La Pregunta

¿Quién es la otra María Rozalén que canta con las manos?

4 marzo, 2019 00:00

María Rozalén y Beatriz Romero

Son el dúo perfecto y han creado una imagen que ya es imposible disociar: La de la cantante de éxito, María Rozalén, y la que interpreta sus canciones mediante el lenguaje de signos en el escenario, Beatriz Romero. Es una muestra de sensibilidad de la cantante albaceteña y un signo más de que el horizonte de sus canciones está mucho más allá de la música en sí misma.

El éxito de esta fórmula, gracias a la cual Rozalén ha conseguido acercar a sus conciertos a las personas que no pueden oírlos, ha permitido que este fin de semana el diario La Razón le dedique un amplio e interesante artículo a Beatriz Romero y a las que como ella transmiten la voz a quienes no pueden escucharla: "Hacen música y forman un dúo peculiar. La primera canta, pero la segunda no toca ni la guitarra ni la batería ni el bajo. Ambas salen al escenario decididas y con paso firme. La vocalista puede ocultarse en parte tras el micrófono, sin embargo, su compañera no. Ella se enfrenta al público con sus manos, que son su instrumento. Son su forma de expresarse sin palabras, de sentir, de dar voz al silencio total. Son las que le permiten hacer llegar la música a aquellos que no pueden oír (...) Son un todo, ya nadie se imagina un concierto de Rozalén sin Beatriz. Porque «Girasoles», «Comiéndote a besos» y «Vivir» no solo se escuchan: también se ven".

Ya habían dicho otros de Beatriz Romero que tiene un don: "el de comunicar, con grandes dosis de profesionalidad, simpatía y una puesta en escena llena de ternura y expresividad. Rozalén canta y la moncofense intrepreta a lengua de signos las letras de la cantautora. Forman un tandem coordinado, preciso, perfecto...., como lo harían dos buenas amigas de muchos años".

Se conocieron en Bolivia gracias al programa de Jóvenes Cooperantes de Castilla-La Mancha (Beatriz llevaba 5 años trabajando en Albacete como intérprete de la lengua de signos). Las dos, junto a otros componentes de la expedición, fueron seleccionadas en la tierra de la cantante para un curso de sensibilización sobre el terreno. Así, en los momentos de descanso en la campaña, Rozalén se arrancaba con la guitarra y ella con su lengua de signos y su nariz de clown, como una forma de desconectar. 

La joven tiene muy claro la suerte que ha tenido y está encantada. Cambió el trabajo de su vida (la enseñanza) por el de sus sueños: “Mi jefa y compañera de trabajo es una de mis mejores amigas, la admiro, al igual que al resto del equipo”, declaró hace un año al Periódico  Mediterráneo (es de Castellón, aunque ha pasado varios años en Albacete). Considera su trabajo “un gran reto a nivel laboral, lo cual me encanta y me motiva. Hacemos sonreir y nos emocionamos con las personas que vienen a vernos. ¿Qué más se puede pedir?”.