Editorial

No es correcto jugar a batallitas políticas con las listas de espera de la sanidad en Castilla-La Mancha

15 noviembre, 2017 00:00

Somos incapaces de entender la costumbre que han cogido el PSOE y el PP en Castilla-La Mancha, gobierno y oposición, en echarse a la cara las listas de espera de la sanidad regional y montar con ellas batallitas políticas de tercera división. Es una tradición que lleva años instalada en Castilla-La Mancha y que demuestra que a muchos políticos de la región les interesa más la pelea y el desgaste del contrario que los ciudadanos que soportan esas listas de espera, que siempre han sido desmesuradas en nuestra comunidad. A día de hoy, según los datos oficiales de la propia Junta de Comunidades, la lista de espera sanitaria en la región asciende a 99.707 pacientes, de los cuales 38.602 están en lista quirúrgica, 53.804 en lista de primera consulta con el especialista y 7.301 en técnicas diagnósticas.

Analizadas como una foto fija, se trata de unas listas exageradas e incluso insoportables para los ciudadanos, aunque si se estudian de forma comparativa en el tiempo la realidad difiere si se pregunta al gobierno o a la oposición, que manejan siempre datos diferentes e interpretan los hechos a partir de sus propias posiciones partidistas y sesgadas. La verdad política siempre depende del color del cristal con que se mira. El caso es que una vez más la sanidad de Castilla-La Mancha es el eje principal de la pelea en la vida pública de la región y esa mala costumbre es evidentemente un factor a corregir en la clase política regional, más empeñada en utilizar los datos de forma partidista que en el verdadero problema que hay detrás y que afecta directamente a los pacientes y usuarios.

Si las listas de espera sanitarias son hoy mejores o peores, más o menos abultadas, es un problema que afecta y preocupa al ciudadano en cuanto forma parte de su día a día y tiene que sufrirlo y soportarlo, pero nunca en cuanto cuestión política de fondo, que es un puro interés de los partidos. Pocos ciudadanos, o ninguno, salvo casos extraordinarios o realmente llamativos, tienen la información y las claves necesarias para valorar adecuadamente si este o aquel gobierno gestionan mejor o peor la sanidad, pero no parece que este sea motivo suficiente para que los políticos dejen de pelearse absurdamente y todos se pongan a remar en la misma dirección, que realmente es lo único que importa.