¡Oído cocina!, responden de inmediato las empresas especializadas en los fogones demoscópicos de este país ante las peticiones de sus clientes. En Castilla-La Mancha, PSOE y PP acaban de pasar su particular comanda, y bien que la ha servido cocinar al gusto del cliente. Incluso, en el caso de los socialistas, en varios vuelcos como los cocidos manchegos. A saber: en el sondeo del PSOE el 47,49 por ciento de los encuestados prefieren que el actual inquilino del Palacio de Fuensalida siga al frente del Gobierno regional, frente al 12,36 por ciento que se inclinan por Paco Núñez.

Mas no se acaba aquí la aversión demoscópica del PSOE hacia el presidente regional del PP al que, al parecer, tan sólo el 14,47 por ciento de los encuestados considera capacitado para tomar las riendas del gobierno de Castilla-La Mancha, frente al 42,66 por ciento a favor del actual mandatario socialista.

Como tampoco un 81,55 por ciento de los sondeados confía en que el líder de la oposición baje los impuestos a los ciudadanos como viene manifestando. Conclusión socialista: además de elevar a García-Page a lo más alto del retablo gubernamental -no consta si ya alcanzando la divinidad-, el PSOE revalidaría hoy su mayoría absoluta en las Cortes de Castilla-La Mancha, el PP obtendría un ligero aumento de su número de escaños, aunque insuficiente para gobernar, VOX entraría en el parlamento regional, y Ciudadanos desaparecería del firmamento autonómico al perder los cuatro diputados actuales.

No se ha hecho esperar el pedido de la mesa de al lado, igualmente cocinado al gusto, aunque con chef distinto y cuenta a cargo del PP. En este caso, resuelven a Paco Núñez como presidente de Castilla-La Mancha de celebrarse hoy las elecciones, aunque con el apoyo necesario de VOX para gobernar, y certificando igualmente la defunción de Ciudadanos del Parlamento regional.

A un año vista de las elecciones autonómicas y municipales, arranca en Castilla-La Mancha una sarta de repicantes soniquetes de barómetros, encuestas y sondeos con la pretensión de influir y confundir en las ideas de los electores. Una disonante tamborrada ejecutada por los partidos que predicen o anticipan, sin rigor y discutibles porcentajes, quién ganará o perderá en las próximas elecciones, además de valorar las capacidades de sus lideres para el ejercicio gubernamental. Muletas retóricas en su beneficio que intentan confundir a una ciudadanía harta de bulos y mentiras, y que en absoluto ayudan a formarse una opinión lejos de los intereses de parte. Encuestas tan fiables como los propios políticos, las empresas que las realizan, y los partidos que las mangonean.