Violeta Daniela Curelaru, autora de 'Lo que no nos contaron antes de nacer'.

Violeta Daniela Curelaru, autora de 'Lo que no nos contaron antes de nacer'. Santiago García Herrero

Región

Violeta, el crudo relato de una víctima de maltrato infantil: "Tenía miedo de cerrar los ojos y ver todas esas imágenes"

Con 54 años ha publicado su biografía, titulada 'Lo que no nos contaron antes de nacer'.

Más información: El testimonio de Felipe, víctima de abuso sexual desde los cinco años: "A veces me pregunté si tuve la culpa"

Manuel Moreno
Publicada
Actualizada

"Muchas veces he pensado escribir esto. Nunca entenderé el porqué me costó tanto soltar lo que llevaba dentro; él, mi padre, ha sido el punto intermedio entre el amor más grande que debió de tener una niña y el dolor más fuerte que nunca me habían causado".

Son las primeras líneas del prólogo de 'Lo que no nos contaron antes de nacer', una autobiografía de su autora, Violeta Daniela Curelaru, escrita en primera persona. "Soy rumana, salí de mi país hace 18 años con mi hija, que tenía casi 14. Vinimos a España sin tener nada, sin conocer el idioma, sin tener la seguridad de un trabajo, y fue duro los primeros años, muy duro", se presenta a sus 54 años para la entrevista.

En Rumanía fue costurera y en España ha hecho todo tipo de trabajos para sacar a su hija adelante: limpiar casas, hacer cajas de cartón, ayudante de cocina, operario de reciclaje y ahora estudia para vigilante de seguridad. A clase, en el distrito madrileño de Carabanchel, llega desde Coslada, donde las dos residen después de haber vivido en Villarejo de Salvanés y Fuenlabrada, y 14 años en Guadalajara.

Si le interpelas por el título de la obra, responde con una semejanza: "Imagínate el libro del destino, o una ventanilla donde puedas preguntar en qué familia vas a nacer, en qué tipo de persona te vas a convertir, si conocerás la felicidad... No existe este libro ni esa ventanilla".

"Nacemos sin ninguna información, sin tener la posibilidad de elegir, sin que nadie nos cuente si alguien va a ser una princesa o una huérfana", reflexiona. Este es el motivo del título de su obra: "De haberlo sabido, hubiera preferido no existir".

Pánico a despertar a la niña

Violeta, cuyo nombre es símbolo de modestia, humildad y belleza discreta, fue víctima de maltrato por parte de su padre. Su primer recuerdo es a los cuatro años y medio; el último, a los 17: "Tenía miedo de mi memoria, de cerrar los ojos y ver de nuevo todas esas imágenes. Sentía pánico de despertar a esa niña que todavía está llorando".

Ella no se guarda nada y a su padre le reprocha todo: "Nunca nos llevó de viaje, pero sí me sacó casi desnuda a la calle. Nunca nos enseñó a defendernos, pero sí le clavó un clavo a mi hermano. Nunca nos abrazó, pero sí que tenía morbo de tocarnos. Nunca jugó con nosotros, pero sí nos quitó el derecho a jugar. Nunca nos hizo sonreír, pero sí hemos llorado mares por su culpa. Nunca nos felicitó por nada, pero sí nos humilló toda la vida".

Violeta se sumergió en una dura depresión y se dio cuenta de que no podía perdonar a su padre. "Que el cielo me castigue, pero no puedo. El cielo no me protegió, ahora no quiero su sermón", declara en 'Lo que no nos contaron antes de nacer', 156 páginas que escribió en tres semanas. "No tuve que inventar personajes, ni escenas ni hechos. Todos estos años no olvidé nada de lo que está escrito, incluso me acuerdo de frases, gestos, colores, ruidos y mucho miedo", confiesa.

Advierte que el lector encontrará un relato crudo e inhumano, en el que comparte episodios muy duros de su infancia. "He intentado leer mi propio libro un par de veces y no he podido", revela.

