisa y Asociación Aspimip. Como cuenta Cristina Arroyo, directora de esta última, "al final si te quedas tú solo no consigues nada".

Con esta iniciativa, se pretende que los participantes mejoren su autoestima y exploren nuevos movimientos. Desde los centros ocupacionales confían en que esta actividad permitirá que quienes se apunten conozcan otras formas de expresarse, además de tener estrecha relación con otras competencias y aptitudes que se están trabajando.

En esta ocasión, las entidades han apostado por un trabajo en red. Desde Aspimip consideran que esta actividad cala con los objetivos de la asociación: promover la vida saludable y visibilizar al colectivo. Además, llevan años realizando actividades con el resto de la ciudadanía. 

Y es que uno de los objetivos primordiales de este proyecto es fomentar el trabajo en equipo entre personas con discapacidad y sin discapacidad.

Representación del espectáculo 'Stormen' de Antonio Quiñes para la compañía Glad Teater Copenhagen

Representación del espectáculo 'Stormen' de Antonio Quiñes para la compañía Glad Teater Copenhagen Soren Meisner

Para Arroyo, las personas con discapacidad tienen derecho a ser incluidos dentro de un grupo, pero las personas sin discapacidad tienen también derecho a conocer la diferencia. Sólo así se acabaría con los miedos. "Nosotros llevamos muchas más barreras que ellos", concluye.

Todas las organizaciones coinciden en un mismo deseo: que el proyecto salga adelante y sirva de base para la creación de una compañía profesional. Donde los componentes del grupo puedan sentirse parte de un todo y puedan demostrar, como indica Arroyo, que este colectivo "no solo recibe atención, sino que tiene capacidad de cambio y de hacer cosas para la gente".