Una de las calles de Torre del Burgo (Guadalajara).
El pueblo con más población inmigrante de España está en Guadalajara y tiene 400 habitantes: "Nos han salvado"
Las cifras oficiales exponen que 9 de cada 10 vecinos son extranjeros.
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Torre del Burgo se ha hecho un nombre al consagrarse como la localidad con mayor porcentaje de inmigración de España. Las cifras oficiales exponen que 9 de cada 10 vecinos son extranjeros, lo que sitúa en la cúspide nacional a este pueblo de la provincia de Guadalajara de apenas 493 habitantes.
Sin embargo, el propio alcalde, José Carlos Moreno Díaz, rebaja la proporción al 50 por ciento y matiza en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha que "ese 90 % incluye temporeros que vienen solo en campaña".
En cuanto a países de origen, el grueso de la población inmigrante es mayoritariamente de Bulgaria, seguida de rumanos y magrebíes. Esta distribución poblacional le ha conferido la denominación del 'Torre del Búlgaro'.
Una de las calles de Torre del Burgo (Guadalajara).
La agricultura y especialmente el cultivo del espárrago son el motor económico de este municipio. El fenómeno migratorio que lo ha puesto en el foco de periódicos, televisiones y medios de comunicación comenzó en la década de los noventa con las primeras explotaciones hortícolas en la zona aunque inicialmente eran solamente magrebíes.
Sin embargo, Moreno Díaz explica que "los primeros búlgaros llegaron en 1998 y fue a partir del 2001 cuando tras la crisis se hizo masivo".
La crisis y el boca a boca generaron un efecto llamada que fue la tabla de salvación de las explotaciones agrícolas locales que estaban en peligro de desaparición por la falta de mano de obra. "Estuvimos a punto de quitar las plantaciones hasta que vinieron los búlgaros y esto empezó a funcionar", afirma el regidor.
El cultivo del espárrago requiere grandes cuadrillas difíciles de encontrar entre la población local. "La gente no quiere trabajar en el campo, nos salvan los temporeros", ratifica José Carlos.
La falta de relevo generacional es el principal desafío de este y muchos otros municipios de la España vaciada. "La reposición de jóvenes es nula. Si yo fuera un agricultor joven, tendría que invertir millones en maquinaria y eso no le interesa ya a la gente", lamenta.
Vista aérea de Torre del Burgo.
Repoblación real o fenómeno estacional
La aparente repoblación de Torre del Burgo es más compleja de lo que reflejan algunos reportajes. "El 40% de esos inmigrantes viene por campañas y están tres, cuatro o cinco meses al año y se marchan", detalla.
Iván Radev Ivanov es uno de los búlgaros que se ha instalado en la localidad. En una entrevista con el diario La Vanguardia explica que "muchos paisanos trabajamos seis meses al año en los espárragos y luego algunos se vuelven a Bulgaria".
El idioma es una barrera inicial para estos trabajadores. Ivanov, es uno de esos pocos que se defiende con el castellano y que ha logrado un empleo fijo en el pueblo, en este caso en la construcción.
Su vínculo con el pueblo es tal que asegura que quiere quedarse en Castilla-La Mancha el resto de su vida porque toda su familia reside en la comarca de la Alcarria.
Plaza Mayor de Torre del Burgo.
En relación a la vivienda, el alcalde subraya que no hay problema de escasez, ya que "la mayoría están en alquiler y se ocupan solo durante la época del espárrago. El resto del año se quedan vacías".
Tras 14 años al frente del ayuntamiento, Moreno Díaz desmonta el prejuicio de la delincuencia asociada a la inmigración masiva. "Los que están aquí no son chorizos, no plantean ningún problema de seguridad. Si alguno se desmadra es la propia empresa la que lo aparta", esclarece.
José Carlos agradece a todos esos búlgaros que decidieron buscar una nueva vida en Torre del Burgo porque "nos han salvado de quedarnos sin gente".
El futuro de Torre del Burgo se dibuja entre la agricultura y la logística. Municipios cercanos como Torija y Tórtola de Henares han experimentado un notable crecimiento económico, sus naves logísticas han creado nada más y nada menos que más de 3.000 puesto de trabajo.
"Estamos cerca de Torija y sus naves de logística... mientras siga habiendo trabajo, seguirán viniendo familias. Algún día nos tocará hacer más viviendas aunque para los pueblos como el nuestro supone un dineral", concluye Moreno.
Sea como sea, este curioso fenómeno demográfico es el reflejo de, quizás, una posible solución para la supervivencia de las zonas rurales que ven cómo poco a poco se apaga la vida de sus calles.