Corren malos tiempos para la prensa escrita. Cada día son menos las personas que compran periódicos de papel y, paradójicamente, nunca antes se había leído tanto en este país. Tan sólo hay que mirar a nuestro alrededor y ver a la gente enganchada permanentemente a las noticias a través de sus celulares, tabletas u ordenadores, una realidad que confirma cada trimestre el Estudio General de Medios (EGM). Las grandes cabeceras de este país se muestran incapaces de detener semejante sangría y los editores son conscientes de que la prensa escrita va desapareciendo poco a poco. Una circunstancia agravada en los últimos meses por el aumento del precio del papel a causa de la inflación que nos invade y por las restricciones continúas derivadas de la pandemia.

En 2022, el porcentaje medio de la población española que leyó periódicos de papel de tirada diaria fue aproximadamente del 14 por ciento, una tendencia a la baja iniciada por la prensa escrita en España en 2009. Una situación que se agrava en Castilla-La Mancha al tener el índice de lectores de prensa más bajo del país, muy por debajo de otros territorios. Simultáneamente a esta crisis, el negocio de los quioscos de prensa, faros culturales imprescindibles en nuestra sociedad, no ha podido soportar tamaños vaivenes. Puntos de venta de periódicos en extinción incrustados hasta hace poco en el paisaje urbano de las ciudades y sus lectores, ejemplar en mano, convertidos en una imagen casi romántica y en vías de desaparición entre la población. Una disminución que no se limita exclusivamente a estos establecimientos, también a otros puntos de venta habituales como librerías, estaciones de servicio, o supermercados donde igualmente están desapareciendo de sus lineales.

Las previsiones no son optimistas, pues desde el propio sector aseguran que este maltrecho negocio terminará cerrando todos sus establecimientos, casi sin excepción. Un curso que el ayuntamiento de Toledo pretende repercutir en su ciudad sacando a concurso dos quioscos de prensa cerrados y afectados por esta crisis. Una convocatoria con un precio simbólico de 150 euros de alquiler mensual, por ocho años, y para la venta exclusiva de prensa, frutos secos y alimentación envasada que la corporación presidida por Milagros Tolón espera no quede desierto.

Mucho se habla en este país de proteger la cultura y su alrededor, pero pocas veces se menciona a los quioscos de prensa como elemento fundamental en su desarrollo. Una situación en estado de agonía donde las nuevas generaciones y tecnologías no muestran precisamente intención alguna en revertir y dar continuidad a su existencia. Por suerte, todavía algunos ayuntamientos pretenden aminorar este déficit ofreciendo instalaciones casi regaladas, aunque para ello sus adjudicatarios se vean obligados a recurrir a otra mercadería más rentable para su subsistencia.