Pero nunca ha querido ir a un psicólogo o a un psiquiatra porque, dice, implicaría aceptar un camino hacia el perdón, "y yo no estoy preparada para eso". No quiere que nadie la convenza de que "tengo que perdonar a quien me hizo tanto daño", porque su decisión fue enfrentar "las cosas a mi manera, con mis tiempos y mis herramientas". Y este libro, asegura, es parte de ese proceso: "No perdonar, sino poner las cartas sobre la mesa y contar mi verdad".

Tuvo que sacar mucha fuerza para escribir esta biografía. "Fue la parte que más ha dolido. Tengo recuerdos sueltos que dan vueltas a mi cabeza, pero cuando empecé a escribir, esos hechos tan lejanos volvieron a herirme. El pasado me golpeó muy duro con detalles tan horrorosos que ningún ser humano puede perdonar", recuerda.

No poder olvidar lo vivido

Poner sobre el papel esos recuerdos tristes de una niña no fue sencillo. "Escarbar donde duele se produce más dolor y otra vez tengo en la cabeza la misma pregunta: ¿Por qué?", se revuelve. Pero no sabe responder con rotundidad si le ha servido de liberación escribir negro sobre blanco. "Estoy en ello, pero sí puede ayudar a muchas personas a no sentirse solas y estigmatizadas. No se puede borrar lo vivido, no se puede negar lo que te marcó de por vida. Se intenta una y otra vez, pero... el tiempo lo dirá", exterioriza.

Con la muerte de su padre, alcohólico, Violeta no ha olvidado. "En muchas culturas, la sociedad en general tiene la tendencia de decir cosas buenas sobre una persona que ya no está; es como un miedo del más allá a decir la verdad solo por el hecho de que está muerta. ¿Y por esto se ha vuelto un santo? ¿Con su muerte yo olvido por qué sí?", se pregunta.

Su autobiografía la firma con sus iniciales, V. D. C., y lo explica: "Estoy muy orgullosa de mí misma por haber escrito el libro de mi infancia, pero incluso ahora, después de tantos años, recuerdo la vergüenza que sentía cada día. Ahora sé que no era vergüenza, pero con siete, ocho años, los niños se reían de ti y los padres de tus amigas les prohibían jugar contigo".

Para Violeta, esa vergüenza "te transforma, te excluye, te encierra, te atormenta y te atrapa. Y, si en algún momento de tu vida te decides contar tu historia, mejor a escondidas por si acaso. ¿Por qué? Para no revivir lo que te hizo tanto daño: el desprecio ajeno por haber nacido".

Lleva tatuadas las iniciales de los nombres de sus dos hermanos, Viorica y Viorel, que no saben que ha escrito su historia. "Y supongo que nunca van a leer" este libro. Su portada y contraportada son producto de la imaginación de su pareja, Santiago García Herrero, corrector también de la obra y autor de 'Neuroeducación', una investigación sobre cómo funciona el cerebro de los estudiantes de educación infantil.

"Probar mis zapatos"

'Lo que no nos contaron antes de nacer' es, según su autora, una invitación a no juzgar antes de dar un abrazo, "a mirar para observar, a no criticar, a intentar entender antes de opinar; a probar, en suma, mis zapatos". Violeta cree que "sería una buena lección para muchos padres, madres, que miran al otro lado, y también para alcohólicos, para darse cuenta adonde te puede llevar el alcohol".

Esa infancia y adolescencia han influido en su desarrollo adulto, y lo quiere expresar públicamente. Violeta se describe muy introvertida, desconfiada, tímida y casi antisocial, además de con una baja autoestima: "Me cuesta mucho conocer personas y siempre me parece que lo que digo está mal; que se van a reír de mí o me van a ridiculizar. No me gusta pedir; es más, no puedo pedir nada, quiero hacerlo yo misma todo. Así ha sido toda mi vida, casi nunca he tenido amigos".

Estamos próximos a la Navidad, un periodo que a Violeta le maravilla. "Para mí, un mes mágico, algo único. La vivo como una niña, como una celebración. Mi casa se llena de adornos y, como me sobran siempre, decoro el descansillo del portal también, algo que a los niños y vecinos les encanta". Así se ilusiona la mujer que fue una chiquilla con una infancia monstruosa.