Ana M. Ángel Esteban, psicóloga y sexóloga.

Ana M. Ángel Esteban, psicóloga y sexóloga.

Vivir PSICOLOGÍA

Claves para aprender a no callarnos las cosas que nos hacen daño: "Te quedas muy a gusto"

Artículo de la psicóloga Ana M. Ángel Esteban en el que habla sobre la importancia y los beneficios -también físicos- de exteriorizar los pensamientos negativos.

11 septiembre, 2022 12:48

No hay que "guardarse" las cosas bajo ningún concepto si estás necesitando decirlas, aunque no sepas cómo hacerlo. Ahora lo veremos. Sentir la necesidad es la señal de que hay que exteriorizarlo sí o sí. Hay una excepción: que hacerlo te vaya a traer consecuencias aún peores y que aumentarán tu malestar. En este caso tendremos que aprender a gestionar tanto el malestar como la situación desencadenante y callarnos.

Tenemos que decir las cosas que nos hacen daño, las que no nos gustan, las decepciones, todo lo que nos hace sentir mal. Incluso, también nos hace mal no expresar lo que nos gusta, lo que preferimos… Nos hacemos chiquitos, priorizamos al otro y así nos pasa: suma y sigue el malestar.

Básicamente, la autopregunta sería: ¿Pierdo algo si lo hago? ¿Consigo algo si lo hago? ¿Qué es lo peor que puede pasar si...? Necesitar expresarlo tiene la función de desahogo psicológico, de honestidad con lo que sientes y no de castigo o daño verbal al otro, que puede añadirse muchas veces. Pero expresar algo que no te gusta y te ha hecho daño es fundamental para no generar rabia, indefensión, autocastigo… que se sumará a otras emociones también guardadas de situaciones anteriores y que con el tiempo van aumentando el daño psicológico a nosotros mismos y el daño fisiológico al cuerpo.

Daño psicológico y físico

Callarse malestares hace al cuerpo un daño inimaginable, proporcional a la intensidad de la emoción negativa que estemos guardando una y otra vez. El malestar psicológico va haciendo un daño "en silencio" del que no somos conscientes de forma equivalente al que ha tenido un accidente, se droga, acaba de cortarse... Ese malestar psicológico mantenido o agudo disminuye las defensas, con lo que la aparición de cánceres y otras enfermedades dependientes de la inmunidad son más probables.

El insomnio es otra exteriorización de que algo en nuestra cabecita no está colocado; rumiamos y nos crea ansiedad. Hay muchas enfermedades que tienen que ver con la falta de sueño, ese reset tan importante para el cerebro. El estrés también incide directamente en la hipertensión: más probabilidad de infartos y otros problemas circulatorios. Y el aparato digestivo también es muy susceptible de sintomatología que diariamente puede amargarnos la vida, como el colon irritable, gastritis y más. Quiero decir con todo esto que una de las estrategias más eficaces para liberarnos de malestar es exteriorizar a la persona o personas que sentimos responsables de nuestro estado, lo que nos ha hecho sentir mal. Mejor con educación y asertividad, pero siempre exteriorizar.

No hay que anteponer el "qué va a pensar el otro", si le va a molestar... ¡Por favor, si la que está ya molesta eres tú y nadie pensó en ti al hacerlo! Pero, repito, a nadie se daña si se hace con respeto, de forma bidireccional. Las cosas llegan, pasan, pero cómo nos afectan a nivel psicológico va a depender en parte de nosotros. Por eso, una forma muy eficaz de liberar al cuerpo y a la mente es hablar, incluso sin la necesidad de obtener ninguna respuesta. El objetivo es liberar.

Hacerse respetar

Otra de las razones de no callarse, de expresar lo que te gusta o no, es que se consigue que te respeten más, te valoren más y te tengan más en cuenta (en general). Bueno, si te pasas puedes convertirte en "repelente" (je, je, je). Todo mejor con términos medios.

Hay personas que por la educación recibida (anteponer a los demás, evitación de conflictos, baja autoestima, malas experiencias, miedo al rechazo) son incapaces de auto respetarse, valorarse, no humillarse, y consienten expresiones de otros, acciones de otros sobre ellos que les están haciendo daño y que se callan por miedo a lo que comentaba antes. Se sienten incapaces de expresar su desacuerdo, indignación, lo que sea, ¿y qué información le está llegando con tu silencio a quien te ha dañado? Pues le llega que te da igual todo, que no tienes opinión, que eres inferior, que le pones por encima de ti porque le sientes más que tú, que puede volver a hacerte o decirte cosas similares y no pasará nada.

Como mínimo eso pensarán de ti y ¿aún así estás dispuesto a callarte? Es que tú sabes que ese, así, no eres tú. Sabes lo que quieres y lo que no, aunque otra cosa es que seas capaz o no a decirlo por ese maldito miedo aprendido, que te aseguro que se desaprende. ¿Y sabes cómo se desaprende? Atreviéndose, sí. Atreviéndose a no callarse y a decirlo como te salga, pero no te calles, porque el principal refuerzo que obtendrás es la sensación tan, tan placentera de haber podido hacerlo y de quedarte muy, muy a gusto física y psicológicamente, te lo aseguro.

Evitar frustraciones

Otra de las ventajas de hablar, expresar, es que a veces nos sentimos frustrados porque alguien de quien esperamos algo no lo hace. Por adivinación nada va a ocurrir. Y oigo muchas veces "es que él debería saberlo". No, tú crees que debería saberlo, pero nadie sabe a ciencia cierta nada hasta que explícitamente no se dice. Así que para próximas ocasiones asegúrate de haberlo dicho antes sin medias palabras.

Hazte una lista de cosas pendientes de hablar o decir... y al toro. Repito, la liberación se siente con solo expresar, soltar y sin esperar ninguna respuesta a cambio.

Ana M. Ángel Esteban.

Psicóloga y sexóloga. Teléfono 615 22 46 80. Perfiles en Twitter y Facebook