Arroyomolinos, municipio de Madrid de algo más de 30.000 habitantes, se encuentra a poco más de cuatro kilómetros de la provincia de Toleso siguiendo el cauce del río Guadarrama. Esta población ha multiplicado por diez su población en pocos años. Unos cinco kilómetros río arriba, junto a la autovía de Extremadura (A5), hay un asentamiento chabolista en el que desde hace años se producen vertidos en el entorno del río.

En 2020 alzaron la voz organizaciones ecologistas y ciudadanos en general por el estado deplorable de las márgenes del río y del propio cauce, repleto de vertidos, escombros, utensilios y basura de todo tipo que daban un aspecto desolador y suponían un grave atentato al medio ambiente. Desde el ayuntamiento de Arroyomolinos se llevaron a cabo algunas acciones para limpiar la zona de vertidos y se anunció que incrementarían la vigilancia policial para evitar que siguieran produciéndose los vertidos.

De poco sirvió. Apenas un año después, la situación sigue igual o peor, tal como ha denunciado La Razón en un extenso artículo publicado este lunes con la firma de Erik Montalbán

Tal como describe el autor del reportaje, los restos dispersos en un largo tramo del río "dan paso a un amasijo de desechos que bloquea por completo el cauce del río a modo de macabra presa. Decenas de neveras y otros electrodomésticos desguazados, miles de botellas de plástico, colchones y hasta varios bidones metálicoscubren el curso del Guadarrama en una visión dantesca impropia de un área protegida".

Muy gráficamente señala el autor del reportaje que cualquiera podría cruzar el río sin tocar el agua pisando por encima de la basura: "Varios patos nadan hacia la montaña de neveras y plásticos, pero se dan la vuelta antes de llegar y retroceden por su camino". Dice que hay "toneladas de residuos" que con las crecidas del cauce del otoño han sido arrastradas hasta Arromolinos desde la zona chabolista de Las Sabinas, en el término municipal de Móstoles.

Pese a que la situación lleva así varios meses no hay solución a la vista debido al número de administraciones implicadas y al alto coste que supone retirar los vertidos y limpiar la zona. Se trata de un gravísimo atentado medioambiental que "ahoga al Guadarrama y a su parque natural", afectando también gravemente al resto del río en su recorrido por la provincia de Toledo hasta su desembocadura en el Tajo entre los términos municipales de Toledo capital y Albarreal. Muy cerca de la zona en la que se encuentran los vertidos de Arroyomolinos está el parque arqueológico de Carranque, donde las escasas y contaminadas aguas del río dividen la población de los restos romanos.

Los ayuntamientos madrileños afectados consideran a la Confederación Hidrográfica del Tajo como el organismo competente para llevar a cabo la limpieza, aunque la paguen en última instancia los municipios. Sin embargo, la CHT exige a los ayuntamientos que limpien el cauce y de hecho ha denunciado a los tres ayuntamientos por no hacerlo.

Recuerda La Razón que en una de las últimas limpiezas "se llegaron a retirar hasta 13 coches del cauce del río Guadarrama, además de 50 toneladas de restos de coches y otras 117 toneladas de neumáticos. También se retiraron 20 toneladas de aparatos eléctricos y electrónicos, 110 toneladas de colchones y 70 toneladas de residuos domésticos. Pero sin duda la cifra más espectacular fueron las 4.500 toneladas de restos de construcción y demolición sacados del cauce, según la Confederación Hidrográfica". 

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