Las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha han disparado el mercado de la predicción. Numerosos son los sondeos que durante estos días preelectorales vamos conociendo. El último publicado esta semana en El Español-El Digital Castilla-La Mancha abre la posibilidad, por ejemplo, de que el Partido Popular arrebate el gobierno autonómico a García-Page por la caída de Podemos.

El sondeo de Sociométrica predice que Paco Núñez podría ser el nuevo presidente de la Junta con el apoyo de Vox, ya que los populares obtendrían entre 14 y 16 escaños, mientras que el candidato de los de Abascal alcanzaría entre dos y tres representantes, por lo que entre ambos podrían superar el umbral de 17 que marca la mayoría absoluta. En cambio, los socialistas se quedarían en 15-17 y no podrían pactar con Podemos al no llegar éstos al mínimo requerido para tener representación parlamentaria.

Tamaña incertidumbre ante el futuro gobierno de esta tierra está encumbrando el papel de los modernos augures políticos, una nómina abundante en las diferentes formaciones. Una especie de sacerdotes, junto a adivinos y arúspices, que en la Antigua Roma practicaban la videncia basada en el vuelo, canto, alimentación o disección de determinadas aves, y a los que recurrían por su influencia patricios y emperadores para conocer su futuro y sugestionar las victorias a la ciudadanía a partir de las señales de cielos y pájaros. En definitiva, pura patraña aunque la gente se lo creía.

Técnicas de adivinación similares a la de los augures de antaño están siendo puestas en práctica por las distintas formaciones políticas en campaña electoral. Predicciones que nos formulan cada día, eso sí, sin necesidad de mirar al cielo o destripar animales para profetizar el futuro Gobierno de Castilla-La Mancha. En este caso y como peculiar modelo de técnica demoscópica, pronosticando los resultados electorales a partir de la lectura de las manos de sus dirigentes, o cocinando con sus proclamas la receta perfecta para coronar a su particular Gundisalvo. Veremos quién de estos arúspices contemporáneos consigue predecir el futuro, cual oráculo de Delfos.

Unos resultados, en definitiva, que tan solo corresponde determinar a los castellano-manchegos, y cuyos resultados conoceremos el próximo 28M sin necesidad de mirar al cielo, recurrir a la cartomancia o realizar prácticas de casquería como en la Antigua Roma. Tampoco de los que nos vaticinan estos días tan avispados augures.