El Alcaná

El silencio de la Feria

11 septiembre, 2017 00:00

La Feria de Albacete ha comenzado su noria eterna de todos los septiembres, aquella que hace del Paseo el río más caudaloso de la Mancha. Es la Meca del mancheguismo, la llamada de la tierra, el grito salvaje y ahogado del zumo que destila el último verano, la pasión y entrega de la tribu a sus ritos más atávicos. Es una ceremonia, una confusión, una multitud, un llegar tarde, un multiplicarse, un canto y un rezo, un saludarse y reconocerse. Al menos una vez en la vida hay que venir y verla, como las cosas importantes. Que no se quede pendiente nada por hacer antes que llegue la parca... Y Albacete está aquí al lado y rebosa plenitud, magnificencia.

Este año ha querido la suerte traerme los diez días a la Feria y seguir como privilegiado sus festejos taurinos. Con Gema Jiménez, directora de Onda Cero Albacete, pedimos cada tarde el Cambio de Tercio desde el Callejón, uno de los templos más soberbios y redondos de la gastronomía manchega. Por allí desfila todo el mundo del toro y con la maestría de Miguel Ángel, su sumo sacerdote, convierte aquel rincón en la capilla más fascinante de la tauromaquia. El viernes comenzamos con Sonia, la hija de Dámaso González, que con el llanto aún en la garganta habló con nosotros el día de su Virgen de los Llanos y el cumpleaños de su niño. La Feria ha empezado, los taurinos nos alegramos... y este año el torero mira al cielo y se santigua por Dámaso.

El ciclo ha empezado fuerte, con un Rubén Pinar valiente y decidido, pero sobre todo con un fabuloso Roca Rey que puso el sábado la plaza bocabajo. Indultó un toro de Garcigrande y cortó dos orejas a su segundo. Fue la gran corrida del Centenario, con ocho toros, que nos echaron encima la hora de la cena. Corrida grande, soberbia, de campanillas, a la altura de una efemérides como los cien años de la Chata, esa plaza que Dámaso tanto pisara y paseara. Roca salió a hombros junto a Talavante, que conserva una de las mejores izquierdas del panorama. Cinceló dos naturales desmayados a su segundo de auténtico cartel.

La corrida del Centenario llevó a todo Albacete a la plaza, llena a reventar. Los palcos se quedaron pequeños. En el de Globalcaja, Rafael Torres contaba cómo venía la vendimia este año. Es el presidente de la cooperativa más grande del mundo, la de las Viñas, Tomelloso abierto al mundo desde la llanura. Pedro Palacios me dice que el año es bueno y se nota la recuperación económica, aunque no hay que confiarse. Es un jovencísimo director general de Globalcaja que en poco tiempo y de forma humilde se ha hecho con los mandos de una entidad tan fuerte como ésta. Ha adelgazado, luce como un pincel y ya se le notan las tablas. Hay director para rato y puede conseguir lo que quiera. Lucio Gómez, presidente de Asprona, me comenta las tripas del mundo del toro. Organiza una gran corrida benéfica cada año y sabe de algunas de sus miserias. Son referente de Albacete y espejo donde mirarse.

No faltó nadie, ni el Teniente General de la Guardia Civil, por si se armaba el taco. Y Roca lo armó. Con indulto forzado, pero lo armó. Y como hacen los buenos toreros, callando la plaza. En el quite de su segundo, Albacete entera quedó en silencio, muda. Hasta el barullo lejano de la Feria cesó para ver a un torero. Hizo Roca lo más difícil, que el silencio sonara y tapase el bullicio. Un silencio de iglesia, oración, advertencia. Un silencio de silbo que enfila los oídos y retumba la mente. Niño, cállate, que hay un torero en el ruedo. Torero limeño. Déjame que te cuente, limeño... Y bordó el toreo desunciendo el silencio en oles quebrados de emoción y respeto.

Queda una semana entera de Feria, no digo más. ¡Que la Virgen de los Llanos nos proteja de los peligros!