El lío del PP toledano es un contradiós que nadie entiende, salvo los nobles que participan en la conjura. Cuando un pueblo se muere de hambre y está a las puertas de la revolución, lo menos que espera si alza la cabeza es encontrar prohombres que se dediquen a la solución y no al problema. La derecha no levanta cabeza porque no quiere o no se deja y no será por falta de oportunidades. La revuelta ahora en la Diputación es la tormenta en el vaso de agua que solo abrasará a sus protagonistas mientras los gobiernos siguen a sus cosas. Si uno quiere ser creíble en la oposición, qué menos que ordenar su casa y no dar tres cuartos al pregonero. Si son así en la miseria, cómo serán en la abundancia.

Tengo la mejor de las opiniones de los protagonistas de la revuelta y por eso mismo no alcanzo a entender sus posiciones ni planteamientos. Charly fue un buen alcalde de Seseña, resolvió la herencia del Pocero y tiene un futuro político prometedor, si es valiente como lo fue en su momento y se deja de intrigas. Protegido de la antigua dirección nacional, busca ahora nuevas alianzas con que tejer sus designios. Moviliza el Partido Popular de Toledo solo con la mirada, pero no puede arramplar con lo que hay como si fuera nuevo sin mañana. Por otro lado, Manolo Fernández es de lo mejor que tiene el PP en Toledo y Castilla-La Mancha. Un alcalde íntegro, honrado, el mejor... Pasear con él por su pueblo es recordar para qué está la política y cuál es su mayor nobleza. Es ininteligible, por tanto, que el conflicto venga por si yo soy presidente, tesorero o fallera mayor. Pónganse a trabajar o el tsunami que llega los arrasará también.

Alguien me dirá –Núñez, por ejemplo- que estas cosas se arreglan a principio de legislatura y da la circunstancia de que el partido está sumido en pleno proceso congresual. Cierto, pero por eso mismo cuanto antes se hagan las cosas, mejor. Contando, claro, con que exista lealtad y los trapos sucios se laven en casa. A Núñez solo le queda una bala en la recámara para gastar. Si pierde dentro de un año, nada quedará de él ni de su actual equipo. Por eso debe emplear sus mejores artes en ahormar un grupo que lo ayude a ganar. Pero ya se sabe que los peores amigos están siempre dentro de los partidos. Vox llama a la puerta y hace vídeos en la Sagra. Cuidado porque Abascal se puede colar hasta más allá de lo previsto, tirar la sopa y romper los platos de la vajilla.

Hace casi tres años, Núñez compró la mercancía de ventilar las dos legislaturas de Page para abrirle paso a una tercera y las que quisiese. Tengo para mí que lo hizo por generosidad hacia los suyos en un pacto que incluía como contrapartida cierta ligereza y dadivosidad del gobierno con el PP para hacer oposición. El cuello de la botella se estrechó muchísimo con la gran victoria de Page y quedaba mucha gente fuera. Imagínense cómo estaría el Psoe ahora con la sucesión del presidente, a un año de elecciones, después de lo llovido. Con los meses, los años y los golpes, Núñez ha aprendido la severidad de la política y hay quien me dice de dentro que pocos como él han estado al frente del PP en capacidad de trabajo y honestidad. Se hace kilómetros como un bólido, pero a veces parece perdido en su laberinto, el más duro, el más difícil, el de la oposición. Lo que está claro es que el PP, si quiere sobrevivir, debe estar unido. Lo contrario es la puerta abierta a Vox y a que Emiliano sea el Feijóo de mañana.