Ana M. Ángel Esteban

Ana M. Ángel Esteban

El Comentario PSICOLOGÍA

¿Has experimentado alguna vez el poder de la música para crear y cambiar emociones?

Ana M. Ángel Esteban
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Casi siempre que escribo es con música y con mi Toledo de fondo mirándome y yo disfrutando de él con todos los sentidos. Hay muchas músicas y cada tipo crea unas sensaciones y emociones diferentes. Solo hay que ser consciente de lo que te produce, independientemente de su letra, la entiendas o no, si es en otro idioma.

Hay personas que ponen de fondo una música que les gusta para sentirse acompañadas, a modo de distracción, pero no eligen cualquiera, por lo que sin darse cuenta también están sintiendo algo que les es familiar y formando parte de ello. ¿Escuchadas quizás desde pequeñas? ¿Habituadas a ellas? Se relaciona la música con bailar, pero no es solo un medio o razón para mover el cuerpo. No. Aun así, cuando te planteas bailar no bailas cualquier música, solo una que conecte con tu emocionalidad, tus preferencias aprendidas o simplemente porque los demás bailan.

Pero la música no es solo para bailarla. Produce y modifica emociones. Depende de la sensibilidad que tengas y de lo sensitivo que seas, así te sentirás o apreciarás momentos de música y ciertas músicas. Es capaz de crear en tus sentidos algo equivalente a las sensaciones de un baño o una ducha gratificante y relajante o por el contrario estimulante y energética. Es capaz de hacerte sentir tan eufórico como después de una sesión de ejercicio o tan sensible como cuando acaricias a tu mascota o recuerdas algo emotivo, por ejemplo. Es capaz de hacerte sentir más placer psicológico que otros muchos estímulos e incluso situaciones descritas o consideradas como objetivamente gratificantes para la mayoría. La música a nivel neuronal, que es donde se procesa, activa áreas del sistema límbico encargadas del procesamiento de las emociones.

La música que nos gusta, en cualquier sentido, activa las áreas del bienestar, específicamente el circuito de gratificación dopaminérgica. Y esa, la dopamina -aquí está otra vez- nos genera placer sensitivo. Por eso que hay algunas o muchas veces que según el estado emocional que tengamos, escuchamos obsesivamente una y otra vez la misma música o canción por lo que nos produce. ¿Te ha pasado alguna vez?

Hay músicas para todo. Para llorar, imaginar, recordar, ponernos la carne de gallina, relajarnos o activarnos, pero esencialmente para reforzar la emotividad o estado de ánimo que tenemos en ese momento. Nos aumentan lo que estamos sintiendo. Por eso hay muchas veces que cuando estamos sensibles o por el contrario eufóricos, queremos complementar ese estado con música acorde que refuerce ese sentimiento. Otras veces buscamos la música para crear la emoción, porque nos apetece recordar o reproducir mentalmente momentos. ¡Ah! toda música está en nuestro ADN asociada a la sensación que nos ha producido en algún momento de nuestra vida ya sea bonito, malo e excepcional. El condicionamiento a la música es enorme sobre todo para quienes nos gusta la música y la utilizamos para según qué momentos.

Es una compañera excelente si eres capaz de disfrutarla. A veces también molesta si estás especialmente susceptible y sobrecargado, donde el silencio será la opción más acertada. El silencio también crea sensaciones y experiencias de conectar con uno mismo de forma más excepcional que en otros entornos. Tanto el silencio como la música nos hacen reflexionar y a veces decidir sobre momentos de nuestra vida que no nos hacen bien aunque nos empeñemos, pero también sobre otras cosas que tenemos aparcadas y que por miedo no llevamos a cabo.

La magia de la música

La música también es capaz de conectarte, por el condicionamiento que se produce sin que nos demos cuenta, con situaciones, personas, momentos, sentimientos, olores o emociones que hacen que nos sintamos mal. Por el contrario, también escuchar una música de cuando éramos jóvenes nos lleva a recordar instantáneamente, sin buscarlo, imágenes y sentimientos asociados a ella. Este es el aprendizaje humano inconsciente que se produce hasta con la música. No solo somos razón y esto lo demuestra. Escuchamos alguna música asociada a alguien e inmediatamente ahí está en nuestra mente con las emociones que esa persona nos genera, ya sean buenas o malas. ¿La música nos manipula? Pues sí. Nos hace presentes sensaciones guardadas en nuestro cerebro y nos crea nuevas inesperadas e inexplicables en algunos momentos, sobre todo si hay alguna persona especial de por medio. Las personas y lo que sentimos por ellas, también nos sugieren tipos de música acordes con lo que nuestro sentimiento dicta para incrementarlo.

Hay músicas 'peligrosas' en cuanto a recrearnos algo que no queremos que esté y otras que son bálsamo para nuestro sentir.

Hay músicas hasta para hacer el amor. ¿No te lo crees? Es fantástico hacer el amor con esa música que te sensibiliza porque sentimientos, emociones y motivación sexual aumentan. Hay músicas que sentimos como sexuales porque nos excitan, nos recrean y motivan para ser picarones con nuestra pareja, más sensuales y sexuales. Y porque hasta con música se puede llevar un ritmo en los movimientos y en la penetración. Es rizar el rizo, pero ¿por qué no utilizar la música para aumentar sensaciones sexuales, placer y recuerdos? Esto es más estimulante. Tener sexo con música, además de con otros estímulos como luz, lubricantes, juguetes y lo que te apetezca, siempre favorece esa sexualidad compartida que además crea emociones y las incrementa con el otro para hacer el sexo más bonito.

En fin, ¿se puede decir más y pedir más de la música? Para quien no la haya descubierto aún en sus múltiples facetas, la recomiendo, porque yo la experimento en todas ellas y es de lo más gratificante. Para pensar, para dejar de pensar, para sentir, para reprimir, para enamorarte aún más, para no querer sentir, para amar, para recordar, para llorar o para saltar. Para sentirte más viva. Así que enamórate de la vida y de ti.

Ana M. Ángel Esteban

Psicóloga y sexóloga con consulta en Toledo