"Siempre he estado entre cestos de pan y harina. Iba al colegio y me acuerdo que decía: 'Vaya rollo, tengo que ir al colegio y mi padre haciendo bollos'", así es como la pastelera castellano-manchega Fátima Gismero define su infancia. Su pasión por trabajar en un obrador ha crecido con ella desde que sus padres abrieron una panadería en el pequeño pueblo de Pioz (Guadalajara) debido a la escasez de panaderos que había en la localidad. "Cuando íbamos a comprar no había pan, nunca había pan", ha resaltado Fátima, que a sus 40 años está arrasando con sus creaciones y pone el "sabor" en el centro de su precioso oficio. La Navidad está siendo un momento espectacular de éxito para el local de Fátima, que trabaja a pleno rendimiento en estas últimas semanas de intensidad total.

La iniciativa que tuvo la familia de Fátima al implantar este negocio familiar hace 27 años le ha llevado a ella al Olimpo de la pastelería tras ser ganadora el pasado año del Premio 'Pastelero Revelación' en la pasada edición del certamen que se celebra en Madrid Fusión, una noticia que le comunicó José Carlos Capel, presidente de Madrid Fusión.

A partir de este importante reconocimiento de 2021, el éxito del obrador de Fátima no ha hecho más que crecer, y se han disparado tanto las ventas como las visitas, además de los pedidos de algunos restaurantes. "Estamos a tope, el teléfono no para sonar", declaró en su momento tras recibir el premio. Muchos madrileños se desplazan estos días a Pioz para disfrutar de unos dulces tan elaborados y, a estas alturas, tan prestigiosos. También funcionan sus ventas a través de internet en lugares como Logroño, Lastres o Durango, por citar tres destacados ejemplos. El establecimiento de Fátima es un lugar de "peregrinaje pastelero".

Un premio que, según Gismero, "le cambió la vida totalmente", no solo por el aumento de ventas, sino por la repercusión del negocio a nivel profesional. "Yo nunca pensé que iba a llegar un día José Carlos Capel y me iba a llamar para decirme que estaba nominada como 'Pastelero Revelación' en Madrid Fusión. Lloraba que no tenía consuelo", ha expresado la pastelera en una entrevista a EL ESPAÑOL EL DIGITAL CLM.

fatima_gismero

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Desde los 16 años formándose como pastelera

Fátima Gismero, que trasluce emoción cuando habla de su profesión, piensa que esto también es una prueba de que el tiempo de formación y esfuerzo que se deposita por hacer lo que a uno le gusta tiene su recompensa porque, tal y como dice, "el que algo quiere, algo le cuesta".

Los recuerdos de su formación se remontan a su infancia, cuando Fátima tenía 16 años y decidió empezar a formarse durante tres años como pastelera en la Escuela de Madrid, un periodo de tiempo en el que pidió a su profesor ejercer esta labor en otras empresas para conocer el funcionamiento de otros obradores, ya que su objetivo era "aprender".

Trayectoria en Barcelona 

Esta etapa de aprendizaje la alargó en Barcelona hasta cumplir 37 de años, ciudad en la que estudió durante cuatro años a la vez que trabajó, junto a profesionales como Carles Mampel, e impartió clases sobre su profesión en diferentes escuelas antes de hacer el relevo a sus padres de la pastelería en Pioz, en la que trabajaba algunos fines de semana cuando regresaba a su casa.  

"Mientras me formaba en Barcelona estuve en Mugaritz aprendiendo como trataban y utilizaban las técnicas de fermentación e insulinas, todo este tipo de productos que siempre se han utilizado en la industria pero no se habían aplicado a las cocinas y pastelerías. Son fibras que dan textura y una sensación como si fueran grasas pero parece que es una crema que no lleva nada. Son técnicas que mejoran los productos", ha explicado Fátima. 

"Mantener la tradición castellano-manchega"

De abuelo y padre panaderos, Fátima lo tuvo claro muy temprano. Su ambición por no perder el negocio familiar le hizo volverse a la localidad guadalajareña, cuando sus padres decidieron jubilarse, sin saber lo que le depararía su andadura como propietaria de este negocio.  

Ante la incertidumbre de no saber como sería la acogida de los clientes tras este nuevo cambio, Fátima decidió aumentar la variación de sus productos y combinar, en su elaboración, las técnicas más tradicionales con otras más elaboradas. "Para mí una de las cosas más importantes es mantener la tradición nuestra, no solamente de mi familia sino la tradición castellano-manchega, porque sin tradición no hay evolución", ha puntualizado, a la vez que ha añadido que su prioridad es seguir manteniendo las recetas de sus abuelos.

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Las "abejitas", su producto estrella

Dentro del muestrario de productos que ofrece, Fátima destaca como uno de los más exitosos "las abejitas". Se trata de un bombón elaborado con miel de la Alcarria y una crema de chocolate con miel para que los clientes también conozcan los productos de esa zona castellano-manchega."Fue el primer producto que hicimos", recalca. De hecho, Fátima es Embajadora de la Miel de la Alcarria.

tradicion_rosquillas

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Rosquillas, tortas, pastas de almendra, una gran variedad de tartas, así como los panetones, diferentes estilos de turrones y mazapán, son otros de los productos que se pueden encontrar en el mostrador de Pioz y también a través de su página web, una iniciativa que le permite dar a conocer sus dulces en diferentes puntos del país. También tiene muchas ventas de panettones y palmeras de turrón, un dulce especial que ha preparado en Navidad.

De cara a un futuro, Fátima prevé llevar a cabo diversos proyectos que aún "son secretos". "Uno de ellos tiene que ver mucho con mi tierra y otro de ellos también tiene que ver mucho con la tradición, con todo lo que yo quiero trasmitir a la gente: "No tenemos que dejar de lado la tradición"", asegura.

La calidad es el gran eje de su profesionalidad. Un buen ejemplo es la iniciativa que ha puesto en marcha la bodega Finca Río Negro, el proyecto ubicado en Cogolludo (Guadalajara) a 1.000 metros de altura de la familia Fuentes, con Fátima: recientemente presentaban una edición limitada de Navidad con la referencia más emblemática de la bodega: 5º Año, tinto emblema de la empresa, de producción limitada, y los polvorones de la pastelera. Un lujo en Castilla-La Mancha, muy cerca de todos.