La tensión política irá creciendo gradualmente en los próximos meses. A medida que se acerque la fecha de las próximas elecciones autonómicas y municipales, el último domingo de mayo de 2023, los dos principales candidatos a la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el actual presidente y líder socialista Emiliano García-Page y el popular Paco Núñez, mostrarán más claramente sus diferencias a cara de perro e intensificarán su maquinaria electoral con un único objetivo: ocupar las mayores cuotas posibles de poder, tanto en la Administración autonómica como en los ayuntamientos y diputaciones.

Nada está escrito, todo está en el aire. Aunque presumiblemente el actual presidente García-Page parte con ventaja y todo parece jugar a su favor, los pronósticos electorales están muy ajustados y unos pocos votos pueden decidir quién será el próximo presidente de Castilla-La Mancha. La incertidumbre es tal vez mayor que nunca. La situación política nacional, con el Gobierno de Pedro Sánchez en abierta confrontación interna y sometido a sus socios de legislatura, y la difícil coyuntura económica en proceso de recesión pueden condicionar la evolución del nuevo curso político y el resultado de las elecciones de mayo.

Page y Núñez lo saben y, cada uno a su manera, van a utilizar las circunstancias para atraer el mayor número de apoyos en los próximos nueve meses y conquistar sus objetivos.

Estrategias políticas

Hasta el momento, la estrategia más clara de García-Page, consciente del desgaste creciente del PSOE bajo el liderazgo de Sánchez y del empeoramiento progresivo de las encuestas para los socialistas, pasa por un visible desmarque del sanchismo y el impulso de su propia marca personal frente a la de su partido, provocando incluso, cuando llega el caso, sonados enfrentamientos con algunos ministros o el propio presidente. La idea del PSOE castellano-manchego es obvia y rotunda: el presidente Page sitúa a Castilla-La Mancha por encima del PSOE y siempre defenderá a la región antes que a sus siglas políticas. Es el principal sentido de la “marca Page” frente a un PSOE en aparente retroceso electoral que va muy por detrás en los sondeos desde la llegada del nuevo líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo. Aún así, el PSOE de Page no sólo tiene la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha sino el poder en todas las diputaciones y la mayoría de los principales ayuntamientos de la región.

La situación, por tanto, no es fácil tampoco para Paco Núñez, el impulsivo presidente regional del PP que aspira a quitarle a Page el Palacio de Fuensalida. Núñez es plenamente consciente de que el actual presidente socialista de la Junta tiene un gran tirón político y personal en Castilla-La Mancha y de que su sello propio sumará muchos votos conservadores en mayo. El resultado final estará probablemente muy equilibrado y la balanza tal vez pueda decantarse a su favor si Vox entra con fuerza en el Parlamento castellano-manchego y, sumados sus escaños a los del PP, pueden entre los dos arrebatar la mayoría absoluta al PSOE de García-Page. Los 33 asientos de las Cortes de Castilla-La Mancha se pueden jugar en un estrecho margen de votos y por eso Núñez ha centrado su estrategia en promover principalmente el desgaste de Page y su elevada popularidad en la región.

La irrupción de Vox

Al margen de este escenario tan marcado, tanto socialistas como populares mantienen su habitual juego de tensión política permanente, el ganar terreno palmo a palmo en el ruedo de una batalla cotidiana que irá sonando más fuerte cada día a medida que se vaya acercando la fecha electoral.

Falta, sin embargo, la irrupción en el campo de batalla de Vox, el partido de Santiago Abascal que se proyecta con cierta fortaleza en Castilla-La Mancha y podría obtener un resultado decisivo para la formación de gobierno en la región. Esa incógnita está por despejar y no hay que perderla de vista en un escenario en el que parece ya definitiva la desaparición de Ciudadanos del Parlamento regional, y ello a pesar del empeño y la gran labor de su líder autonómica, la combativa Carmen Picazo, que perderá previsiblemente su representación parlamentaria. Incluso sin tener un candidato elegido, y aunque todo apunta a la diputada por Toledo Inés Cañizares, Vox sigue con fuerza suficiente como para convertirse en un partido clave en la próxima legislatura en Castilla-La Mancha.

Quedan sólo nueve meses y el futuro político de Castilla-La Mancha está abierto en canal. Nada hay definitivo, que nadie se lleve a engaño.

Juego de despiste con los candidatos

Tanto el PSOE como el PP llevan semanas jugando al despiste con los candidatos rivales en Castilla-La Mancha. Juego de niños. Que se sepa, es pura estrategia política de desgaste, aunque ya se sabe que en política todo es posible y nada es increíble, por difícil que parezca. Primero fueron los socialistas los que empezaron a extender la especie de que Feijóo, desencantado, está buscando un candidato alternativo a Núñez para la Presidencia de Castilla-La Mancha, y después ha sido el PP el que, entrando al trapo, ha puesto en duda que Page vaya a ser el candidato del PSOE, lanzando la especie de que Sánchez quiere una cara nueva, tal vez la de Isabel Rodríguez, la ministra ciudadrealeña y exalcaldesa de Puertollano. De momento todo es especulación y batallita, con poca sustancia dentro, aunque la duda que se siembra algo deja siempre por el camino.