Que España tiene una población envejecida no es noticia, sin embargo, sí un debate abierto. La esperanza de vida de los españoles ronda los 83 años y, de acuerdo con los indicadores demográficos, este horizonte temporal seguirá ampliándose, lo que nos convierte en uno de los países con la población más longeva del mundo.

Gracias al progreso en ciencia y medicina, cada vez disponemos de estrategias y soluciones médicas más efectivas para alargar la esperanza de vida, sin embargo, es necesario dedicar los esfuerzos de investigación y los recursos de sanidad para garantizar que podamos sumar años con calidad de vida.

Es aquí donde entra en juego la relación directa que tienen las enfermedades crónicas con el envejecimiento. A pesar de que estas patologías pueden ser muy dispares, en muchos casos tienen un origen común: una combinación de factores genéticos, ambientales y malos hábitos de vida, cuyos resultados aparecen con la edad.

En España son más de 22 millones de personas las que padecen alguna enfermedad crónica y la prevalencia de la cronicidad se concentra en mayores de 55 años. Como consecuencia del envejecimiento demográfico en nuestro país, en 2050 las personas con más de 65 años representarán más del 30% del total de la población y es aquí donde se plantea un reto para el sistema sanitario.

Más allá de la adherencia al tratamiento, comprender los desafíos a los que el paciente crónico se enfrenta es esencial en materia de bienestar. Identificar factores de riesgo o empeoramiento, detectar comorbilidades, incentivar hábitos saludables que mejoren las condiciones en el día a día, la programación de visitas y un seguimiento continuado con diferentes profesionales sanitarios, son entre muchos otros factores a tener en cuenta.

El estilo de vida de los pacientes y todo su entorno suele verse seriamente afectado debido a las limitaciones que acompañan a la enfermedad. Muchos diagnósticos se relacionan con la incapacidad parcial o total para desarrollar actividades físicas diarias, realizar desplazamientos o exigen llevar una rigurosa rutina de alimentación y condicionan el desempeño laboral. A esto tenemos que sumar la carga emocional que suponen muchas de estas patologías y que pueden hacer aflorar sentimientos de malestar, ansiedad e incluso depresión.

No se trata sólo de un problema en España, el incremento de las enfermedades crónicas afecta a la mayoría de los países desarrollados y se ve también reflejado en los objetivos de este milenio. Según las estadísticas de la OMS, más de 41 millones de personas mueren anualmente por enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) y son la principal causa de fallecimiento.

El ODS 3 de las Naciones Unidas se basa en “Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades” y se presenta como de obligado cumplimiento para que podamos envejecer con una mejor calidad y sufriendo menos dolencias crónicas.

Para lograrlo, se necesita una colaboración conjunta por parte de todos los agentes de salud: sociedades médicas, asociaciones de pacientes, administración pública, profesionales sanitarios, compañías farmacéuticas, investigadores científicos … y no hay que dejar a un lado a los propios pacientes, quiénes son una pieza clave para lograrlo.

Esta visión multidisciplinar y coordinada permitirá trabajar en la creación de nuevas políticas públicas adaptadas a las necesidades reales de las personas que conviven a diario con la cronicidad.

En el camino hacia la sostenibilidad, nuestro compromiso corporativo en Boehringer Ingelheim es el Desarrollo sostenible para las generaciones y se basa en tres pilares alineados con los ODS: More Health, More Green y More Potential. Apostamos por desarrollar mejores terapias, habilitar mejores soluciones de atención médica y así contribuir a un futuro mejor para todas las generaciones.

Mejorar el modelo de atención a la cronicidad con la humanización y la prevención como estrategia transversal es otra de las contribuciones que consideramos clave para crear un sistema sanitario robusto que nos beneficie a todos. Además de reforzar el sistema sanitario y la asistencia a los pacientes, mejorar la gestión de la cronicidad requiere fortalecer las estrategias de prevención y extender la denominada cultura de la salud.

En definitiva, bajo mi punto de vista, se trata de dejar de prestar atención al síntoma para focalizarnos en el paciente. Incorporar herramientas que aseguren su empoderamiento y reconocer la heterogeneidad de las enfermedades crónicas, son algunas de las acciones necesarias.

En este contexto, la digitalización permite crear las condiciones óptimas para que el paciente sea partícipe de las decisiones que afectan a su salud, mejorando no solo su adherencia a su tratamiento, sino también su salud mental. Nutrirlos de la información precisa les permite controlar su enfermedad, aumentando su sentido de participación, conciencia para actuar y confianza en la gestión que hacen sobre su enfermedad.

Para lograrlo, las herramientas digitales deben ser convenientemente implantadas, actuando como complemento y en ningún caso como barrera, especialmente en el caso de aquellas personas no digitalizadas, como sucede en pacientes de edad avanzada.

En Boehringer Ingelheim somos una compañía de referencia en el cuidado de la salud humana, destacando nuestro compromiso con la sostenibilidad con acciones pioneras en el cuidado de las personas, también en lo que tiene que ver con la cronicidad.

Formamos parte de la Plataforma Cronicidad: Horizonte 2025, que aglutina a más de 650.000 profesionales sanitarios a través de una decena de sociedades médicas y también a millones de pacientes mediante las asociaciones. Juntos hemos desarrollado campañas para sensibilizar a la opinión pública sobre la problemática de la cronicidad en nuestro país.

La plataforma también actúa como interlocutora con la Administración Pública para tratar de mejorar la atención a los pacientes crónicos, de la forma más eficiente para el sistema.

La colaboración y cambiar la forma en que enfocamos la gestión de las personas son clave para garantizar el bienestar de todos, el objetivo último que persiguen los ODS, pero que además es una premisa básica si pensamos en nuestro propio futuro.

Reforzar la figura del paciente crónico permitiría avanzar en la creación de una mejor calidad asistencial. Poner el foco en la cronicidad puede ser el primer paso para conseguir un sistema sanitario, y una sociedad, en los que el envejecimiento no sea sinónimo de una peor calidad de vida.

*** Guillem Bruch es director de medicina e I+D en Boehringer Ingelheim España.