Ana Muro junto a su familia en su nueva vida

Ana Muro junto a su familia en su nueva vida

Toledo

Ana, madre de una familia que ha encontrado su hogar en un pueblo de Toledo: "Vivíamos los cuatro en una habitación"

Hacinados en un cuarto sin ascensor, con dos hijos y dos bebés en camino, una familia abandona Madrid para empezar de cero en Garciotum con el apoyo de la Fundación Madrina.

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Madrid era cada vez más cuesta arriba para esta pareja. Con trabajo, hijos y dos bebés en camino, buscar una vivienda en alquiler se convirtió en una misión imposible. “Empezamos a buscar alquileres y cada día se nos hacía más difícil, a pesar de tener trabajo. No teníamos salida por ningún lado”, relata Ana Muro, con voz aún cansada por la reciente mudanza. Finalmente, decidieron abandonar la capital y empezar una nueva vida en el pequeño pueblo de Garciotum (Toledo), gracias al apoyo de la Fundación Madrina.

Lo que les empujó a dar el paso fue una situación límite: vivir en una única habitación con sus dos hijos dentro de un piso compartido. “Era un piso de tres habitaciones y cada una estaba ocupada por una familia diferente. Solo salíamos a trabajar y al parque donde los pequeños pudieran jugar", recuerda. Para colmo, el piso era un cuarto sin ascensor, "con el embarazo, la compra o subir a los niños era agotador", expresa con angustia.

Aunque tenían empleo en Madrid, sabían que así no podían seguir. “Yo estoy renovando mi vida por completo con los bebés. Mi esposo está buscando trabajo aquí. Hemos decidido empezar de cero”, explica. La decisión fue dura, pero también necesaria. “Somos una familia grande ya. En Madrid no íbamos a poder seguir así. Nos lo replanteamos muchas veces. Aquí estamos empezando de nuevo, pero con más tranquilidad”.

Las primeras semanas en el pueblo, aunque desordenadas por la mudanza, han sido positivas. “Nos estamos acomodando poco a poco. La gente aquí es muy solidaria, muy amable. Nos saludan, nos preguntan cómo estamos, nos ofrecen ayuda. Eso en Madrid no lo veías. Aquí nos han recibido con los brazos abiertos”, asegura agradecida.

Apoyo esencial

Esta nueva etapa no habría sido posible sin la ayuda de la Fundación Madrina. Fue a través de una trabajadora social de Parla como conocieron la organización. “Me comentó que podía ir a la fundación y preguntar. Fui enseguida. Me atendió Conrado y le conté nuestra situación. Desde entonces nos han ayudado en todo", explica.

Fundación Madrina reubicando una familia en el medio rural

Fundación Madrina reubicando una familia en el medio rural Fundación Madrina

Gracias al asesoramiento y apoyo logístico de la Fundación, su familia forma ahora parte del programa de repoblación rural que ofrece oportunidades habitacionales a familias en situación vulnerable. “Nos guiaron, nos brindaron ayuda y acompañamiento. Nos incluyeron en una lista de familias para repoblar pueblos y fue así como llegamos aquí”, recuerda con mucho cariño.

Vida rural

Ahora, sus hijos están ya matriculados en el colegio del pueblo. “Todo el trámite fue muy fácil, lo hice por correo. Ya están inscritos para empezar el curso. La niña pasa a primaria y el niño acaba la etapa infantil”, cuenta. Además, disponen de los servicios básicos para vivir con tranquilidad. “Tenemos una farmacia, una tienda, centro de salud. Y para compras grandes o urgencias, Talavera está muy cerca. Nos podemos apañar bien”, relata cuando se le pregunta por su nueva vida.

Ana y su familia en Garciotum

Ana y su familia en Garciotum

Aunque la familia echa de menos la cercanía de todo que ofrecía Madrid, valoran aún más la calidad de vida que están encontrando en el entorno rural. “También somos de pueblo, así que nos gusta la tranquilidad, la vegetación, el ambiente familiar. Hemos dejado muchas cosas atrás, pero también hemos ganado otras que necesitábamos”.

Futuro

El caso de esta familia es solo uno entre muchos que evidencian el problema estructural de la vivienda en las grandes ciudades, donde tener ingresos ya no garantiza el acceso a un hogar digno. Su historia, sin embargo, también es un ejemplo de cómo las redes de solidaridad, el trabajo social y las políticas de repoblación pueden ofrecer nuevas oportunidades y, sobre todo, esperanza.

Ahora, con seis miembros en la familia, los dos pequeños en camino, este cambio no es solo geográfico: es una nueva vida. “Al principio fue duro tomar la decisión. Pero ahora, viendo cómo nos han acogido y cómo estamos empezando, creemos que fue lo mejor que pudimos hacer”, relata con emoción por todas las oportunidades que cree que se les pueden presentar.

Historias como esta revelan una realidad que va más allá de las estadísticas. Una crisis habitacional que empuja a muchas familias trabajadoras a reinventarse lejos de las grandes ciudades. En ese proceso, el mundo rural, muchas veces vaciado, se convierte en refugio. Y también en oportunidad.